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Dani Rodríguez, ante Bravo, Tsiaras y Garrido. MERCHE DE LA FUENTE
Nada personal, solo negocios

Nada personal, solo negocios

El Quesos Cerrato vuelve a decepcionar y sufre su tercera derrota seguida, esta vez ante un Melilla liderado por los ex Bravo y Garrido

RICARDO S. RICO

Sábado, 7 de marzo 2015, 00:18

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«No es nada personal, son solo negocios», les dijo Nacho Lezcano a Carles Bravo y a Quique Garrido la pasada pretemporada. El técnico del Quesos Cerrato quería cambiar de pistoleros, de hombres de confianza y con gatillo fácil, y el alero y el base catalanes hicieron las maletas rumbo a Melilla. Fichó para el perímetro a Romà Bas, inédito toda la temporada por una rotura del ligamento cruzado anterior, y a Jon Cortaberría, castigado también este año por las lesiones. Y a Dani Rodríguez, que todavía no ha dado el do de pecho en Palencia, para acompañar a Forcada en la dirección. Bravo y Garrido llevaron, pues, sus metralletas a la ciudad autónoma, pero este viernes las trajeron con munición. «Dinero y amistad... agua y aceite», parecían decir sus caras antes del partido. Nos paga Melilla, no hay sentimentalismos en la pista, se leía en su rostro. No los hubo. Los trece puntos del escolta y los once del base, más los trece de Wright, guiaron a los de Alcoba al triunfo en el Marta Domínguez, que pitó a su equipo al final del encuentro tras la tercera derrota seguida, en una caída hacia el vacío para la que parece no tener red el técnico Nacho Lezcano.

No empezó muy bien Bravo el partido, fallando sus tres primeros intentos desde la línea de 6,75. Carles y Quique salieron en el cinco inicial del Melilla, pero el más activo en el equipo de Alcoba era Devin Wright, que se las tenía en la zona con Urko Otegui y Arteaga. Los cinco primeros puntos de su equipo los anotó Wright, que perdía 11-8 a menos de tres minutos para el final del primer cuarto, tras el triple de Garrido en su segundo intento. El Quesos Cerrato estaba más acertado en la zona contraria, con Forcada y Urko como más destacados, y así se llevó el primer cuarto por 17-10, con el triple final de Fornas casi sin calentar desde el banco. Hasta el momento no había vendetta. El uno de ocho en triples del Melilla era una losa, y el 3/9 en tiros de dos, la primera letra del epitafio.

Arteaga, otro de los que hacía daño en la zona melillense, tomó el relevo anotador en el segundo cuarto, y con cuatro puntos de pívot y el triple de Dani Rodríguez, llevaba al Quesos Cerrato a la máxima ventaja (24-14), lo que obligó a Alcoba a pedir tiempo a falta de 6:50. Mano de santo. Almazán, con dos canastas y Quique Garrido, con su segundo triple, colocaban 24-21 al Melilla a falta de 5:23, obligando a Lezcano a pedir tiempo. 0-7 de parcial en poco más de un minuto.

Bravo volvió con ganas desde el banco con una canasta y un triple desde más de siete metros, y Garrido se encargó de dar la primera ventaja en el partido al Melilla (27-28, a 3:17), ampliada con la canasta de Gatell tras asistencia de Bravo. «No es nada personal, solo son negocios»... O sí, que cada uno piense lo que guste. El caso es que con Garrido y Bravo en la pista, el Melilla se mostraba más dinámico y el Quesos Cerrato, más obtuso. Bravo y Garrido daban la vuelta a la tortilla (seis y ocho puntos al descanso), estaba por ver si cambiaban la cena por butifarra al final. Aún así, el equipo de Nacho Lezcano se marchaba empatado al descanso (31-31), pero el mal sabor de boca del segundo cuarto (14-21) apenas lo disimulaba el bocadillo. Muy tristes los de Lezcano, y eso que los de Alcoba tampoco eran la alegría de la huerta.

Había que cansar a Garrido, motor del Melilla (más con la baja de Eric Sánchez y los problemas físicos de Butterfield), y apretar los dientes atrás. Wright volvía a dar señales de vida en la reanudación, pero Gantt no ha aparecido desde su fichaje. Seis puntos del ala pívot del Melilla volvían a dar ventaja a su equipo (36-37), pero el juego en ambos equipos brillaba por su ausencia. Qué mal los dos, con tantos tiros errados y pases fallidos. A todo esto, Bravo a lo suyo. El escolta catalán anotó su noveno punto con un triple y colocaba al Melilla cuatro arriba (36-40), obligando a Nacho Lezcano a pedir tiempo muerto. Sucedáneo de Quesos Cerrato, queso de untar a lo sumo, con tostada de la buena, eso sí. Ni Arteaga, ni Urko, ni McDowell, ni nadie... 9-9 de marcador en siete minutos del tercer cuarto lo dicen todo de unos y otros.

Con 40-42, marcador de colegio más que de LEB Oro, se entraba en los dos últimos minutos, y al triple de Garrido respondía Gantt (sí, no es un error) con otro, pero al final del tercer cuarto el Melilla ganaba 45-47. Un cuarto horrible, pleno de imprecisiones y érroneos lanzamientos, que auguraba un final de encuentro angustioso.

Sin rotación exterior por las bajas de Cortaberría y Justo, el Quesos Cerrato llegaba cansado al último cuarto. Ahora bien, el ostracismo de Fornas no se entiende. El Melilla no iba sobrado de energía, tampoco es que digamos. McDowell, con un triple, devolvía la ventaja al Quesos Cerrato (50-49) a falta de 7:20, pero Butterfield y Almazán volvían a colocar tres arriba al Melilla. Se endurecían las defensas, y Fornas desempolvado del banquillo, lanzaba dos triples sin calentar que colocaban a los de Lezcano 56-53, con cinco minutos por jugarse. Efecto Roger, que se llama. Contagiado, McDowell anotaba otro lanzamiento de tres, y Alcoba frenaba la sangría con 4:23 por jugarse y 59-53 en el marcador. Parcial de 9-0 para frotarse los ojos. Quedaba Bravo, no nos olvidemos. Cuando peor pintaba para el Melilla, cinco puntos del escolta acercaban de nuevo a su equipo (59-58) y Tsiaras, con otro triple, colocaba dos arriba al Melilla (59-61, a falta de 1:40).

Taponaban a Dani Rodríguez, y el Quesos Cerrato caminaba por el alambre. Nuevo tiempo de Lezcano, con 31 segundos por jugar y balón para el Melilla. Falló Butterfield, Urko se llevó un manotazo, y nuevo tiempo muerto en la pista. Había tiempo para una sola jugada, con 22 segundos y balón para el Quesos, pero Urko se hizo un lío y McDowell, en la desesperación, cometió falta sobre Bravo, que anotó uno de los dos libres. 59-62 y tres segundos por jugarse, con nuevo tiempo de Nacho Lezcano. Un triple o morir. La responsabilidad fue para Quinn McDowell, que no pudo llegar ni a lanzar. Un segundo, y tiempo de Alcoba. No había nada que hacer. Solo sacar de banda y escuchar los pitos del Pabellón Municipal Marta Domínguez, que no digiere nada bien la marcha del equipo. «No es nada personal, solo negocios», se oía decir a Bravo y Garrido camino del vestuario. ¿Cuántas veces habrán visto El Padrino estos días?

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