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Bermejo, en su último día de competición.
Un saltador menos, un vendedor inagotable
Atletismo

Un saltador menos, un vendedor inagotable

Javier Bermejo se retira oficialmente del atletismo aunque sin abandonar un mundo en el que se reconoce como un experto en márketing de sí mismo

Javier Bragado

Lunes, 4 de agosto 2014, 17:33

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Javier Bermejo no se podía despedir del atletismo como uno más. De hecho, su público esperaba algo diferente y el atleta cumplió. En los Campeonatos de España el saltador de altura culminó su actuación con las zapatillas colgadas del listón para que nadie le olvidara. El gesto resumió su carrera. «Estaba contra las cuerdas, cuarto, y si me la jugaba en 2,20 (metros) conseguía medalla. Es una buena salida de la alta competición y resume mi carrera deportiva: con un par de cojones hay que echarlo todo y si crees en ello puedes conseguirlo», cuenta una semana después.

No obstante, la longeva carrera del bullicioso Bermejo estuvo a un paso de zozobrar de manera temprana. «En el año 99 tuve una fisura. Los médicos me dijeron que si saltaba altura me podía partir la vértebra. Estuve tres o cuatro meses recuperándome lejos de casa y de la familia y lo pasé mal», recuerda.

«Aposté por mí. A los médicos les dije que iba a seguir saltando, me dijeron que era mi decisión, que mi cuerpo era mío y que no lo veían lógico», reconoce quien se atrevió y poco después se colgó una reconfortante medalla de bronce en el Europeo sub'23. ¿Compensó el riesgo? «A día de hoy no me duele la espalda, así que creo que aposté bien», señala con el buen humor de quien está de vacaciones después de mucho tiempo trabajando.

«Odriozola tiene mano dura con el dopaje»

  • Javier Bermejo preside la Comisión de Atletas y se encuentra incómodo con la última situación sospechosa de su deporte. «Un atleta que ha dado positivo dos veces, va con la selección nacional y luego se olvida el pasaporte. La federación debería prohibir competir con la selección española. Hay que poner una norma contra esos atletas que han hecho trampas, que no se les dé una cantidad económica en mítines. En el caso de Josephine Onya no conozco a la muchacha, pero me sienta mal que en el Iberoamericano al que van 25 atletas porque la federación no se lo puede permitir, que se le olvide el pasaporte. A lo mejor se le ha olvidado sin querer, pero como ya lo hizo en Turín (2009), cuando de golpe y porrazo se puso mala, se fue a casa y después llegó el positivo. A todos los atletas nos genera tensión y parece como que se está riendo. Es una vergüenza», dice con contundencia el representante de los deportistas en la RFEA, que reconoce no hablarse con algunos que han sido investigados en las operaciones antidopaje.

  • No obstante, Bermejo defiende la labor de José María Odriozola al frente de su federación. «No creo que el 'presi' haya sido suave. No tolera a los atletas que se dopan ni que se han dopado pero ha aprendido y ahora es cauto. No es quien tiene que sancionar, sino el Comité Antidopaje nacional y está a la espera de todas las decisiones, pero es mano dura con el dopaje. En las reuniones lo dice y me consta que hay atletas que dieron positivo de los que él tenía sospechas porque el pasaporte biológico lo decía y fueron a por esas personas», asegura Bermejo.

La trayectoria de Bermejo se extiende con triunfos colectivos como el de la Copa de Europa de Naciones en pista cubierta de 2003 o el oro en los Campeonatos Iberoamericanos en 2010. Sin embargo, sus mejores momentos fueron los Juegos Olímpicos de 2004 y 2008. «Recorrer todo el estadio olímpico en Atenas, alcanzar la zona del salto de altura con la bandera de España, ver a mis padres, a mi novia -hoy mi mujer-, el nombre de 'Puertollano'. eso no se me va a olvidar nunca», asegura el atleta. Durante sus 20 años de competición fue 18 veces campeón de España pero no alcanzó algunos de los hitos nacionales.

«La espinita es no haber pasado a una final en un Mundial o a unos Juegos. Hice 2,27 m en unos Campeonatos de Europa y quedé noveno en la clasificación, pero pasaban ocho y me quedé fuera en el último momento», explica quien confiesa que le habría sido imposible batir el récord de España (2,34) al aire libre y pronostica que el internacional de Javier Sotomayor (2,45) caerá antes de los Juegos de Río.

Desde su jubilación deportiva Bermejo exhibe tranquilidad porque su futuro se ha labrado de manera paralela a su presente durante los últimos diez años. «No voy a ser ese atleta que se retira y no sabe qué hacer», afirma. En Puertollano cuenta con una compañía de planificación de eventos y además ha colaborado con la Federación Española de Atletismo como jefe de equipo en una expedición sub'23 a Marsella. De hecho, el exsaltador considera que sus próximos años son más propicios que los de los actuales saltadores. «Yo compaginé y creé una empresa con el deporte pero como ellos no monten una empresa y tengan socios no van a tener tiempo para entrenar y competir», avisa, y añade:

«El atletismo ha cambiado en el sentido de que vamos a peor porque el país va a ir a peor y esto repercute negativamente en el deporte». «Yo he vivido una época dorada porque había mítines donde competir, donde se valoraba y reconocía el esfuerzo y el trabajo pública y económicamente. Hoy no hay mítines y sólo hay controles en los que tienes que retirar el dorsal por 3 ó 10 euros», explica quien inculca a sus hijos la natación y el atletismo como primeros deportes aunque ya observa la influencia del fútbol en su pequeño de 4 años.

Fuera de la pista es otro tipo de campeón. «Dicen que el márkerting va unido a Javi Bermejo», reconoce. Entre sus historias está la de sus inicios en el balonmano, deporte con que asegura que también habría sido olímpico. A sus 35 años es el momento de un nuevo salto en su carrera. No será con las zapatillas que se retiraron en el tartán de Alcobendas, pero sí con la autoestima del gran vendedor: «Me gustaría que me recordaran como el amigo de todos, no como ese saltador que ha estado 20 años dando el coñazo en las pistas. Mis amigos me van a recordar con una sonrisa y siendo el mejor saltador de altura de esta década pasada». Nadie se vende mejor que él.

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