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Jueves, 16 de noviembre 2017, 13:40
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Poesía entre zapatos. Unos viejos, otros a estrenar, la mayoría desgastados por el paso del tiempo. Les hay de tacón, también planos, deportivas, modelo alpargata. Rojos, negros, alguno blanco. Zapatos, en el verso de Aganzo, «que no quieren seguir adelante / presumen el aliento de los lobos...». Zapatos del 38. Del 42. También del 35, precisamente el año en el que Pablo Neruda fundó en España ‘Caballo verde para la poesía’, la revista que vio trabajos de Miguel Hernández, Alberti, Guillén,... prácticamente la Generación del 27 al completo.
Un modelo que encuentra una nueva versión, seguramente alejada de aquella pero con un aire moderno y con la luz que desprende la nueva poesía. El segundo número de la revista ‘Zapato de niebla para la poesía’ subió ayer el telón en el Laboratorio de las Artes Escénicas (LAVA) , y lo hizo apoyado en una escenografía tan original y transgresora como el propio editor que se esconde detrás. José Noriega vistió este nuevo proyecto sin lazos ni cascabeles, y con una puesta en escena que cautivó a los presentes.
Por un escenario repleto de pares de zapatos, «unos zapatos de niebla, siempre blandos, húmedos y misteriosos», que diría Noriega, fueron desfilando, una por una, las voces que dieron vida a los poemas publicados en este segundo número. Poemas de Rodolfo Häsler, Eduardo Moga, José María Parreño, Antonio Lucas, Luis Ángel Lobato, Tomás Sánchez Santiago, Carlos Aganzo, Tugrul Tanyol y Alfonso López Gradolí.
Junto a los zapatos, un atril, un perchero y una pecera plena de simbología. «El lugar de un hombre no es más amplio que el agua de esta pecera», apuntó el mecenas, empequeñecido por el mundo actual, «soy como este compañero pez: doy vueltas en mi homeopática y húmeda patria buscando un paisaje diferente». Por allí, por delante del pez, desfilaron las voces de Eva Moreno, Javier Calaveras, Soledad Fernández de la Mora, Gonzalo Francoblanco, Charo Vergaz y el propio Aganzo, en un recital de poemas introducidos por los pequeños y atinados ‘esketches’ del mimo Jesús Puebla.
El paso del tiempo, el hombre atrapado entre cuatro paredes, el trabajador en el campo, el pájaro que no encuentra destino,... Escenas entendidas también como argumentos de la propia poesía que aportaron a la escenografía un plus de misterio a cada uno de los versos –«cuando llegue la muerte no estaré allí» o «ahora sé que lo tuve todo y solo falté yo»–.
Noriega explicó en su final cómo nació este proyecto editorial, del que dijo no habrá tercer número por encontrarse trabajando ya en ‘Poética de palo’, «un total de 1.095 xilografías en ideogramas y conceptos poéticos para que los poetas puedan trabajar sobre ellos». Un proyecto que, al igual que la revista, ha nacido en Velliza. «Un amigo me dijo en su día que se vendía material de impresión, y de repente me encontré con 600 kilos de plomo en Velliza –su lugar de residencia–», relató sobre la concepción de ‘Zapato de niebla para la poesía’. Una revista que no verá ese tercer número dedicado a la poesía actual escrita por mujeres... O sí.
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