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'Tierra de nadie', quiere 'salvar' a los pueblos de la despoblación

'Tierra de nadie', quiere 'salvar' a los pueblos de la despoblación

El programa de Jordi Évole viajó hasta las provincias de Soria y Cuenca para hacer un retrato de la España rural en la que tan solo viven 8 personas por kilómetro cuadrado

M. E. García

Lunes, 13 de marzo 2017, 12:13

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Minutos antes de que comenzara 'Salvados: Tierra de Nadie' el presentador, Jordi Évole dedicaba el programa a José Labordeta, alguien que sabía mucho de ese paisaje desolado de gran parte de la Península Ibérica conocido como Serranía Celtibérica. Este territorio tiene la particularidad de que es el más despoblado de Europa y el más envejecido.

La primera parada fue Utrilla, una pequeña localidad soriana que se encuentra a 70 kilómetros de la capital en la que tan solo habitan ya unas 50 personas, todos ancianos. El programa comenzó con Eusebio y Pedro comentando las últimas noticias a la vera de una 'tablet' mientras lamentan lo vacío que se ha quedado su pueblo.

Además de charlar con los dos ancianos el programa también entrevistó a un enfermero rural, que admitió no haber antendido a más de 5 personas jóvenes en 25 años. Y a Víctor y Vicky, un matrimonio que, cuando cerraron las tiendas que tenían en varios pueblos, montaron un negocio de reparto a domicilio ante la necesidad de las personas que vivían en las localidades, casi todos muy mayores y sin posibilidad de salir del pueblo. Utrilla, la localidad en la que se centró la primera parte de 'Salvados' no cuenta con ningún autobús hasta la capital.

Ellos dieron testimonio del abandono por parte de las instituciones: «Yo traería al presidente de la diputación de Soria para que se diera una vuelta». Y es que su marido, que reparte los pedidos por toda la provincia se ha convertido una especie de vigilante de los ancianos. «Sois casi como los servicios sociales», comentó el presentador. Ellos, reconocieron que los hijos solían llamarles para preguntar por sus padres y añadir algo más a la lista de la compra. Además, se sienten orgullos porque, gracias a ellos, esas personas han mejorado su alimentación.

La siguiente parada del programa fue Chumillas, en Cuenca, otro de esos municipios de la Serranía Celtibérica que quiso dejar un rayito de esperanza. Y es que este pueblo, en parte gracias a su alcalde, Pedro de Verona, había conseguido reabrir la escuela y duplicar su población de unos 25 a unos 50 vecinos.

Pedro reconoció que lo habían tratado de loco cuando lo primero que se propuso fue abrir el colegio. También denunció que «los gobiernos pasan de nosotros, no se acuerdan del mundo rural», y explicó que les es imposible implantar la administración electrónica ya que no tienen Internet: «Sólo hay un wifi y funciona cuando quiere». Añadió que «la fiscalidad debería ser más barata en un pueblo y no lo es»: «Tenemos todo más lejos, un instituto, un hospital».

A pesar de que se mostró seguro de que su pueblo tenía futuro no pudo evitar criticar hasta a sus propios vecinos: «Los habitantes del pueblo somos la mayor amenaza para la despoblación. Nos han dicho tantas veces paletos que nos lo creemos», afirma Pedro.

Évole también se encontró con Almudena, una mujer que había decidido regresar a su pueblo para abrir una casa rural y se encontró con una familia que no apoyó su decisión.

Otra de las entrevistadas fue una de las dos maestras del colegio, Ángela. Ella se mostraba contenta por trabajar en un pueblo a pesar de contar con varios cursos en la misma aula: «Mi compañera tiene niños de 3 a 6 años y yo de 7 a 12». Y, aunque se muestra satisfecha quiso denunciar que no existe ningún plan de educación que contemple una situación de este tipo. También explicó como desarrollaba su trabajo: «Explico, corrijo y hacen sus tareas de manera simultánea».

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