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Las carreras se ganan con las piernas… y con la mente

Las carreras se ganan con las piernas… y con la mente

El psiquiatra y socio de Atletas Populares de Valladolid Francisco Ruiz explica en qué consiste la psicología deportiva, cómo influye el pensamiento en el rendimiento del corredor y qué trucos se pueden emplear para ‘engañar’ al cerebro

Rebeca Alonso

Miércoles, 9 de diciembre 2015, 17:43

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Todas las personas aficionadas a correr han sentido alguna vez esa extraña sensación de sentirse en forma, haber comido adecuadamente y disponerse a cumplir un objetivo deportivo asequible pero notar una barrera invisible y una voz en la cabeza que nos dice que no podemos sin saber muy bien por qué. Aquí entra en juego la importancia de la psicología deportiva, una disciplina aún poco conocida. Francisco Ruiz, psiquiatra y miembro de Atletas Populares de Valladolid, recalca la relevancia de este campo tanto en la alta competición como para los amateurs. «No es todo el aspecto físico sino también la mentalidad con la que llegan, con la mentalidad de triunfador. Muchas veces nos encontramos grandes deportistas que en el último momento son incapaces de dar el último esfuerzo y otros que prácticamente tienen la misma preparación e incluso un poco peor y pueden dar un punto más en ese momento y esa es precisamente la diferencia entre el oro, la plata y el bronce o los diplomas y no llegar a conseguirlo», sentencia.

En cuanto a los corredores que empiezan, uno de los aspectos más importantes es la mentalidad a la hora de decidir cambiar su rutina diaria y practicar deporte. «Es muy importante el hábito, mantener el espíritu, no caer en el desánimo pensando en que las metas que queremos conseguir se nos aplazan. Hasta los deportistas profesionales reconocen que les da pereza levantarse e ir a entrenar. Eso nos pasa a todos. Pero establecer hábitos a determinadas horas los mismos días, salir con amigos y obligarse por ellos, ayuda a que día a día consigamos nuestros objetivos», aconseja.

Otra cuestión a tener en cuenta es el enganche que genera correr. Y es que, cuando se cruza esa barrera de la pereza y se crea la costumbre, el running se convierte en una parte importante de nuestras vidas. «Se disfruta mejorado un tiempo y del bienestar de haber practicado un ejercicio físico. Está claramente demostrado que el cuerpo, ante el estrés y el esfuerzo físico, segrega endorfinas. Las endorfinas que son unos opiáceos endógenos y tienen las ventajas de disminución de la percepción del dolor, sensación de euforia pero también inconvenientes. Como opiáceos que son pueden generar sensación se abstinencia. Cualquier corredor que esté acostumbrado a entrenar bastantes días a la semana y a participar en carreras cuando por una lesión u otro motivo tiene que dejarlo presenta ansiedad, irritabilidad y puede pasarlo mal. Este tipo de sensaciones son de un síndrome de abstinencia», asegura. En este sentido Francisco Ruiz indica que es crucial no llegar a obsesionarnos. «Hay que asumir que no nos dedicamos profesionalmente a ello, que tenemos nuestra vida familiar, laboral y personal. Es importante saberlo compaginar y no hacer que sea el eje de nuestra vida», recalca.

Una prueba irrefutable de cómo la menta afecta al cuerpo mientras corremos es el conocido muro al que se enfrentan los corredores en largas distancias, aunque puede ser aplicable en proporción a cualquier tipo de carrera en la que suframos en cualquier punto ese bloqueo psicológico y desmotivación extrema. «Dependiendo del nivel de preparación del atleta se puede encontrar con el muro. En la media maratón está en el kilómetro 17 aproximadamente. En la maratón entre el 30 y 35. Es la sensación de vaciamiento total. Cuando no hay un problema físico y es agotamiento psicológico a los 3 o 4 kilómetros esa rebota y volvemos a nuestro ritmo normal», asegura.

También es importante mentalizarse antes de una prueba y gestionar adecuadamente nuestras emociones en las distintas etapas de la carrera. «En una media maratón durante hora y media tienes momentos de euforia y parece que los demás van muy despacio; otros que notas mucho la respiración, dolores de piernas, pequeñas contracturas, etc. No es lo mismo partir de los primeros puestos y ver cómo te van adelantando que salir de los últimos y ver cómo vas adelantando tú pero depende de la mentalidad de cada uno. Ver cómo superas a los demás genera una sensación euforia que ayuda a seguir con la carrera», asegura.

Otra muestra de la influencia directa de la psicología en el rendimiento del corredor es cómo aumentamos o disminuimos el ritmo al correr de forma inconsciente dependiendo de nuestros pensamientos, algo que se puede llegar a controlar en nuestro beneficio. «Es curioso. Cuando estamos corriendo y pensamos en algo que nos da rabia vamos más deprisa. Todo es cuestión de en qué pensemos. Cuando pensamos en algo que nos da rabia directamente aceleramos», argumenta.

Por último, hay muchos trucos psicológicos que se pueden poner en práctica para correr. Hay personas que piensan en la lista de la compra, en qué preparar de comida, en qué decir a alguien e incluso centrarse en la parte del recorrido en la que se encuentran y no mirar más allá. Todo para distraerse y engañar al cerebro, olvidarnos de que estamos cansados y de cuánto tiempo llevamos corriendo. Normalmente los corredores acaban encontrando su propio mecanismo, algo que les funcione. «Por ejemplo los audiolibros pueden ser muy buenos para las personas que entrenan. Es fácil mantener un ritmo constante y pierdes la sensación de dolor y cansancio muscular. Para las carreras algunas personas corren con música pero debe ser una música que establezca un timo permanente que acompañe al paso de tus pies», explica.

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