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Gabino Diego, en su interpretación en la obra 'El apagón'. El Norte
Gabino Diego y los andares del 'rey planeta'

Gabino Diego y los andares del 'rey planeta'

En su vuelta a Valladolid con la comedia 'El intercambio', viernes y sábado en el Teatro Zorrilla, recuerda con especial cariño su papel en ‘El rey pasmado’. «Un historiador me felicitó por lo mucho que me parecía al caminar a Felipe IV», ironiza

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Jueves, 8 de marzo 2018, 20:51

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Un buen día, un maestro del humor como Tony Leblanc le agarró del hombro y le dijo: ‘Gabino, debes saber que es infinitamente más fácil hacer de tonto que de semitonto’. Le estaba diciendo sin decírselo que nadie como él para agarrar personajes de inocencia extrema. Como aquel Gabino imberbe que se estrenó en ‘Las bicicletas son para el verano’ en el 83, como el personaje mudo que le reportó un Goya en ‘¡Ay Carmela!’, el frágil y desvalido de ‘Belle Époque’ o el de atolondrado que tanta huella dejó por estos lares en ‘El rey pasmado’. Aquel monarca adicto al sexo de extraordinario parecido con Gabino Diego (Madrid, 1966) le unió para siempre a Valladolid y a una tierra que solía visitar siempre que pasaba con su padre camino de Asturias, y a la que regresa el viernes y el sábado, en el Teatro Zorrilla, en plena gira de ‘El intercambio’. El actor con aspecto de haberse levantado de la siesta a cada momento vuelve a sacar del armario al personaje más inocente del mundo para interpretar una obra de sexo, amor, ternura e infidelidad.

Una obra no apta para todos los públicos, entonces.

–No lo es. Es la historia de un matrimonio que lleva más de 20 años juntos y de repente para celebrarlo, mi mujer me regala un intercambio de parejas. Pero la noche no será como ellos esperan. Mi personaje, que es el colmo de la ingenuidad, cree que va a estar con una brasileña espectacular y su mujer con un tío horroroso, y detrás de todo esto hay un plan.

Un papel ‘made in’ Gabino Diego.

–No creas. Me cuesta más trabajo este tipo de personajes porque soy más de personajes de composición, crear por ejemplo un yonqui, un americano,... Este tipo de personajes me cuestan menos que los que tienen que ver conmigo. En este en concreto es el colmo de la ingenuidad y tiene que hacer creer al espectador lo que le está pasando. Hacer de malo cuesta menos porque quién no lo ha sido alguna vez.

Fue Tony Leblanc quien dijo que ‘es más fácil hacer de tonto que de semitonto’.

–Sí. Y lo que quiso decir es que hacer de tonto es muy fácil, mientras que para hacer de semitonto tienes que darle verdad. Muchas veces los tontos son los más listos. Yo, en concreto, he hecho muchos tontos y muchos semitontos.

«Soy más de componer personajes, me cuesta más los que tienen que ver conmigo»

¿Y se siente encasillado por ello?

–Bueno, he hecho muchos personajes a lo largo de mi carrera, aunque sí es verdad que no es fácil hacer creíble que el semitonto, pudiendo parecer tonto, a la hora de la verdad acaba siendo el más listo. Casi siempre me he dedicado a hacer personajes dramáticos, personajes que sufren. Es por lo que yo me agarro siempre al drama, y al hacerlo muchas veces te pueden salir semitontos por esa base dramática.

Y ya que hablamos de hacerse el tonto, ¿es de los que mira hacia otro lado o se moja en terreno de igualdad?

–Esta función le da un muy buen trato a las mujeres. Eso que vaya por delante. Sé que es un tema delicado, pero siempre he pensado que el problema es de seres humanos que se tienen que respetar. Es injusto que una mujer tenga que cobrar menos por el mismo trabajo que desarrolla un hombre, y más aún que se dé por asumido. Pero bueno, también hay hombres explotados. No creo que haya que plantear el debate hombre o mujer.

Una de las escenas de la obra con Gabino Diego y Teté Delgado sentados en el sofá.
Una de las escenas de la obra con Gabino Diego y Teté Delgado sentados en el sofá.

‘El intercambio’ habla de sexo pero también de amor y de comprensión en la relación de pareja.

–Es una función divertida y desenfadada en la que, entre otras cosas, se habla de la generosidad que tiene que haber en la pareja. Además de la obra, se ha hecho también una película que aún no se ha estrenado.

Si hablamos de infidelidad, pocos tan autorizados como su ‘rey pasmado’, que no entendía de casadas, viudas o solteras, y que tuvo más de treinta hijos.

–Era un rey que hacía lo que le daba la gana. Fíjate que en aquella época las mujeres llegaban a decirle: ‘No se fije en mí majestad, que no tengo vocación de monja’. Lo decían porque aquellas mujeres se quedaban embarazadas y las mandaban a un convento.

Aquel Felipe IV le unió mucho a Valladolid.

–Mucho. Presentamos la película en Valladolid y recuerdo que vinieron los hijos de Torrente Ballester. La verdad es que guardo muy buen recuerdo de aquel estreno. Y luego, claro está, su extraordinaria gastronomía, allí me dieron el premio Olid Meliá precisamente por ‘El rey pasmado’,...

¿Es el papel del que se siente más orgulloso?

–No. Me siento orgulloso de todo lo que he hecho. Lo más importante es tener la suerte de que te ofrezcan un papel bonito. Luego ya viene hacerlo bien y que la película guste al público, porque de nada sirve hacerlo bien si luego no lo ve nadie.

¿Necesitó visitar la ciudad para preparar aquel personaje?

–No exactamente. Sí recuerdo que conté con la opinión de algún historiador y uno de ellos, curiosamente, me felicitó después por lo mucho que me parecía al caminar a Felipe IV. En los andares.

¿Es usted, entonces, el único ser vivo que ha visto caminar a Felipe IV?

–Pues por lo visto, no sé quien ha podido comprobarlo para decirme que me parecía mucho, cuando lo que hice simplemente fue buscar una manera de caminar para hacer el personaje.

¿Tanto le marcó el monarca vallisoletano?

–Pues sí es verdad que me pareció muy interesante porque era un rey que, además de gustarle las mujeres y los enanos, era tan especial que también apoyó el arte y la cultura. No todos pueden decir lo mismo.

«Dice mucho de Felipe IV como rey que financiara a Velázquez e hiciera posible que 'Las Meninas' fuera una realidad»

Cierto. ¿Sabía que escribía versos?

–Sí, sí. Solo el hecho de hablar de un rey que financió a Velázquez y que hizo posible que viera la luz el cuadro de ‘Las Meninas’, una obra vanguardista para la época, ya dice mucho de él. Era un rey sensible al que le interesó más el arte que la guerra.

¿Qué opinaría el rey planeta de lo que sufre la cultura en la actualidad?

–Pues le daría mucha pena como me da a mi. Y pensaría, como yo, que todo parte de la educación. La base de todo es invertir en educación para tener personas más formadas. La cultura es vital para el ser humano y su formación.

Después de más de treinta años en la profesión, ¿no le da la impresión de que el debate no se ha movido un solo centímetro y no ha evolucionado?

–Está comprobado en otros países que invertir en educación es ahorrar en problemas en el futuro, además de tener ciudadanos más cultos y formados. No tiene sentido que ahora no se llegue a un acuerdo para hacer un Pacto por la Educación. Hay veces que parece que los políticos están pensando en las elecciones en lugar de pensar que es algo fundamental que nos afecta a todos.

En su caso hubo de pasar por todos los escalones antes de alcanzar el Goya por su interpretación en ‘¡Ay Carmela!’. ¿Qué valor le da a los premios?

–He estado nominado cuatro veces a los Goya y es muy bonito recibirlo, pero para mí el premio es que tu trabajo se valore y guste al público. Ése es el premio, todo lo demás es secundario.

«¿Cómo no me va a preocupar o que pasa en Cataluña si hasta tengo dos apellidos catalanes, Alió y Poc?»

Su primer contacto con el público fue tocando la guitarra en el Metro, ¿ayuda a quitarse los miedos a la hora de subirse a un escenario?

–Bueno, fue una etapa más en mi vida de la que estoy orgulloso. No es que me sirviera porque luego hay que formarse en interpretación, que es lo que verdaderamente te ayuda después en una obra de teatro o en una película.

¿Se queda con algún género en particular?

–No. Es cierto que lo que tiene de bueno el cine es que queda para toda la vida por muchos años que pasen, pero yo soy muy feliz haciendo teatro. Ya lo hacía en el colegio, y sigo disfrutando mucho sobre un escenario haciendo comedia o lo que sea.

¿Algún final atisba para el sainete catalán?

–Pff. No me preguntes eso. Yo me he sentido siempre muy querido allí y me preocupa, claro que me preocupa como pueda acabar. Quiero a Cataluña y me siento catalán como también cántabro, asturiano o madrileño. De hecho tengo dos apellidos catalanes por parte de bisabuela, Alió y Poc.

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