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Desde la izquierda, Javier H. Estrada, Giovanni Ottone,Ahmet Boyacioglu y Zeki Demirkubuz, junto al traductor .
Una mirada hacia la identidad otomana

Una mirada hacia la identidad otomana

Varios especialistas desgranan en una mesa redonda las claves de la década dorada del cine turco

Elena G. Castañón

Viernes, 24 de octubre 2014, 08:48

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Hace tan solo doce años, Turquía producía diez películas al año que obtenían un 30% de cuota de taquilla. Los datos recientes distan mucho de aquellos y hoy sitúa la media de filmes anuales entre 100 y 250, elevando al 58% la cuota taquillera. Este crecimiento de la industria cinematográfica en Turquía responde a un matrimonio cinematográfico muy bien avenido, el del cine comercial y el cine de autor. En ese equilibrio reside el éxito de una nueva generación de autores que protagonizan la década dorada del cine turco, representada en esta 59ª Seminci con un ciclo de 18 películas proyectadas en los Broadway.

El Teatro Calderón reunió ayer a especialistas para debatir en una mesa redonda acerca de las claves y características del cine del país invitado en el festival vallisoletano. Ahmet Boyacioglu, presidente de la Asociación Cinematográfica de Ankara y coordinador del ciclo La década dorada del cine turco (2004-2014), el director turco Zeki Demirkubuz, el periodista Giovanni Ottone y el crítico de cine Javier H. Estrada coincidieron en destacar la identidad turca y su búsqueda como la temática central que nutre los guiones y que dota de realismo la gran pantalla turca. Ottone desgranó algunas de los asuntos que las nuevas generaciones de directores turcos exploran a ese respecto. Algunos de estos creadores inspiran su obra en un regreso a la infancia y al lugar en el que nacieron; otros, en la descripción del mundo rural en clave de claustrofobia, subrayando su monotonía, así como su riqueza y crueldad al mismo tiempo. Ottone también resaltó un tercer grupo de directores, como Zeki Demirkubuz, que aportan una visión decadente de las antiguas barriadas de la ciudad de Estambul, destruidas debido a las políticas llevadas a cabo por el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan. «En buena parte de las películas turcas de autor es importante lo que no se dice o lo que no se hace», apuntó Ottone, quien también señaló que los personajes de estas suelen «vivir en dilemas existenciales y se sienten atrapados porque piensan que viven en un espacio transitorio, así como discriminados y frustrados. Buscan una nueva existencia, pero no saben cómo llegar a ella, así que viven atrapados en una especie de limbo existencial entre la ciudad y el campo, entre la pertinencia ética y la política, entre racionalidad y locura», agregó.

La época dorada del cine turco, influida en gran medida por la política, la cultura y sociedad derivada del golpe de estado de 1980, fue construida tras este «de la nada», tal y como apuntó Zeki Demirkubuz, quien apuntó que «aún es pronto para encontrar el camino correcto del cine turco». Demirkubuz realizó una comparativa entre el cine turco y el iraní, ya que este último ha recibido constantes halagos durante los últimos 20 años y «tampoco es tan bueno», afirmó, «por lo que con las películas puede pasar lo mismo, así que debemos cuestionar esos halagos para conseguir mejores resultados», añadió.

Diccionario de cine

Ahmet Boyacioglu aprovechó la ocasión para presentar el Diccionario del Cine Turco, de Gönül Dönmez-Colin, el primero que se publica en español y que puede adquirirse en la Seminci, y para regalar algunos de los ejemplares a los asistentes. Boyacioglu incidió en que «el cine son caras y en Turquía contamos ya con muchos rostros conocidos que la gente adora», asegurando que el suyo es uno de los países que puede competir con EEUU en el plano cinematográfico. Kader (Destiny), Sonbahar (Otoño), Meryem o Siyah Beyaz (Blanco y negro) son algunos de los títulos que se incluyen en el ciclo La década dorada, una retrospectiva basada en la combinación entre el cine comercial y de autor que ha dado tan buenos frutos a Turquía en la última década.

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