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Tríptico de la Adoración de los Magos de la localidad burgalesa de Covarrubias, una de las primeras expresiones artísticas que muestra a un Baltasar negro. El Norte-Efe
Los Reyes Magos, mejor que Papá Noel

Los Reyes Magos, mejor que Papá Noel

Hoy se celebra la tradición navideña más española, que ha dado origen a expresiones populares muy singulares en León, Zamora, Palencia o Valladolid

Vidal Arranz

Sábado, 6 de enero 2018, 10:24

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La infancia no perdona a traidores. Deberían saberlo todos los padres del mundo. Desde hace unos días lo han descubierto con innegable sorpresa los de Alma, una niña palentina de 9 años, a la que quisieron ‘darle el cambiazo’ y sustituir Reyes por Papá Noel. La niña recibió encantada el día 25 su juguete imprevisto, pero cuando se le dijo que Sus Majestades seguramente ya no se pararían en su casa el día 6 se armó la de San Quintín. Eso, de ninguna manera. «Devolvedle el regalo a Papá Noel, que yo, a él, no le había pedido nada. A los que yo he escrito es a los Reyes», fue su rotunda reacción. Y los Magos de Oriente, claro, no la van a dejar de su mano. ¡Anda que no les gusta a ellos bajarle los humos al hombre gordinflón del trineo volador y los renos!

Alma es un buen ejemplo de la férrea resistencia que mantiene vivitos y coleando a los Reyes Magos en España. La competencia de Papá Noel se hace notar, claro, y la entrega de juguetes el día 25 de diciembre se abre paso, poco a poco, alentada sobre todo por las necesidades de los comercios, pero no son demasiados los niños que renuncian de buen grado al despertar ilusionado del día 6 de enero. A lo sumo, ambos festejos conviven, pero el hombre del traje rojo no ha logrado destronar el rito navideño más inequívocamente español que existe. Tan español que la fiesta de Reyes solo se celebra en España y en los países que han estado bajo su influencia (América, Filipinas, alguna zona de Portugal, Polonia, Chequia…). Es una singularidad cultural firmemente asentada en el tiempo y que puede esgrimir muy convincentes argumentos (antropológicos) a su favor.

«Para entender la fuerza de esta tradición en España conviene recordar que la primera obra teatral española de la que tenemos noticia es un Auto de los Reyes Magos del siglo XII», asegura el historiador burgalés Francisco José Gómez, autor del libro ‘Breve Historia de la Navidad’. Gómez, responsable también de una semblanza histórica de la figura de Jesús de Nazaret, estudió en la Universidad de Valladolid, y mantiene lazos con esta ciudad, pues imparte clases sobre ‘Religiones del Oriente Bíblico’ en los Agustinos Filipinos. Es un firme defensor de Sus Majestades de Oriente y está convencido de que se trata de una tradición más rica que Papá Noel, que ve más ligado al empuje consumista.

«Detrás de los Reyes Magos hay una actitud vital muy valiosa», explica. «Los Reyes son los que están despiertos por la noche observando las estrellas, los hombres capaces de encontrar signos de esperanza en la oscuridad». No solo eso, sino que abandonan sus comodidades y su ‘zona de confort’, para iniciar un camino de búsqueda. «Y son capaces de reconocer al Mesías en la humildad de un niño recién nacido». O sea, que no se dejan engañar por las apariencias del dinero. Por otra parte, dan lo que tienen, «pues a nadie se le pide más», y regresan por un camino distinto a su hogar, «que es un modo literario de explicar que la experiencia del viaje les han transformado por dentro», que ya no son las mismas personas. «Papá Noel no tiene nada que ver con todo esto», insiste Francisco Gómez. «Está pendiente hacer una gran película española sobre los Reyes Magos, como están pendientes otras sobre aspectos muy destacables de nuestra historia y cultura que nadie más puede reivindicar».

Papá Noel se abre paso, a codazos, cabalgando a lomos de un reno volador que predica los valores del pragmatismo: si los niños reciben los regalos el día 25, nos dicen, tienen todo el periodo de vacaciones para disfrutarlos. Pero el mundo no termina con la vuelta al cole. «Si a los niños se les dan los regalos antes, cuando acaban las vacaciones ya se han cansado de ellos. Yo recuerdo bien el entusiasmo con que regresaba a casa de clase para jugar con los juguetes de Reyes», recuerda Gómez. «La fiesta resiste y la fuerza popular de las cabalgatas ayuda mucho, pero los padres tienen que defender la tradición. El supuesto pragmatismo de adelantar la entrega de los regalos es absurdo: es muy importante que los niños aprendan a esperar, a saber posponer el placer, algo que nuestra sociedad entiende mal».

Si la fiesta está estrechamente ligada con España, Castilla y León no es, en absoluto, una excepción. La Universidad de Salamanca conserva un códice de finales del siglo XV, la ‘Historia de los Reyes Magos’, probablemente escrito por un judío converso, que es una buena muestra de literatura religiosa popular.

La celebración ha generado, además, una rica cosecha cultural de expresiones populares autóctonas, asentadas en las zonas rurales de las provincias de León, Burgos, Zamora, Palencia o Valladolid, como ha documentado el antropólogo José Luis Alonso Ponga en su estudio de referencia sobre religiosidad popular navideña en Castilla y León. «Muchos de esos ritos han ido desapareciendo, más por efecto de la despoblación que por la pérdida de interés de los vecinos», asegura. «Estoy convencido de que podrían resurgir en muchas localidades si una o dos asociaciones culturales se pusieran de acuerdo para hacerlo posible».

Manifestaciones teatrales

Hablamos de ritos como la ofrenda de los ramos, la pastorada leonesa, la corderada, y los autos de reyes de Saldaña y de León. En todos ellos se combinaban unas rudimentarias manifestaciones teatrales protagonizadas por los propios vecinos del pueblo, con ofrendas al recién nacido y el canto de villancicos por parte de las mujeres, en unos casos, o los pastores, en otros.

«La tradición de representar el Auto de Reyes del siglo XII no ha llegado hasta nosotros. Lo que sí han llegado son otras versiones más modernas, del siglo XIX, procedentes de la diócesis de León», explica Alonso Ponga, que ha accedido a documentos que sugieren que hubo un momento en el que las pastoradas y los autos de Reyes estuvieron unidos, para más tarde desgajarse.

La pastorada es la principal expresión de religiosidad popular de los pastores. «Era casi su único vínculo con la Iglesia, pues estaban eximidos de la obligación de ir a misa, por las exigencias de su oficio». El Auto de Reyes, en cambio, «era la expresión popular propia de los más pudientes», que eran los que tenían capacidad económica para vestirse con los trajes que eran necesarios para dar vida a la representación. «Las dos tradiciones se representaban dentro del mismo templo, en dos momentos distintos. Podríamos decir que, en un caso, los protagonistas eran los asalariados y, en el otro, los amos, lo cual es interesante desde un punto de vista etnográfico», explica Alonso Ponga.

Este tipo de expresiones que aún se conservan de forma esporádica en algunos municipios, son la más fidedigna versión que podemos tener de lo que debía ser el teatro medieval, en el que primaba el valor humano de la participación de los vecinos por encima de la elaboración de los textos. Aunque de ellos se encargaban, por descontado, siempre los que, dentro del pueblo, estaban más dotados para las letras.

En la provincia de Valladolid, la pastorada se ha representado recientemente en Urueña, mientras que el Auto de Reyes fue muy popular en la zona de Mayorga, en Monasterio de Vega, Melgar de Arriba y de Abajo, o Urones. Y en Saldaña, en Palencia, hay constancia de una versión del Auto de Reyes que no fue tan popular como la de León, pero que posiblemente es el texto de mayor valor literario de los que han llegado hasta nosotros.

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