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Contador celebra su victoria en Ancares.
Contador y los desheredados
Ciclismo | Vuelta a España

Contador y los desheredados

El madrileño dejó sentenciada la Vuelta a España a falta de la contrarreloj de Santiago de Compostela tras una exhibición en Ancares

Benito Urraburu

Sábado, 13 de septiembre 2014, 00:16

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La Vuelta de los desheredados, la carrera de las cuentas pendientes que se juega siempre entre finales de agosto y primeros de septiembre, terminará este domingo en Santiago de Compostela con una contrarreloj de 9,7 kilómetros que no tendrá nada que decir y que presenta como única emoción conocer quién la ganará.

Alberto Contador sometió en el puerto de Ancares a un duro correctivo, físico y moral, a Chris Froome, que cuando pasó a su lado al cruzar la línea de llegada le dio una palmada en la espalda, se supone que de reconocimiento por la etapa y la carrera que ya tiene ganada.

Decimos que es la Vuelta de los desheredados porque todos los ciclistas que se la han terminado jugando llegaron a Jerez de la Frontera con cuentas pendientes. El único que apareció en un estado de pureza física y mental fue Nairo Quintana. Los demás, Contador, Froome, Valverde y Purito llegaban con muchas heridas, interiores y exteriores, que buscaban cicatrizar en las carreteras españolas.

Sólo uno lo iba a conseguir y ése ha sido Contador. Froome dejó todo lo que tenía en la carretera, todo. Su cara de sufrimiento en Los Ancares evitaba cualquier comentario. Valverde lograba el podio que no pudo obtener en el Tour y Purito conseguía uno de esos puestos que no gustan a los deportistas, el cuarto.

También hemos visto la Vuelta a España de las cuentas pendientes, al menos deportivas. Eso es lo que ha transmitido la carretera entre Contador, Valverde y Purito.

Visto el resultado final, ni aunque hubiesen colaborado habrían mejorado sus posiciones. Contador y Froome están a otro nivel. Decíamos que en Ancares se jugaría la Vuelta y lo que vimos es a un Contador imperial, dominador, que es un maestro en jugar con las debilidades del contrario, con sus necesidades, sus ilusiones.

Diferencias abismales

Consigue hasta ser irritante, en la carretera, como ayer al mantenerse a rueda de Chris Froome al que le dejó con sus vatios, su molinillo y su manera de correr, el trabajo de salir a por Purito cuando el líder de Katusha fue valiente, arriesgó y se lanzó a la desesperada para buscar un imposible.

Vimos a un Froome con Contador a su rueda, en un principio también estuvo Valverde, hasta que reventó cuando quedaban seis kilómetros, que en cuatro ocasiones intentó acelerar para poner a Contador al límite. No lo consiguió.

La diferencia entre los dos es abismal en la forma de interpretar el ciclismo: Froome intenta ahogar a sus rivales a base de ritmo y Contador, con latigazos, bailando sobre su bicicleta. Sube de pie, no todo el rato sentado, como Froome.

Lo que hemos visto en la carretera puede que no se corresponda con lo que veamos en el futuro, en el Tour, pero lo cierto es que Contador tiene algo que no posee Froome: una agilidad para cambiar de ritmo única y eso no se consigue entrenando. Es genético.

Froome es un ciclista ejemplar, un estajanovista del trabajo, de la mejora a todos los niveles, pero Contador tiene, como los deportistas que se han criado en la calle, el desparpajo que sólo se atesora sí se nace con él. Hace falta disponer de piernas. Contador le dejó todo el trabajo a Froome.

Daba un poco de pena ver al líder del Sky tirando, sin buscar ninguna ayuda, sin mirar, con un Contador soldado a él y un final que estaba escrito: le iba a atacar para ganar la etapa y meterle quince segundos. El ciclismo es así.

Sí los intereses no son los mismos, cada ciclista se tiene que ganar el pan con el sudor de su frente. Eso hizo Froome, lo que le honra. Contador le remachó dentro del último kilómetro cuando el color de la piel del inglés-keniata era de un blanquecino llamativo que le daba un aspecto enfermizo.

En eso se convierte en muchas ocasiones un ciclista a tope de forma, en un deportista que roza el límite y por tanto la enfermedad. Valverde podía con Purito, que se la jugó desde lejos. Perdió, pero fue consecuente con su forma de correr.

Dentro de diez meses volverán a verse en el Tour y hay cicatrices que nunca se cierran. Otra carrera, otra forma de afrontarla, otra manera de correr. Contador le ganó a Froome la batalla psicológica, la que nunca le había podido ganar. Ya sabe el inglés quien es el mejor escalador del mundo, con permiso de Nairo Quintana. Saben los dos que con el colombiano y Nibali, los detalles serán decisivos. Hasta que lleguen esas situaciones, la vuelta de los desheredados la ha ganado Contador. Todos, menos Purito, han arreglado en cierta medida su temporada.

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