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El campeón de nado que pisó tierra

El campeón de nado que pisó tierra

Guillermo Sánchez Maestro, con tres entorchados absolutos de natación a sus espaldas y 51 internacionalidades, practica ahora triatlón y su único afán es terminar las pruebas, hacer deporte y sentirse bien

santiago hidalgo chacel

Sábado, 8 de abril 2017, 14:13

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La sonrisa de Guillermo Sánchez (25 de marzo de 1974) aparece dibujada en su cara casi de forma perenne. Cuando ve a su niña pequeña, esta se multiplica hasta el infinito. Ella es la que marca ahora sus pasos y su vida. Cuando ella no está, entonces viene el deporte

Hubo un tiempo en la década de los noventa en el que la natación castellano y leonesa estaba muy bien representada por la salmantina Blanca Cerón y por Guillermo Sánchez. A su estela, otros muchos. El vallisoletano logró tres campeonatos de España en 1993, 1995 y 1998 en categoría absoluta y fue internacional en 51 ocasiones. Estuvo presente en el nacimiento de las escuelas y en el centro de tecnificación de la natación regional, siempre ligado a Ramiro Cerdá. De las exigencias y disciplinas de este, se forjó en Guillermo un carácter luchador, de esfuerzo, ganador, sin que haya renunciado nunca a la piscina.

Sus inicios, algunas veces pasa, se empapan de romanticismo, con su abuelo materno y un río Pisuerga entonces limpio. «Con ocho años, mi abuelo Ángel me llevaba a la piscina del Instituto Zorrilla en invierno y a la playa de las Moreras en verano, antes de que lo contaminara Nicas (Nitratos de Castilla)», relata. Allí comenzó todo. Luego sería una dulce competición con su hermana Consuelo también campeona de España de edades hasta que a los 14 años se rompió la rodilla. «En el colegio había un Plan Escolar de natación; de allí, la gente de la federación captaba a los que lo hacían bien. A mi hermana Consuelo la invitaron el año anterior. Era más fuerte, más grande y mejor que yo. La escuela hacía una competición de 50 metros. Entonces se juntaban los tiempos de todas las escuelas de España y al mejor daban un obsequio. Mi hermana hizo la mejor marca nacional y le regalaron una equipación de la selección española con mochila, toalla, albornoz y todo. Yo, que era un año más pequeño, les dije que también quería. Ya sabes lo que tienes que hacer, me respondieron». Guillermo hizo el mejor tiempo al año siguiente

Con 12 años ya estaba a las órdenes de Ramiro Cerdá, José María de la Torre y Domingo Redondo en el centro de tecnificación, aunque nadaba por el Club Gimnasio Valladolid. Poco después comenzaron a caer las medallas en campeonatos nacionales de invierno y de verano. Muchas, porque nadaba casi de todo. «Las tengo por ahí ,pero no me he puesto a contarlas nunca», dice.

En 1991 fue octavo en el campeonato de Europa júnior de Amberes y al año siguiente con los JJ OO de Barcelona las cosas no funcionaron y estuvo a punto de abandonar. Sin embargo, la llegada del entrenador ruso Vladímir Koupliakov al centro de tecnificación de Castilla y León le supuso un nuevo impulso. En 1993 logra su primer título de campeón de España en los 50 libres. «Algo impensable» para este nadador total que se considera «comodín», espaldista hasta que vio que por allí estaba Martín López Zubero; que participaba en todo, salvo quizá la braza, que era lo que peor se le daba. En 1995 se proclama campeón de España de los 100 libres, y en 1998 vence en 100 mariposa, por delante del televisivo Felipe López. Sus tres campeonatos y sus mejores marcas siempre tenían el trasfondo de obrarse en las pruebas de invierno.

De las 51 veces que compitió con la selección española en todas las categorías destaca la anécdota de un campeonato en Grecia con 14 años en el que coincidió con David Meca», y de otro año que enlazó dos seguidos, «uno absoluto y otro júnior, en Italia y Francia sin pasar por casa. También los Juegos del Mediterráneo». Entre los lunares, no haber podido participar en unos JJ OO, pero es que «entonces la federación solo te llevaba si tenías marca para colarte en la final».

Con 25 años (desde los ocho estaba nadando y madrugando a las 6:00 todos los días para entrenarse), Guillermo decide retirarse de la competición, no sin antes ser reconocido con la Medalla de Oro de la Real Federación Española de Natación, siete premios Relevo de la Junta de Castilla y León y premio al Mejor Deportista Vallisoletano por el Ayuntamiento de Valladolid en 1998. Un gran palmarés.

Poco antes de abandonar la competición, a Guillermo le llegan cantos de sirena de antiguos nadadores que habían probado con el triatlón. No fue el vallisoletano uno de los muchos que tras dejar de nadar huye de la piscina como del demonio. Todo lo contrario. «Como siempre me ha gustado, he procurado ir a nadar todos los días si puedo», indica. En Salamanca hace su bautizo en 1999 con un triatlón modalidad esprint (750 metros/20 km/5 km). Tras la natación que discurrió, lógico, sin problemas, llegó la bicicleta: «Tenía una bici de montaña de ruedas más lisas. Me empezaron a pasar como aviones, y en la carrera a pie se me hizo casi de noche, aunque me dije: tengo que mejorar en esto».

Y así este fue el inicio de una relación duradera. Vinculado al Club Tripi, con afán más social que competitivo, este licenciado en CAFyD y profesor de Educación Física en el colegio internacional de Valladolid, acostumbrado a estar entre la élite de la natación, se ha embebido de la fiebre trideporte y ha tenido que cambiar su discurso: «Mi objetivo es disfrutar, acabar las pruebas. Ir mejorando, luchar contra uno mismo y sentirme bien». El fondo tanto físico como mental que le dio sus horas con la natación le ha servido: «Las exigencias te hacen fuerte. Sabes que las cosas en la vida te las tienes que ganar y que si quieres algo has de luchar y esforzarte. Tu infancia te condiciona cómo vas a ser de mayor», dice.

Si del sector de la natación es frecuente verle salir de los primeros, salvo cuando se mete en una prueba con los gallitos, luego es en la bicicleta donde ha tenido que «aprender a montar de verdad para no ser doblado y eliminado». Donde aún tiene margen de mejora es en la carrera a pie. Sin embargo, una doble lesión le está impidiendo entrenarse, aunque las marcas no se han resentido. Con la mente siempre puesta en ganar cuando era nadador y participaba en pruebas explosivas y cortas, ahora terminar una prueba entre los 50, 60 o 70 (aunque dentro de la élite y no en grupos de edad), en competiciones más largas alguna de más de una hora de duración, no ha sido para él un inconveniente. Solo se trata de haber cambiado perspectivas. Guillermo ya no solo nada. Ahora le toca también pisar tierra

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