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El árbitro Óliver de la Fuente, en una imagen de 2013 en Valladolid.
Un prodigio del arbitraje
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Un prodigio del arbitraje

El colegiado vallisoletano Óliver de la Fuente alcanza con 22 años la Segunda División

Arturo Posada

Martes, 24 de junio 2014, 12:11

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Óliver de la Fuente Ramos (Valladolid, 1992) es algo así como el Mozart del arbitraje... al menos en cuanto a precocidad. No resulta normal que un colegiado de su edad queme etapas a velocidad tan supersónica, en un sorprendente ejercicio de anticipación que le llevará, con solo 22 años, a comenzar la temporada 2014-2015 como árbitro de Segunda División. Óliver de la Fuente (o De la Fuente Ramos, con dos apellidos, como se conoce a los colegiados desde finales de los años sesenta para evitar titulares de doble sentido con un árbitro apellidado Franco) ya apareció en los medios de comunicación locales el verano pasado al aterrizar en Segunda División B, pero ahora, doce meses más tarde, ha pegado un brinco lunar a la categoría de plata del fútbol profesional. El Comité Técnico de Árbitros confirmó ayer su ascenso.

«No he mirado todavía los datos, pero no sé si habrá algún otro árbitro que haya llegado con 22 años a Segunda... Sé que Undiano Mallenco lo logró a los 23», apunta De la Fuente, en referencia a uno de los réferis con más lustre del arbitraje nacional en las últimas décadas.

«No es normal», prosigue. «Alcanzar esta categoría es muy complicado, como sucede también con los futbolistas. Un año llegas, pero al siguiente puedes no estar. Hay que aprovecharlo, dar el máximo y tratar de que todo salga lo mejor posible».

En el año 2006, cuando contaba con tan solo 14 años, Óliver de la Fuente decidió anudarse el silbato a la muñeca, rellenar el bolsillo de tarjetas y comenzar a arbitrar partidos. «Todo fue por mi hermano. Me fui metiendo en el mundillo, me fue gustando y, al final, las cosas han ido saliendo bien».

Personalidad fuerte

La última (y única) temporada en Segunda División B de Óliver de la Fuente ha puesto a prueba la relación de un árbitro de poco más de veinte años con futbolistas que, en innúmeras ocasiones, le superan en edad. ¿Cómo sortea esa barrera? «Depende de la personalidad de cada uno», responde. «Al llegar a un terreno de juego hay que comportarse de la misma manera que lo haría cualquier compañero más veterano. No soy un niño, pero tengo 22 años así que, efectivamente, soy muy joven. Una personalidad fuerte ayuda mucho a dirigir un partido».

De la Fuente Ramos tiene claro cómo debe actuar sobre el césped: en su trato con los futbolistas no quiere mostrarse excesivamente dialogante, pero tampoco cortante en exceso. «Me considero una persona muy respetuosa a la hora de dirigirme a los jugadores. Si quieres ser respetado, debes respetar. Es una norma básica en la que siempre me baso para dirigir un partido. Nunca puedes ser amigo de los futbolistas, pero sí mantener una cordialidad y una educación que ayuden a ganarte el respeto».

Óliver de la Fuente ha marcado ya el 23 de junio de 2014 como una de las fechas clave en su carrera arbitral. «Es uno de los momentos más agradables. Siempre recordaré este ascenso a Segunda División y cómo he podido compartirlo con mi familia. Además, tengo otros recuerdos muy buenos. Por ejemplo, el play-off que pité recientemente [entre el Sestao River y el Nàstic de Tarragona]. Había un gran ambiente y disfruté del partido. Porque encuentros de este tipo, aunque parezca que no, siempre ayudan a los árbitros a estar más concentrados y facilitan el trabajo».

Ayer, mientras disfrutaba de sus vacaciones, se le acumularon las llamadas y los mensajes de felicitación en el teléfono. De la Fuente se acordó de personas como Jesús Zancada Lobato («nuestro referente de Valladolid en Primera División») o Félix Sánchez, del comité territorial de árbitros, y se alegró con los parabienes de sus colegas. «Son muchos las personas que han estado todo el año apoyándome».

Inglés necesario

Ahora, De la Fuente redoblará sus esfuerzos en los entrenamientos físicos (ya muy exigentes)y también en la preparación psicológica que reciben los árbitros. «Y sin dejar de lado el inglés», recalca. «Ahora mismo, uno de los requisitos que se nos pide en el arbitraje español pasa por la necesidad de manejar idiomas. Hay que estar preparados para las oportunidades que puedan surgir», dice en referencia a choques internacionales.

En estos momentos de éxito, Óliver de la Fuente Ramos no puede dejar de lado los sinsabores que, invariablemente, acompañan a cualquier árbitro en el desempeño de su función. La tecnología y otras mejoras van acudiendo en su auxilio (el ojo de halcón ya está presente en el Mundial de Brasil para aclarar los goles fantasma y el espray para delimitar barreras mantiene fielmente la distancia en las faltas), pero los errores resultan consustanciales al género humano y los árbitros no pertenecen a otra especie diferente.

«Somos personas normales. Los futbolistas entrenan una serie de cosas, y nosotros, también. A veces no se nos entiende y otras debemos vivir con el error. Cuando un árbitro falla, es el más preocupado, el que más triste se va a casa. Los aficionados claman nos ha robado, pero no es así. En esos momentos duros hay que analizar las cosas que se han hecho mal. Siempre aprenderás del error, no del acierto. La clave pasa también por mantener una mentalidad fuerte para no venirse abajo».

Óliver de la Fuente Ramos rompe récords de precocidad arbitral, pero él sigue preparándose para otro futuro laboral. «Estudio Trabajo Social. A veces cuesta compaginar todo, pero lo prioritario es la carrera. El fútbol acabará pasando. Lo que te mantendrá en la vida son los estudios y la formación».

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