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Valla de 18 metros de ancho y cuatro de alto instalada frente a la iglesia de San Pablo con motivo del Festival de teatro y Artes de Calle de Valladolid (TAC). Henar Sastre

La valla de la vergüenza llega al corazón de Valladolid

El escultor vallisoletano Eduardo Cuadrado participa en el TAC con una obra de 18 metros instalada frente a la fachada de San Pablo que denuncia la crisis de los refugiados

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Martes, 22 de mayo 2018

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Desde que cayera el muro de Berlín en 1989, las cabezas pensantes que gobiernan este mundo viven empeñados en elevar nuevas barreras que refuercen más si cabe el significado del término frontera. Aquel mes de noviembre se cifraban en once el número de vallas fronterizas. Casi treinta años después se contabilizan más de setenta en todo el mundo, justificadas por el miedo que han sembrado los conflictos internacionales, la crisis de refugiados y los ataques terroristas. Inspirados en caprichos como el de Trump de querer ampliar el hormigón que separa Estados Unidos y México, el que pretende aislar a los pobres de los ricos en distintos países de América Latina, el que divide el enfrentamiento de Israel y Gaza, el de las dos Coreas, o en las vallas que sepultan los sueños de los inmigrantes en Ceuta y Melilla, cada vez son más los artistas que han incluido este fenómeno entre sus proyectos denuncia. Es el caso del escultor vallisoletano Eduardo Cuadrado, que en su tercera participación en el Festival de Teatro y Artes de Calle (TAC) llevará este miércoles 23 a las puertas de la iglesia de San Pablo una instalación que imita la valla de la vergüenza -ya está instalada-, y de la que cuelgan un puñado de inmigrantes. «No hago bocetos, la obra fluye sola con una intención bien clara de buscar la reflexión del espectador», explica.

'Sombras de ilusión', como ha sido bautizada, es una instalación de 18 metros de largo y cuatro de alto que permanecerá frente a la fachada de San Pablo durante los días 23 a 26 de mayo entre las 12 y las 24 horas ininterrumpidamente, con el apoyo musical del violonchelista Carlos Fernández Buey.

El escultor vallisoletano Eduardo Cuadrado posa tras su obra en su estudio de Fuensaldaña.
El escultor vallisoletano Eduardo Cuadrado posa tras su obra en su estudio de Fuensaldaña. H. Sastre

Esta obra nueva nada –«y todo»– tiene que ver con una trayectoria, bien reconocible entre el público, de hombres –en su gran mayoría– huecos. El náufrago que 'pasea' por la Diputación, el comediante de la plaza de Coca, el ahogado por la soga en Serrada,... Veinte años encadena ya Cuadrado oscureciendo unas figuras que se han convertido en familiares dentro del paisaje urbano, en un proceso de creación en el que predomina el uso del metal, la fibra de vidrio, el poliéster y el plástico.

Cuadrado parece conversar con uno de sus hombres de polvo de hierro.
Cuadrado parece conversar con uno de sus hombres de polvo de hierro. Henar Sastre

Al contrario que en sus dos anteriores participaciones en el TAC, en esta ocasión ha huido de los habituales altares para coger el conflicto de los refugiados por donde más nos duele. Por la valla que levanta el propio ser humano para dejar colgados a otros. El artista vallisoletano ha cogido a los muñecos para vestirlos de poliéster y alambres, y rociarlos con su inconfundible polvo de hierro y de bronce para que cuelguen de nuestras conciencias.

Una instalación que abrirá también una puerta a la interacción del público, ya que durante los cuatro días de exposición, el espectador podrá aportar su visión dejando un mensaje en una urna. Una vez retirada de San Pablo, se trasladará hasta el Laboratorio de las Artes de Valladolid (LAVA) donde permanecerá a la vista del público.

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