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Aitor celebra junto a sus compañeros el gol que daba la victoria al Cristo.
Tres puntos que saben muy bien

Tres puntos que saben muy bien

El Cristo gana en casa en un partido muy sufrido y ya toca con la punta de los dedos el ‘play off’

daniel de la torre

Sábado, 29 de abril 2017, 22:26

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Ganar. Eso es lo que tenía que hacer esta tarde el Cristo en La Balastera si quería estar más cerca del play off de ascenso a Segunda B.

Y eso es precisamente lo que ha hecho, aunque con más sufrimiento del previsto. Ahora hay que esperar a ver qué hace el Almazán, que si pierde daría matemáticamente al Cristo una plaza en la fase de ascenso.

La Balastera presentaba esta tarde mejor aspecto que los otros partidos de liga, y es que parece que la promoción de entradas a dos euros ha calado entre la afición local. Los dos equipos salieron al terreno de juego muy intensos, peleones, buscándose las cosquillas. El Cristo estaba jugando a buscar el error de la defensa burgalesa, pero ese error no llegaba. Javi Bueno buscaba hacer daño y Blanco se sumaba, pero nada. La posesión se repartía, el Cristo empezó mejor, pero luego fueron los visitantes los que se animaron a tener la pelota. Levas, que ha hecho un gran partido, trataba de generar peligro en las jugadas a balón parado. Pero la portería del Mirandés seguía a cero. La defensa palentina estaba muy bien también, no permitiendo llegadas fáciles de los jóvenes jugadores del equipo contrario.

Pelayo, que salió de titular, se entendía muy bien con Blanco, que peleaba cada balón. Pero de esa asociación tampoco llegaba el ansiado gol. La presión se adueñó por momentos de los jugadores del Cristo, sobre todo tras varias acciones en las que los morados se acercaron mucho a portería. Con el empate a cero inicial se llegaba al descanso.

Tras el paso por los vestuarios, el Cristo tuvo unos minutos de sufrimiento, no salió con la chispa que le caracteriza. Aunque pronto volvió a estar otra vez al nivel que había mostrado en la primera mitad. Levas conectaba con Camilo por la banda izquierda, pero el delantero morado no soltaba el balón y se le acabó haciendo de noche en el área del portero mirandés.

Al poco de empezar la segunda mitad, Lolo Infante dio entrada a Aitor en el terreno de juego. Añadía más leña a la hoguera con el objetivo de crear un incendio en forma de gol. Cada vez que la pelota le llegaba a Aitor, el Mirandés temblaba, porque el jugador palentino estaba fresco y ganaba por velocidad a sus contrincantes. Sobre el minuto 21 de esta segunda mitad, en una magnífica jugada protagonizada por Levas, Aitor estrelló la pelota en la red de la portería que cubría Moussa. Levas había llegado hasta el final del campo por la banda izquierda, y vio a Aitor en el área. Le metió un pase de la muerte que el delantero morado acertó a disparar de forma certera a la izquierda de la portería rival.

Con el gol, la grada estalló de alegría, y los jugadores respiraron aliviados. Aunque todavía quedaba mucho partido. Lolo seguía con los cambios, que le dieron más ritmo al partido. Entraron frescos Abajo y Kike, que aprovecharon su velocidad en varios momentos del juego. Blanco seguía robando balones en la zona media del campo, e intentaba también aportar arriba, pero la suerte no le acompañó cuando tuvo la ocasión.

El Mirandés se hundió tras el gol, y pasó por unos diez minutos malos, en los que el Cristo podría haber hecho perfectamente el 2-0, y es que ocasiones no le faltaron. Pero los minutos pasaban y el marcador no se movía. Los jugadores morados eran los dominadores del partido, mientras que los burgaleses trataban de no encajar más goles. Su portero, que estaba en ocasiones bastante adelantado, se la jugó más de una vez. Javi Bueno robó una pelota en el centro del campo, pero no acertó a ver que el portero no estaba en la portería, lo que evitó un gol más que probable.

En los últimos cinco minutos del encuentro, volvieron los nervios a los palentinos. Los corazones se aceleraron ante lo que supuso casi el empate a uno. El Mirandés tuvo un córner del que casi saca oro. Unai Ranero consiguió evitar a la defensa palentina y lanzó la pelota al travesaño. Al ver el resultado del disparo, Guille, que estaba realizando pocas intervenciones, respiró aliviado.

En estos últimos minutos el Mirandés iba a la desesperada. Se quedaba sin opciones a medida que pasaba el tiempo. Cuando el colegiado pitó el final, en La Balastera estalló la alegría.

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