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Esther Bengoechea
Jueves, 20 de abril 2017, 10:26
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El 25 de agosto de 1957 fue colocada una placa de mármol y una cruz de hierro en el Curavacas en recuerdo de Jesús Redondo, Luis Ángel Puertas y Paulino de la Torre, los tres montañeros fallecidos el 16 de abril de ese mismo año, al intentar ascender por la pared nordeste del pico situado en el macizo de Fuentes Carrionas.
Las propias rocas al desplazarse y las tormentas derribaron -con los años- la cruz y rompieron la placa en muchos pedazos. Poco a poco, estos pedazos fueron desapareciendo, ya que los montañeros se los llevaban como recuerdo. El montañero palentino Tente Lagunilla decidió recoger los trozos que quedaban y buscar el resto a través de un llamamiento en redes sociales. El puzle, al que le faltaban tantas piezas, comenzó a completarse poco a poco. Si Lagunilla fue el encargado de reunir los pedazos, su esposa, Pilar, se ocupó de unirlos con mucha paciencia, mientras que la restauración final -rellenando los trozos con masa-, la hizo su amigo Pedro Pérez.
Restaurada ya la placa original de 1957, el siguiente paso tendrá lugar en agosto o septiembre cuando sea repuesta en Triollo, dada su proximidad con el Curavacas, junto con la cruz de hierro, con motivo de los sesenta años de la colocación en el Curavacas. Para este acto, Lagunilla espera contar con los montañeros y amigos que participaron en el rescate hace ya sesenta años.
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