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Luis Suárez y Messi tras un gol del Real Madrid

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Luis Suárez y Messi tras un gol del Real Madrid REUTERS
Contracrónica

La depresión se ha instalado en Can Barça

Sin fichajes, sin fútbol y sin ideas se vio desbordado otra vez.

Jesús Ballesteros

Jueves, 17 de agosto 2017, 01:17

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La histeria y la depresión se han instalado en Can Barça. Agosto apenas ha consumido la mitad de sus días y sólo ha hecho falta una eliminatoria ante el Real Madrid para que las vergüenzas florezcan para el común de los mortales.

La ausencia de fichajes, el estado de bloqueo que ha supuesto la salida de Neymar y el brutal pico de forma del eterno rival se han unido para que el mundo del fútbol caiga en la cuenta de una evidencia: en la zona noble del club azulgrana se han dormido, han querido vivir de las rentas y el tiro les ha salido por la culata.

Si a todo ello le unimos que Ernesto Valverde parece desbordado, el panorama es desolador y escasamente halagüeño para el barcelonismo. El técnico azulgrana terminó de hacerse el ‘harakiri’ con un sistema antes utilizado por sus predecesores, pero que en la noche madrileña se tornó en pesadilla. Un 3-5-2 en el que no hubo ni rastro de los escasos fichajes barcelonistas. Defensa de tres y con la presencia de jugadores con un mínimo protagonismo en lo que va de verano: André Gomes y Sergi Roberto poblaron una línea medular que, para colmo, se vio desbordada por el sistema de salida y rapidez del rival. Extraña sobre manera que dos jugadores colocados en la rampa de salida fuesen los elegidos para buscar la remontada.

Sin intensidad

Al Madrid le bastó con un equipo sin Cristiano o sin Isco para volver a atropellar a un Barcelona que apenas creó peligro salvo cuando Messi salía de su letargo. Lánguida y triste era la figura del argentino sobre el verde del Bernabéu. Sus apariciones fueron todo cuanto pudo ofrecer el equipo culé en el coliseo blanco. Y pensará el entorno que para esto, no es necesario análisis ni mercado estival alguno.Viendo la diferencia sideral que existe a día de hoy entre los dos grandes aspirantes a todo, bien haría el Barcelona en sentarse a pensar qué puede hacer hasta el cierre de mercado y si estos jugadores, los que ya están, pueden permitirse el lujo de salir sin ánimo ni alma al Santiago Bernabéu.

La intensidad en los clásicos no debería negociarse y, al margen de los deberes que se han quedado sin hacer por el camino, buena parte de la victoria blanca vino dada por la diferencia de pundonor puesta por ambos equipos desde el pitido inicial. Los últimos minutos del choque con alguna intentona algo más seria por parte azulgrana ni siquiera maquilla la imagen ofrecida durante los primeros 45 minutos de duelo.

Es evidente que el Barcelona apenas llega a tener un once titular en el que nadie se vislumbra como posible recambio de Messi cuando éste se atasque a la hora de resolver partidos. Del fondo de armario no se puede sacar una lectura que invite al optimismo. La pasada campaña ya quedó en evidencia el proyecto y, en ésta, queda por ver si los inminentes fichajes harán cambiar el rictus actual que luce en el rostro del barcelonista.

El Real Madrid ha arrancado la nueva temporada como acabó la anterior, ganando títulos. El Barcelona es, ahora mismo, un espectador de sus éxitos, pero no un espectador más. En su mano está que la temporada no haya acabado nada más haberse iniciado.

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