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Sergio Muñoz tiene por delante un duro trabajo para rescatar estas cepas que crecen a ras de suelo. Agapito Ojosnegros Lázaro
El viñedo de las dunas

El viñedo de las dunas

El sumiller y elaborador Sergio Muñoz rescata 25 hectáreas de viñedo prefiloxérico para intentar revertir la despoblación en Adrados

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Sábado, 2 de junio 2018, 19:18

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El viñedo es la punta de lanza» para revertir la despoblación. Entre los requisitos que recoge el proyecto de Sergio Muñoz está el de contratar a familias con hijos. «Con dos familias conseguiríamos abrir el colegio», para empezar, explica Muñoz, que de la mano de un amigo llegó un buen día a la localidad segoviana de Adrados –de 138 habitantes– para conocer un viñedo viejo, familiar. Y, como indica: «El sitio me enamoró».

El sitio eran unos «majuelitos de apenas 1,5 hectáreas» que llevaban algo más de una década sin cuidados tras fallecer quien se encargaba de ellos, el abuelo del camarada de Sergio, amigo que le propuso recuperarlo. Imposible decir que no a esta propuesta cuando se lleva la vitivinicultura en vena. Sumiller, elaborador, distribuidor de vinos, con tradición familiar en el mundo del vino y la viña, al segoviano le sedujo un viñedo que, además, de ser prefiloxérico, «está en la duna castellana, en terreno arenoso de Tierra de Pinares. Todo un patrimonio histórico y medioambiental, muy nuestro, que poca gente tiene en Europa. El milagro es que está en la duna», enfatiza.

Con el irreversible efecto del dulce veneno inoculado en el torrente sanguíneo, lo primero era saber si el viñedo era viable. Tras realizar unas pruebas vieron que se está a tiempo de rescatar esas viñas que crecen en rasta, a ras de suelo.

Después de desenterrar varias vides para comprobar su vitalidad, llegó el momento de sudar la camiseta, pero en el despacho, para documentar un plan sólido cuyo fin principal es revertir la despoblación que sufre Adrados. Combatir el éxodo rural con un proyecto vitivinícola que creará sinergias (turismo, hostelería, alojamientos…), basado en la recuperación del patrimonio natural. La forma de financiación es el 'crowdfunding', el micromecenazgo, pequeñas aportaciones de tres tipos que propone a empresas y particulares. Para el primer impulso inversor la captación se centra en las primeras, pues la cuantía oscila entre los 100.000 y 150.000 euros. A día de hoy ya hay unas cuantas firmas que han mostrado su interés, importantes compañías de segovianos que labraron su futuro empresarial fuera de la provincia.

A partir de ese impulso económico se abrirá las puertas a los pequeños colaboradores, pues la inversión fuerte es necesaria en esta primera fase para rehabilitar las 25 hectáreas que finalmente gestionará Sergio en régimen de explotación, tras los acuerdos que está firmando con múltiples propietarios al tratarse de viñas antiguas que, exponencialmente, las sucesivas herencias han fragmentado. Como contraprestación los propietarios de las viñas recibirán un 25% de los beneficios, mientras que los mecenas acceden a diferentes paquetes que comprenden vino y otros presentes. Las empresas, además, verán su logotipo en las parcelas y en otros soportes publicitarios y difusores del proyecto, entre otras compensaciones.

Vinos blancos

Lo primero será recuperar unas vides que, aunque abandonadas, todavía sobreviven. De no hacerse pronto una profunda intervención entrarían en un punto de no retorno. Se está a tiempo «pues han estado bien cuidadas toda la vida», indica Sergio Muñoz, quien explica que «el próximo año realizaremos una poda muy agresiva transformando la rasta en vaso, reconduciendo cada vid y regenerando la madera». Estos trabajos necesitarán mucha mano de obra pues la disposición del viñedo impide mecanizar, además su densidad es muy grande, unas 4.000 cepas por hectárea.

La idea es que en cuatro años se puedan elaborar los primeros vinos, dedicando los años previos a identificar el tipo de variedades –de momento, verdejo y dos albillos–y a probar elaboraciones y experimentar con maderas como la del cerezo, el nogal y el roble. De ese trabajo nacerán tres vinos blancos de alta calidad que no superarán las 30.000 botellas de producción, ya que no se vendimiarán más de 50.000 kilos de uva al ser viñedo de entre uno y dos siglos. Y con el tiempo, la idea es construir una microbodega. El tipo de viticultura será biodinámica, sin químicos. Solo y excepcionalmente se utilizará algún tratamiento en caso de grave peligro para la viña. No pueden permitirse el lujo de perder este patrimonio por una enfermedad inoportuna. «Aplicaremos principalmente la lógica», sintetiza Sergio.

Esta forma de hacer necesita mucho personal, lo que propiciará que se asienten nuevos residentes en el pueblo. «Tenemos familias localizadas», relata Sergio, quien señala que los empleados fijos serán aquellos que vengan con la familia. El perfil de los candidatos es el de trabajadores cualificados, de empresas de Madrid, «que quieren vivir en el medio rural», saturados por la ciudad. De esta forma, pretenden abrir brecha para que otros urbanitas decidan asentarse en Adrados, pues gracias a las nuevas tecnologías y al teletrabajo pueden compatibilizar vida laboral y familiar en un lugar que regala calidad de vida «y que está a menos de una hora de Valladolid y Segovia».

Documentación

Sergio Muñoz ha plasmado el proyecto en un documentado dosier donde recoge datos históricos del viñedo de Adrados, geológicos de la zona… y otros como los propios de su iniciativa, que opta a una beca de la Universidad de Harvard (EEUU) dedicada a premiar proyectos enfocados a revitalizar el medio rural. Han sido muchas horas de bucear en archivos, de estudiar dos tesis doctorales, de ver todos los detalles técnicos y estudios económicos y trasladar todo eso al papel.

Asimismo, el segoviano cuenta con el respaldo de amigos e importantes personalidades del sector, como el Master of Wine Norrel Robertson, escocés afincado en España desde hace más de 15 años.

Con el aporte de pequeños granitos de arena la duna castellana que moldea el entorno de Adrados pronto volverá a dar sus mejores frutos, recuperando para el pueblo parte de su patrimonio vitivinícola y, el más importante: el humano. Pues sin este segundo el primero ni es posible ni tampoco tiene sentido.

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