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Neubauer (entre Juan M. Fangio y Stirling Moss, en una imagen tomada en los años cincuenta) creó un nuevo estilo de dirección de equipos.
Las órdenes de Neubauer
fórmula 1

Las órdenes de Neubauer

Es el más legendario de los jefes de equipo, el hombre que dirigió durante casi cuarenta años de carreras las Flechas de Plata, los coches de Mercedes-Benz

santiago de garnica

Martes, 8 de diciembre 2015, 17:08

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Mañana, domingo, quizá allí arriba, entre las estrellas, un hombre con un cronómetro en cada mano, sombrero de ala ancha, pantalones aún más anchos, rostro enrojecido y voz poderosa, sonreirá al ver cómo un chico de su equipo, de las Flechas de Plata, se lleva a casa otro título de campeón del mundo, y sus amados coches, el de campeones de marcas.

¿Su nombre? Alfred Neubauer, un antiguo oficial del ejército austrohúngaro apasionado desde niño por la mecánica, al que la temprana desaparición de sus padres le llevaría a la escuela militar y a mandar una batería de artillería durante la I Guerra Mundial.

Buen conocedor de todos los asuntos relacionados con el automóvil, y satisfecho de ver cómo el ejército se motorizaba paulatinamente, aún se encontraría más feliz cuando el director de Austro-Daimler, el famoso doctor Ferdinand Porsche, que le contrata para el departamento de pruebas y como tal, pilota en carreras como la Targa Florio de 1922, en la que ganó su categoría con un Sachsa.

Cuando Ferdinand Porsche se convierte en director técnico de Daimler, se llevará a su protegido a Stuttgart. Siempre ligado al departamento de pruebas, Neubauer continua pilotando, retornando a Sicilia, donde contribuirá al éxito de su equipo, y lo hará hasta el año 1926.

Como Daimler Benz intensifica su compromiso con la competición, es así como Neubauer es nombrado director deportivo de Mercedes.

Durante tres grandes épocas, primero con los coches de Sport, luego con los espectaculares monoplazas de los Grandes Premios de los años treinta, y posteriormente, a partir de 1951, cuando la estrella brilla de nuevo, Alfred Neubauer creará un verdadero estilo, trabajando por profesionalizar la competición y dirigiendo su departamento como el oficial de estado mayor que podría haber sido: «Circulaba entre los estands lanzando su mirada a los adversarios mientras gritaba sus órdenes con voz de oficial de la Wermatch», relata Enzo Ferrari en su libro Piloti che gente.

De Otto Merz a Hans Herman, muchos campeones y estrellas del automovilismo pasaron por sus manos. Nombres como Werner, Caracciola, Brauchistch, Seaman, Lang, Fagioli, Chirón, Kautz, y más tarde, Kling Hermann, Moss y Fangio alabaron su trabajo.

Su sentido táctico, sus dotes de persuasión, su autoridad natural solo se podían comparar con su erudición deportiva y del automóvil, apoyada en una prodigiosa memoria. Su libro, Mi reino, la velocidad, es aún hoy día la mejor guía para quien quiere conocer lo que él llamaba «la gran época».

Él fue quien en 1926 creo un sistema de banderas y notas en una pizarra para comunicarse con los pilotos y darles instrucciones sobre sus tácticas en una carrera. Y el director de carrera le preguntó si estaba loco haciendo todos aquellos gestos. Neubauer le contestó que él era el Reinnleter (el jefe del equipo de carreras) y el director le contestó que el Reinnleter era él, y lo expulsó del circuito.

Neubauer era autoritario y perfeccionista, e instruía a los mecánicos para que las paradas en boxes de sus pilotos fueran lo más cortas posible, todo un percusor de los tiempos actuales.

Cuando acabó la guerra, volvemos a los recuerdos de Enzo Ferrari, Alfred Neubauer apareció en las puertas de Maranello para visitar su adversario. «El grueso y autoritario alemán se había convertido en un hombre delgado, tranquilo, modesto». La casa de Stuttgart, o lo que quedaba de ella, le había enviado por Europa buscando restos del equipo. Siete años después, volvía a estar al frente de un todopoderoso equipo Mercedes que dominaba la Fórmula 1 con un Juan Manuel Fangio que sería campeón en 1954 y 1955.

El accidente en Le Mans en que el Mercedes de Levegh terminó explotando en la tribuna, tras subir por encima del Austin Healey de Lance Macklin, que frenó de forma brusca para no chocar con el Jaguar de Hawthorn, hizo que la marca de la estrella se retirase, y con ella,Neubahuer.

En los casi cuarenta años que consagró a la competición, totalizaría un número incalculable de títulos y victorias, y ha sido sin duda el representante más prestigioso, el más célebre y el más conocido de Daimler-Benz, marca a la que siempre permaneció, como buen soldado, fiel incluso en su activa retirada, cuando ejerció de director del museo histórico de la marca en Stuttgart en los años sesenta.

«Llegará un día en que habrá que decidirse a ir a ver a otras estrellas», solía decir. Fue un 22 de agosto de 1980.

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