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Urko Otegui protege el balón ante Michael Fakuade, este viernes, en el Pabellón Marta Domínguez.
El Quesos Cerrato consigue una victoria surrealista ante Força Lleida

El Quesos Cerrato consigue una victoria surrealista ante Força Lleida

Los palentinos ganan en un partido extraño, en el que cuajaron un tercer cuarto para olvidar y arrollaron al rival en los últimos diez minutos

Ricardo Sánchez Rico

Sábado, 6 de diciembre 2014, 00:51

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Les digo una cosa. Si contemplo un cuadro de Kandinsky o de Miró, igual entiendo más que si analizo el partido de este viernes entre el Quesos Cerrato y el Força Lleida. Al menos contaría con la Larousse, con sus ilustraciones, para saber qué querían mostrar tales genios con sus trazos y colores. Pero ni aunque me ayudara Ettore Messina o Pat Riley acertaría a comprender que pasó este viernes en el Pabellón Marta Domínguez. ¿Cómo explicar que un equipo que aspira a todo este año en la Liga LEB Oro pueda acabar el tercer cuarto con tan solo dos puntos anotados y un parcial de 2-14? Que se lo pregunten al Quesos Cerrato. ¿Cómo un equipo que, tras ir perdiendo al descanso por 31-23 y hacerle ese parcial al conjunto de Lezcano en el tercer cuarto, se deje anotar 25 puntos en los últimos diez minutos y solo haga nueve puntos? Que se lo pregunten al Força Lleida. Servidor recurriría a Iker Jiménez, a ver si en Cuarto Milenio aportan algo de luz sobre el Expediente X en que se trocó el encuentro. Que lleven a ufólogos y a un santero de Haití. El caso es que en el surrealismo, en esa abstracción desmedida, vencieron los de Nacho Lezcano, que comparten el liderato ahora con el Planasa Navarra y el Ourense, los tres con siete triunfos, pero el equipo de Pamplona con un partido más. Sin duda es esta una Liga LEB Oro loca, una montaña rusa en la que tan pronto está uno en la cresta como en la sima. Ahora bien, el Quesos Cerrato no puede permitirse hacer cuartos como el tercero de ayer ante el Lleida.

Los dos primeros al menos fueron aceptables para el equipo de Nacho Lezcano, sobre todo el primero, con la línea exterior enchufada y con Dani Rodríguez ejerciendo como el base anotador que es. Siete puntos para él en el primer acto, cinco para Cortaberría, cuatro para Huertas, tres para McDowell... El Lleida era una hermanita de la caridad, fallón en ataque, y el equipo de Lezcano se colocó con diez de ventaja (15-5), renta que mantuvo al final de ese primer cuarto (21-11).

En los segundos diez minutos, el Lleida todavía estuvo peor (se fue al descanso con 2/14 en tiros de tres y 7/20 en tiros de dos), pero no le fue a la zaga el Quesos Cerrato, que no obstante mantuvo la renta antes de retirarse a los vestuarios (31-23). Oliver Arteaga se entonó algo en ese cuarto, con cinco puntos, aunque el canario parece aterido por el frío, y el veterano Alzamora era el único que se salvaba de la hoguera en los ilerdenses.

El esperpento llegó en el tercer cuarto, cuando el Quesos Cerrato justificó los miedos del Pabellón Marta Domínguez. Aún no había habido pájara, un cuarto made in Palencia de los de esta temporada, y los de Lezcano les brindaron el mayor de los ridículos. Dos puntos en diez minutos anotó su equipo, una canasta de Dani Rodríguez, la primera del cuarto, nulo el Quesos Cerrato en ataque y muy blando en defensa, con un Kahlig letal desde el perímetro (diez puntos anotó en el periodo), lo que llevó al Lleida a un parcial de 0-14 y un marcador final en ese acto de 33-37. Increíble, qué negación de equipo.

El público se temía lo peor, pero dos triples de Cortaberria y de Urko Otegui (el mejor en el último acto, reboteando cual coloso, con catorce capturas al final del duelo) devolvían la delantera al equipo de Lezcano. Kahlig trataba de mantener al Força Lleida, pero los de Joaquín Prado se diluyeron hasta evaporarse, con un parcial de 20-3 en contra que les hizo añicos (53-40, a 2.41). Otro caso para el desaparecido Jiménez del Oso. Al final, 58-46, pero a mí que me lo expliquen.

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