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Mullera salta la ría.
Mekhissi ofende al atletismo
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Mekhissi ofende al atletismo

El francés gana la final de obstáculos pero es descalificado por quitarse la camiseta antes de cruzar la meta y eso le da una medalla de bronce a Mullera

Fernando Miñana

Jueves, 14 de agosto 2014, 11:14

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Sebas Martos encajó en el grupo de José Enrique Villacorta porque allí, en León, imperaba una filosofía de amor por el deporte y respeto por una serie de valores. En ese núcleo, admirado en toda España, vale tanto una medalla como competir y entrenar con honestidad. Si lo has dado todo, has cumplido. Martos acabó quinto, justo por detrás de su compatriota Ángel Mullera, cuarto, en una final de 3.000 m obstáculos que ganó de calle Mahiedine Mekhissi, un francés que insultó al atletismo con otro feo gesto que sumar a su ya nutrida lista. Mekhissi se quitó la camiseta antes del último obstáculo y corrió los últimos 60 metros con la prenda en la mano. El francés, después de varias protestas, fue descalificado gracias a que el jurado de apelación aceptó el recurso de España y eso permitió que sus rivales subieran un puesto que dio la medalla de bronce a Mullera y el titulo al francés Yoann Kowal (8:26.66) por delante del polaco Zalewski.

Esta falta de respeto a los rivales no encaja en este deporte carente de graves incidentes. Y, lo esencial, va en contra de la norma que prohíbe que el dorsal pueda ser ocultado a lo largo de la carrera de cualquier forma, Pero el francés ya fue el autor de algunas de las escenas más despreciables, como en Herculis, el mitin de Mónaco, en 2011, cuando se lió a tortas con su compatriota Mehdi Baala, quien estuvo provocándole. O su obsesión por humillar a las mascotas, como Barni, la del Europeo de Barcelona, en 2010, que la empujó al suelo, algo que repitió dos años después en Helsinki. Mekhissi tenía ganas de reivindicarse, de mostrar a Europa que él es el mejor. Y nada más cruzar la meta, de ganar la carrera con su habitual calidad (8:25.30), buscó la cámara y gritó: «Uno, dos y tres». Los tres títulos consecutivos que ha logrado en los Europeos.

Los españoles no tuvieron las medallas al alcance, pero Mullera, el de la polémica en los Juegos de Londres, cuando se descubrió que había preguntado por correo electrónico por unos productos dopantes y fue sustituido del equipo olímpico precisamente por Martos, y luego, gracias a que el TAS le dio la razón, fue readmitido, realizó una carrera muy inteligente y realizó su mejor marca del año (8:29.16). Eso le valió un cuarto puesto que se convirtió en bronce por la descalificación de Mekhissi.

Ni Mullera ni Martos entendieron la actitud del campeón. «Si en un campeonato de Cataluña yo me quito la camiseta, me descalifican», apuntó Mullera. Mientras que Martos -quien, por cierto, fue a saludar a su compañero y este no le vio o no quiso verle- tampoco encontraba explicación. «Lo del francés me parece una falta de respeto al resto de compañeros», dijo el de Huelma (Jaén), finalmente cuarto, quien veía «justo» que lo descalificaran.

Torrijos y Pascual, octavos

Beatriz Pascual es un reloj andante. Casi nunca lucha por las medallas, pero siempre acaba entre las ocho primeras. Tienes dos diplomas olímpicos, otros dos puestos de finalista en sendos Mundiales y, con el octavo puesto de Zúrich, dos más en los Europeos. Un palmarés notable. Alguien puede pensar que, quizá, sea algo conservadora, pero como explicó tras cruzar la meta, decidió descolgarse en el ecuador de la carrera «por miedo a un petardazo».

Mucho más audaz se mostró su compañera Raquel González, una novata que se vio con fuerzas y decidió quedarse en la cabeza, al lado de la rusa Elmira Alembekova, otra rusa sospechosa -hay que utilizar esa palabra- de entrenarse en Saransk con Viktor Chegin, un apestado de la marcha después de que hayan dado positivo hasta 18 atletas suyos, con varios campeones, un técnico expulsado por la federación después de que le esté investigando la Rusada, pero que campa a sus anchas por Zúrich. Alembekova se proclamó campeona (1:27.56) por delante de la ucraniana Olyanovska, plata, y la checa Drahotova, una joven de 19 años que venía de ganar el Mundial júnior de Eugene en los 10.000 metros marcha y que lo mismo corre los obstáculos o un medio maratón que participa en una competición de ciclismo.

González acabó pagando la osadía y en cuanto perdió fuelle en el kilómetro 17 vio pasar a Bea Pascual, un cerebrito, una científica que alterna el atletismo con la tesis doctoral de su segunda carrera, que escaló hasta el octavo puesto, por el décimo de la otra alumna de Josep Marín, Raquel González, quien, a sus 24 años, asegura que desde esta prueba carga ya «con una espinita». María José Poves, la tercera española, acabó decimosexta.

Pablo Torrijos sumó un puesto de finalista al de Bea Pascual. El castellonense también terminó octavo, que es la mejor clasificación de la historia de un español en la prueba de triple salto de los Europeos. El discípulo de Claudio Veneziano se clasificó para la mejora por los pelos con un salto de 16,56 que luego calcó en el sexto intento. El título fue para el francés Benjamin Compaoré con la mejor marca europea del año (17,46). Algo peor le fue a la histórica Mercedes Chilla, décima (57,91) en la final de jabalina que ganó Barbora Spotakova (64,41).

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