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Kimetto tumba otra barrera
Atletismo

Kimetto tumba otra barrera

El keniano, atleta por casualidad, se convierte en el primer corredor en bajar de dos horas y tres minutos en maratón

Fernando Miñana

Domingo, 28 de septiembre 2014, 11:08

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La vida de Dennis Kimetto cambió hace seis años, el día que salió a trotar por los alrededores de su aldea, Kapngtuny, antes de volver a trabajar en la granja que le permitía llevar un jornal a su humilde hogar. Mientras marcaba sus huellas sobre la tierra roja de Eldoret, ese manantial de corredores de fondo, se cruzó con Geoffrey Mutai, un célebre atleta que se quedó intrigado. ¿Quién sería el chico ese que gastaba una zancada tan fluida? Se fue a por él y le propuso formarse en su campo de entrenamiento. Kimetto aceptó, pero decidió alternarlo con el trabajo en el campo para que no le faltase la comida a los suyos. Corría, cultivaba maíz y alimentaba al ganado. Hasta que Mutai le convenció de que debía dedicar toda su energía al atletismo. Seis años después este keniano de 30 años es el nuevo plusmarquista de maratón.

Kimetto asegura que siempre corre para proporcionarle una vida mejor a su familia, que ahora vive en una gran casa en Eldoret, donde está aparcado el cochazo del atleta, que también invirtió en ampliar al granja. Y quizá pensaba en ello mientras volaba sobre el asfalto de Berlín y el cronómetro palpitaba anunciando un nuevo hito en el atletismo. Con la mirada perdida, los ojos inyectados en sangre, es posible que fuera concentrado en que aquel esfuerzo inhumano, correr un maratón a menos de dos minutos y 55 segundos cada kilómetro, merecía la pena por su gente. Por eso, pasado el kilómetro 30 en 1:27.37 -nunca se ha corrido tan rápido esa distancia-, donde las liebres se retiraron después de realizar un trabajo ejemplar, dejando prácticamente a cinco corredores por debajo de los tiempos de Wilson Kipsang cuando batió el récord del mundo, se marchó con paso firme junto a Emmanuel Mutai y Geoffrey Kamworor.

Como si ese ritmo desbocado no fuera suficiente, comenzaron a atacarse, a realizar cambios de ritmo, con kilómetros por debajo de 2.50, que acabaron con Kamworor. Kimetto ni se inmutaba. Su mirada estaba en el horizonte, su mente en su aldea (Kapngtuny) y su zancada seguía igual de ligera que siempre, el cuerpo recto, los hombros altos.

Mutai se descolgó en el kilómetro 38, aunque no reventó y eso le permitió ver a Kimetto derribar otra barrera del atletismo, las dos horas y tres minutos en el maratón, para establecer un nuevo récord del mundo (2:02.57), 26 segundos mejor que la anterior plusmarca de Kipsang. Y hasta Mutai, especialista en ser el mejor segundo de la historia, mejoró en 10 segundos aquel tope. El mítico muro no existió para el keniano, que corrió del kilómetro 30 al 40 en 28.51. Salvaje. Y sucedió en Berlín, claro, escenario de seis récords del mundo en 11 años: Paul Tergat, dos de Haile Gebrselassie, Patrik Makau, Wilson Kipsang y ahora este keniano de 30 años.

Kimetto tumbaba un nuevo obstáculo en ese camino que parecía increíble y ahora empieza ser una certeza que llevará el maratón por debajo de las dos horas. El keniano entraba en la historia, como cuando Derek Clayton bajó de 2.09 en 1969; Carlos Lopes acabó con los 2.08 en 1985; Dinsamo con los 2.07 en 1988; Khannouchi con los 2.06 en 1999, y, ya en este siglo, Tergat bajó de 2.05 en 2003, Gebrselassie de 2.04 en 2005, y ahora Kimetto lleva el maratón por debajo de 2.03. La curva es evidente y ya ni los científicos que han dedicado horas y más horas al asunto parecen negar lo evidente, que en 20 años puede haber un hombre corriendo los 42,195 kilómetros en menos de dos horas.

El nuevo plusmarquista no comenzó a entrenar en serio hasta 2010 y poco después el atletismo creyó encontrar en Dennis Koech -sí, Koech- al nuevo prodigio cuando pareció que batía el récord del mundo júnior de medio maratón. Pero su pasaporte no estaba equivocado solo en el apellido, también en su edad. No era Koech sino Kimetto y no tenía 18 sino 28 años. El gran público lo conoció en 2012, cundo dejó ganar a Mutai, su mentor, en Berlín con la mejor marca para un debutante (2:04.16). Aquel regalo permitió que su compañero se llevara medio millón de dólares como vencedor del World Marathon Majors. Era su obsequio por convertirle en una estrella.

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