Borrar
Patricia García, en el estadio central de Madrid.
El rugby español o lo imposible
olimpismo

El rugby español o lo imposible

Las dos selecciones del deporte del balón oval se clasificaron para Río de Janeiro 2016 contra pronóstico para ofrecer un legado histórico

Javier Bragado

Sábado, 2 de julio 2016, 11:54

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

«Cuando sonaron los himnos era ridícula la comparación de los físicos», comienza Ángel López, apertura del equipo de rugby 7 español. «Pero no todo es físico, no todo es fuerza y nosotros estamos fuertes porque aunque estamos delgados y somos pequeños también nos machacamos mucho en el gimnasio. A veces la mente es más fuerte que los músculos y nosotros lo demostramos», explica el estudiante de Medicina sobre su equipo, el que logró la plaza olímpica en un torneo de clasificación en que superaron a Irlanda, Rusia y Samoa, conjuntos con tradición y herencias genéticas que parecen haber diseñado sus cuerpos para el deporte del balón oval. «Me quedo un poco temblando porque antes lo que me salía era la palabra 'imposible'», concede el seleccionador José Ignacio 'Tiki' Inchausti con los billetes a Brasil sacados.

La increíble y milagrosa clasificación de los hombres inspiró también a las leonas sólo una semana después. «Los resultados de los dos últimos años en las Series Mundiales daban que el equipo favorito era Rusia», recuerda José Antonio Barrio, seleccionador del equipo femenino. Pero en el torneo preolímpico las españolas tumbaron cualquier duda y ganaron cada uno de los partido hasta tumbar a las temidas eslavas.

Las dos clasificaciones unieron de la mano a dos equipos se miran y se apoyan ante las dificultades. El presupuesto destinado a los equipos de siete 'rugbiers' sumaba la mitad de euros que en 2013 y se vivieron tiempos apretados. «Lo más difícil es que esto no es un deporte profesional, que te tienen que mantener con beca, con contratos personales con equipos. Hay que hacer un trabajo extra no solo en lo deportivo y lo difícil es compaginar todo. Aquí todos tienen sus carreras y hemos conseguido cosas como esta. Esto es porque la gente que practica este deporte tiene un carácter», aclara Matías Tudela, capitán de la selección masculina.

La personalidad de los leones se asentó con su decisión de viajar a una zona de potencias mundiales para entrenar al nivel de los mejores. Además de una dura preparación colaboraron con la población local ante la amenaza de un huracán que finalmente no tocó tierra. «Recuerdo el torneo benéfico en que se volcó toda Fiyi. Conseguimos ganar y nos dio un nivel enorme. Recuerdo el sufrimiento en las dunas de arena con nuestros compañeros. Recuerdo más este tiempo luchando porque parte del dinero salió de nuestros bolsillos para conseguir esto», reivindica Tudela. «El viaje a Fiyi es uno de los culpables de que estemos en Río. Entrenamos muchísimo no sólo el entrenamiento físico sino el mental de llegar a límites de agotamiento, de ponernos de mal humor durante días. Eso luego en el preolímpico se notó cuando ganamos dos partidos con equipos muy buenos en el último minuto después de haber sufrido mucho y estar preparado mentalmente», completa López.

En el bando femenino el trabajo precedente permitió un año en mejores condiciones después de un largo período de sacrificio. «Hemos cambiado. Cuando empezamos íbamos a pueblos perdidos de la mano de Dios en Francia a los que llegábamos en furgoneta y nos reuníamos una semana antes. Ahora llevamos un año en Madrid concentradas, entrenando cada día y compartiendo las vivencias con todas nosotras. Eso ha hecho que el grupo crezca, todas hemos mejorado y crecido y ha sacado nuestro máximo nivel», explica Marina Bravo Bragado, quien debutó con 17 años. «Ahora estamos con la euforia y de celebración. Hasta que no subamos al avión con dirección a Río no nos lo vamos a creer del todo tanto las chicas como los chicos», señala la capitana del equipo que en los tres últimos años ha superado una grave lesión de rodilla, un descanso obligado de siete meses por otra en una mano y el comienzo de la presente temporada con una operación porque se rompió el hombro a finales de 2015. «El camino ha sido muy difícil en general. Saber que tienes que partir de tu país para ir a empaparte y mejorar tu nivel de juego solo para aportarlo a tu selección, a las chicas», recuerda Patricia García, quien arrastró a otras dos compañeras a competir a Nueva Zelanda pero tuvo que repetir en solitario un año después.

Leones y leonas pueden ahora compartir el éxito. «De reposado, poco. Aún estamos flotando, ha sido muy intenso. Que el trabajo de tantos años se vea recompensando de esta manera es felicidad», cuenta con los ojos brillantes Matías Tudela dos semanas después del torneo que les colocó en Río. «Ahora estoy pensando en lo que supone para el rugby español, que es un hecho histórico. Es un antes y un después. Que fuera un deporte olímpico iba a ser una gran ventana, sobre todo en países en que iba ser emergente como el nuestro. Va a ser una explosión para darlo conocer que nos hayamos clasificado los chicos y las chicas porque los niños van a tener referentes», resume Patricia García, la mujer que más puntos anotó en el preolímpico. «El problema es que están empezando a haber muchas jugadoras pero la repercusión mediática es escasa. Que el equipo esté en Brasil va a ser muy importante», completa el preparador José Antonio Barrio.

En el torneo olímpico femenino las opciones son favorables. Nueva Zelanda, Francia y Kenia serán sus rivales en la primera fase y el representante africano es débil. Por lo tanto, pueden pensar en las eliminatorias y el diploma correspondiente. «Vamos con mucho respeto, pero hemos ganado a todas las selecciones y en el rugby a 7 todo puede pasar», avisa Patricia García. En cambio, el equipo masculino ha quedado encuadrado en el grupo B con Sudáfrica, Australia y Francia. A juzgar por sus resultados anteriores simplemente una victoria supondría un éxito porque podrían optar a una plaza en la siguiente fase como uno de los dos mejores terceros. Pero si algo aprendieron en los últimos tiempos es que el rugby español no debe conformarse. Por eso, insiste su seleccionador: «Hemos cambiado la palabra 'imposible' por 'casi imposible'».

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios