Borrar
Camilo entra en la ambulancia que le llevó de La Balastera all hospital.
«Tampoco tengo mucho estropicio en la cara»

«Tampoco tengo mucho estropicio en la cara»

Camilo, el jugador del Cristo Atlético que recibió una patada en la cabeza se recupera sin problemas

marco alonso

Lunes, 8 de febrero 2016, 18:41

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La tragedia rondó La Balastera. Las cosas no estaban marchando bien para el Cristo Atlético, que perdía por 0-3 ante la Segoviana. Solo un milagro podía hacer que los palentinos remontaran el partido, pero el joven equipo no cayó en el desánimo y Camilo, el delantero centro, vio como un rechace del portero acabó con el balón descolgado a un metro de la línea de gol. El jugador no se lo pensó dos veces y metió la cabeza en busca del gol, pero en su afán goleador no se encontró con el balón, sino con la bota de Javi Marcos, defensor de la Segoviana, que, en su intento de despejar, le propinó una patada en la cabeza digna de un combate de Muay thai. El punta morado se desplomó, se tragó la lengua y estuvo a punto de asfixiarse, pero la rápida intervención de un médico que veía el partido desde la grada evitó un desenlace dramático.

«Sinceramente, no me acuerdo de mucho. Intenté recordar la jugada una vez en la ambulancia, de camino al hospital, pero me costaba. Creo que fue un tiro de Javi Bueno que despejó el portero y fui a por el rechace con todo, con la cabeza, y a partir de ahí no sé nada más. Desconozco cómo llegó el defensa ni nada. No tengo ni idea de nada más. Solo me acuerdo de ver a mi madre y decirle que estaba bien cuando estaba entrando en la ambulancia», explica el jugador, que después del percance fue trasladado al Hospital Río Carrión, donde se le realizaron unas radiografías y un TAC que descartaron posibles daños, razón por la cual decidió solicitar el alta voluntaria.

Las reacciones no se han hecho esperar y Camilo ha recibido un sinfín de mensajes de apoyo a su cuenta de twitter y su teléfono no deja de sonar. «Me ha dicho algún compañero del equipo que tengo la cabeza muy dura, que soy una roca y seguro que no es para tanto. Tampoco tengo mucho estropicio en la cara. Tengo el labio hinchado, un par de arañazos y poco más. Dentro de lo que podía haber sido, creo que he tenido mucha suerte», afirma el jugador, que sabe que debe la vida a Ángel González, el doctor que saltó al césped y le logró abrir las vías respiratorias, algo que no consiguieron sus compañeros de equipo porque tenía la mandíbula contraída. «Si no llega a estar el médico en el campo en ese momento quizás no hablaríamos de este desenlace. Estoy muy agradecido. Mi padre estuvo hablando con él y sí que le quiero llamar por teléfono estos días para darle las gracias en persona», concluye.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios