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Valentín, durante la final.
Lydia Valentín ya tiene su medalla olímpica
halterofilia

Lydia Valentín ya tiene su medalla olímpica

La halterófila leonesa logra el bronce, tras quedarse a un solo kilo de la plata, en una prueba dominada por la norcoreana Jong Sim Rim

Jon Agiriano

Jueves, 11 de agosto 2016, 18:18

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En Londres, tres tramposas le quitaron su momento de gloria. Se quedó sin subirse al podio para recibir la medalla, sin posar luego radiante para los fotógrafos y sin ser recibida como una heroína por su gente en Camponaraya y Ponferrada. Al cabo de cuatro años, tras una operación-limpieza que dejó fuera de Río a las tres medallista de Londres, y ausente también la china Yue Kang, última campeona del mundo, Lydia Valentín pudo por fin cumplir el gran objetivo de su carrera. Bronce en 75 kilos, celebró una medalla olímpica en directo, de verdad, como tantas veces lo ha hecho en los campeonatos de Europa, una competición de la que suelen ausentarse muchas veces algunas levantadoras famosas y laureadas que prefieren evitar el riesgo de competir demasiado. Por si acaso.

No era un día fácil para Lidia Valentín. Nunca lo es salir como una de las favoritas. La halterófila de Camponaraya soportaba por primera vez ese tipo de presión. Y es que, durante sus más de quince años de carrera deportiva, cada vez que participaba en unos mundiales o en unos Juegos siempre había otras levantadoras por delante de ella, obligadas a estar en el podio. Muchas, como Valentín no se ha cansado de decir, «iban hasta arriba». De sustancias dopantes, se entiende. Por ejemplo, la kazaja Podobedova, la rusa Zabolotnaya y la bielorrusa Kulesha, las tres mujeres que le superaron en Londres, suspendidas tras dar positivo en los contranálisis de aquellos Juegos y a punto de ser despojadas de aquellas medallas fraudulentas.

Sin embargo, los focos le apuntaban a ella en el pabellón Ríocentro 2 del parque olímpico. La responsabilidad de la última campeona de Europa era máxima y sólo la compartía con la gran favorita en la categoría de -75 kilos, la norcoreana Jong Sim Rim. Era muy peligrosa y bien que lo demostró. En el campeonato del mundo celebrado en Houston, donde quedó segunda, levantó 280 kilos, seis más que los que tiene Valentín como mejor marca personal. La bielorrusa Darya Naumava, la ucraniana Irina Dekha y la colombiana Ubaldina Valoyes debían ser, en principio, sus rivales más directas. Había que responder, en fin, al reto mayúsculo de la primera oportunidad verdadera, sin sentirse en inferioridad ante rivales en cuya integridad no creía, que se le presentaba en su vida a la haltera berciana. Antes de la prueba, ella no negaba su candidatura al podio. "Si tengo buenas sensaciones, sé que tengo muchas opciones", dijo hace unos días.

Todo pintaba bien para esta leonesa, una mujer fortísima y coqueta -hasta el punto de poner un poco de maquillaje a su nombre sustituyendo la primera i por una y-, que se inició en la halterofilia a los once años y a los quince ya estaba en la Residencia Blume de Madrid. Se había recuperado bien de su última lesión de espalda y estaba haciendo buenos entrenamientos. Sólo era cuestión de dar la mejor de sí misma llegado el gran momento, al estilo de lo que hizo el día anterior Maialen Chourraut en el canal del Whitewater Stadium.

El ambiente fue magnífico en el pabellón Ríocentro 2 el día que Lidia Valentín subió por fin al podio en unos Juegos. Comenzó a inflamarse media hora antes de la prueba con la actuación de un grupo musical carnavalero cuyos tambores deben seguir resonando todavía a estas horas. Luego hubo salsa para todos. La torcida brasileña era mayoritaria en apoyo de su compatriota Antonia Ferreira, que acabaría eliminada por la vía rápida tras fallar tres intentos sobre 103 kilos, pero no se dejaban vencer fácilmente los colombianos animando a Ubaldina Valoyes. Lydia también tenía sus seguidores. Quizá el más entregado era el gaditano Javier López, voluntario en estos Juegos -está en la sede del vóley-playa de Copacabana- que aprovechó su día libre para ponerse la bufanda del Cádiz en la cabeza y venirse a Barra de Tijuca a animar a la leonesa en compañía de su amigo Ivo, un holandés que no dudó en portar la bandera española.

En ese juego constante de cálculos que es la petición de pesos, la pupila de Matías Fernández comenzó pidiendo 112 kilos en arrancada y 135 en dos tiempos. Sólo la norcoreana y la ucraniana Irina Dekha pidieron más que ella: 120 y 150, la primera, aunque acabó bajando a 117, y 111 y 140 la segunda. Era evidente que Dekha había tirado de calculadora. Viendo que la española iba a comenzar con un kilo más que ella en 'snatch', decidió intentar cinco kilos más que su rival en 'clean&jerk'. La bielorrusa Naumaba, por su parte, eligió los mismos registros -siempre provisionales y sujetos a cambios en función de las necesidades- que Lidia Valentín. Estaba claro que ese cuarteto iba a luchar por las medallas. No suele haber sorpresas en halterofilia y, cuando las hay, resultan muy sospechosas.

Se confirmó después de los tres levantamientos reglamentarios en arrancada. Quedó claro que Rim Jong competía en otro nivel -elevó 121 kilos-, y que Lidia se lo jugaría todo con Naumaba y Dekha. Con la primera empató a 116 -peso que la española logró al segundo intento-, mientras que la ucraniana se quedó en 114. En dos tiempos, tras los fallos de Khena sobre 138 y 141, Lidia Valentín aseguró el podio levantando a la primera 141 kilos. La plata se la arrebató por un solo kilo la bielorrusa. El oro fue para la norcoreana, que estuvo a años luz de sus rivales aunque su registro final (274 en la suma) tampoco fuera estratosférico. Casualmente, es la mejor marca personal de 'Lydia' Valentín, que vivió su gran día y lo celebró componiendo corazones con sus dedos y dedicándoselos a todos los que le han apoyado siempre en un deporte durísimo, ingrato y siempre bajo sospecha.

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