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Gerard Ducarouge, Ayrton Senna y Lotus, tres temporadas inolvidables.
Gerard Ducarouge, el ingeniero de Senna

Gerard Ducarouge, el ingeniero de Senna

Se nos fue el pasado 19 de febrero y con él muchos recuerdos

sANTIAGO DE gARNICA

Sábado, 21 de marzo 2015, 18:50

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Su trayectoria en el mundo de la competición arrancó con los Matra Sport Prototipos, que participaban en el Mundial de Resistencia en la década de los sesenta y principios de los setenta. A la Fórmula 1 llegó precisamente con el motor V12 de Matra bajo el brazo para equipar al Ligier en 1976.

De allí, tras seis años, pasó a los Alfa Romeo y posteriormente a Lotus en 1982, medio año después de la muerte de su creador, el genial Colin Chapman. En realidad unos meses antes Chapman le había prácticamente secuestrado en el circuito de Paul Ricard y llevado en su avión para enseñarle el castillo de Ketteringham Hall, la sede del Team Lotus. Y allí le mostró un magnífico despacho que le tenía preparado, persuadido de que así le iba a convencer para incorporarse a su equipo. Y pudo leer en una columna donde los miembros de Lotus podían plasmar de forma anónima sus pensamientos e incluso sus críticas: «Escribir a Mitterand para que libere a Ducarouge».

En la madrugada del 16 de diciembre de 1982 un infarto sorprendía en la cama a Colin Chapman y seis meses después Ducarouge, cansado de las luchas internas en el equipo Alfa, aceptaba la propuesta de Peter Warr, ahora al frente de Lotus tras la desaparición de su creador. Cuando Ducarouge tomó las riendas lo primero que hizo fue desechar el nuevo coche, el 93T, y sobre la base del chasis de la temporada anterior se puso a elaborar el nuevo monoplaza alrededor del motor V6 Turbo Renault, exigiendo al equipo trabajar día y noche. Hasta él, las mujeres de los mecánicos llevaban la comida a estos a Ketteringham Hall para no perder tiempo y es que todos eran conscientes de que el nuevo coche tenía que estar a punto para el Gran Premio de Inglaterra pues el patrocinador, Imperial Tobacco, ya no les daba más margen cansado de ver a los Lotus en el fondo de las clasificaciones.

Treinta días después, los dos nuevos Lotus Renault 94T estaban preparados en Silverstone para correr el Gran Premio, con Nigel Mansell y un Elio de Angelis, que en los primeros ensayos oficiales hacía el mejor tiempo. Y en carrera Mansell, que partía vigesimoprimero, terminaba cuarto tras ser tapado por Arnoux. Era el principio de la resurrección del mítico equipo en el más espectacular de los periodos de la Fórmula 1, la era turbo.

En la temporada de 1985 el brasileño Senna entraba en Lotus. Para hacer la pole bastaba tener un Lotus 97, unos neumáticos de calificación (que solo duraban una vuelta a tope) y un turbo que también duraba una vuelta y que a 1000 grados de temperatura había que cambiarlo para hacer la segunda vuelta de calificación. Y por supuesto al gran Ayrton Senna. Ver aquellas sesiones con motores que llegaban a los 1300 CV y con coches que gracias al efecto suelo se pegaban al asfalto en las curvas y con el brasileño al volante es un recuerdo imborrable. Y siempre a su lado Ducarouge. El trio Lotus Renault, Senna y Ducarouge lograron el mejor tiempo en entrenamientos en siete ocasiones en la temporada del 85 y en ocho ocasiones al año siguiente. Y en 1987, con motor Honda, en una ocasión. Dos triunfos en cada una de las tres temporadas que corrió con Lotus no fueron suficientes para llevar a Senna a lograr un título de campeón del mundo: fue 4º en 1985 y 1986, y 3º en 1987.

Vuelo a Maranello

Por cierto, que en este periodo un domingo a las 8 de la mañana suena el teléfono en casa de Ducarouge, en Norwich. Es Marco Piccinini, el director deportivo de Ferrari, que le dice: «En el aeropuerto de Norwich hay un jet a tu disposición el Ingeniere quiere verte en Módena a mediodía». Tras el vuelo y un viaje en coche (con cambio a media ruta) en plan misterioso para evitar ser espiados (según Piccinini) , llega a casa de Enzo Ferrari en Módena, que le recibe en un despacho en semioscuridad y le dice que se venga a Ferrari. Ducarouge afirma que tiene contrato con Lotus y que quiere seguir con Senna. El Comendatore le indica que también quiere llevarse a Senna y que los abogados lo arreglarán todo, al tiempo que desliza un pequeño posit en el que escribe una alta cifras en dólares. Ducarouge le devuelve el papel y Ferrari le desliza otro con una cifra superior. La operación se repite varias veces incrementando la oferta económica. Ducarouge, educadamente le dice que no. Le devuelven al avión y regresa a casa.

Y en 1988 Senna se fue a McLaren, pero Ducarouge, que había sido tentado por Ron Dennis y que el propio Senna le había pedido que le acompañara, siguió fiel a su contrato con Lotus.

Y al equipo británico llegó Nelson Piquet que lo primero que hizo fue pedirle al ingeniero francés que retirara todas las fotos de Senna de su despacho. Y cuando poco después, probando las medidas para hacer su asiento le dijo Ducarouge que estaba sentado en el antiguo muleto de Senna, Piquet salió disparado gritando que no se sentaría nunca en un coche de su compatriota.

Disgustado con esta situación, nada más terminarse el contrato en Lotus, Ducarouge se fue al equipo Larrousse. Y vuelta a Ligier en una ya muy mala época del equipo francés para finalmente retornar a los inicios, a Matra, donde se encargará de crear el famoso Renault Espace F1, con motor F1 V10 Renault, de 850 CV. Un verdadero éxito de ingeniería y mediático.

Muy personal

Decir adiós a Gerard Ducarouge (que nos dejaba el pasado 19 de febrero) es decir adiós a una época, a muchos recuerdos. Alguno de ellos muy personales, como aquellos desayunos codo con codo en Jerez. Aún veo la cartera de la que nunca se separaba. Siempre pensé en cuántos secretos guardaba en ella, los secretos de uno de los periodos más fascinantes y apasionantes de la Fórmula 1, donde los ingenieros dieron rienda suelta a su imaginación.

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