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El auditorio Miguel Delibes cumple diez años

El auditorio Miguel Delibes cumple diez años

El edificio Ondas, que diseñó Bofill para el CCMD, llega a su primera década superando los desajustes entre estética y funcionalidad y con el reto de consolidarse en el mapa cultural nacional

Victoria M. Niño

Lunes, 13 de marzo 2017, 13:04

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Fue un proyecto concebido en la España de la abundancia que se ha desarrollado en la España de la crisis. La entonces consejera Silvia Clemente sacó adelante la inversión cultural más ambiciosa de Castilla y León en la primera década de este siglo y en María Josefa García Cirac recae la responsabilidad de hacerla crecer una década después. El Centro Cultural Miguel Delibes cumple diez años y esta primera itv demuestra la potencia de su motor, la hipoteca de su carrocería acristalada y algunas deficiencias técnicas en el enorme habitáculo. La faraónica caja de música concebida por Bofill, quien la bautizó como edificio Ondas, alberga tres escuelas profesionales además de ser la sede la Orquesta Sinfónica de Castilla y León.

La fachada luce el nombre oficial, Centro Cultural Miguel Delibes (CCMD), pero cualquier taxista le llevará al auditorio. La mayoría de las casi 1.300 personas que acuden a trabajar o aprender a este lugar diariamente acceden por la parte posterior. Allí están las entradas al Conservatorio, a la Escuela Profesional de Danza, la de Artes Escénicas y la OSCyL. La de esta última fue la primera en dar problemas. La piel de cristal era poco funcional para aguantar el peso en movimiento de las generosas puertas y preservar del frío el mostrador de control. Se condena una entrada cuando no hay eventos y se han ido paliando los problemas en la otra hasta que finalmente han optado por construir una garita interior para la recepción. Allí sonríen Ana y Vanesa, resguardadas del viento endémico de Parquesol.

El arquitecto catalán, acostumbrado al clima mediterráneo, no tuvo en cuenta las heladas continentales y eligió un suelo de madera para acceder al Ondas. Apenas había pasado un año cuando los resbalones hicieron necesaria unas pasarelas de losetas que salvaran los amenazantes listones. Maria Joao Pires, la pianista que estrenó la sala sinfónica, no tuvo que salvar suelos helados, pues la inauguración prevista para el 15 de febrero se retrasó hasta el 11 de abril de 2007. La solista portuguesa, especialmente dotada para Mozart, eligió su Concierto nº 9. A las órdenes de Alejandro Posada, comenzó su viaje cuando sonaron los disparos de una cámara. El fotógrafo no se dio cuenta de las tres miradas asesinas de la expeditiva Pires, que a pesar de todo, logró defender su mozart. Pocas veces ha vuelto a pasar, profesionales y público se han acostumbrado a los silencios debidos. Tan solo las toses se rebelan.

Pires inauguró la sala y también el honor de firmar uno de los steinway del auditorio. Precisamente el pires es el que piden los pianistas para interpretar a Mozart por su suavidad. Silvano Coello, cuidador de los teclados, recuerda que 20 días después el gran Sokolov hizo lo propio con otro de pulsación más dura y sonido más brillante.

El lujo de la ventilación

Enrique Rojas fue el gerente motor de la adaptación de la OSCyLa su nueva sede. La bonanza económica y su veteranía convirtieron al Delibes en una sala que competía con Madrid en una programación que abarcó grandes orquestas, música antigua, grandes voces y solistas de relumbrón. Cecilia Bartoli ya era una rutilante estrella cuando estrechó relaciones con el CCMD e Il Giardino Armonico. Hubo quien se frotó los ojos para cerciorarse de que la persona que le precedía en la cola de El Corte Inglés era la célebre mezzosoprano. Por la cafetería del auditorio paseaba embutida en sus polares durante los descansos en la grabación de Sacrificium, que fue disco de oro. Ese álbum, que se presentó en Caserta, cerca de Nápoles vivero de castratis, paseó por el mundo el sello del CCMDy de la Junta. El otro disco que hizo viajar esas divisas fuera fue Nazareno, una versión de la partitura de Golijov, con las Labèque y la OSCyL, dirigidos por Harth-Bedoya. El sucesor de Rojas, Félix Alcaraz, impulsó ese proyecto con Deutsche Grammophon. Los estudiantes de teatro, danza y música compartían cafetería con esos músicos. Tras la barra, el egipcio más raudo e irónico de la meseta norte, Shamir, que ya no está.

Desde allí se ven las puertas de las clases de danza abiertas. La necesidad de ventilación obliga. Clara Blanco es la directora de la Escuela de Danza, desde que recientemente dejó el escenario. La ex primera bailarina del San Francisco Ballet está encantada con el edificio aunque reconoce que «se nota que no se pensó para que esta enseñanza se impartiera allí.Cuando veo los pasillos y otros espacios enormes imagino qué podríamos hacer allí». Como principales problemas reconoce «la ventilación y la temperatura. En una sala puede tener mucho calor y en otra te mueres de frío. Al ser pequeñas las aulas y estar varios alumnos moviéndose falta oxígeno. La condensación provoca humedades haciendo que los suelos de madera se deterioren».Se intentó subsanar abriendo algunas ventanas, para lo que ha habido que pedir permiso a Bofill.

«Primó la estética sobre la funcionalidad», dice Laura de la Hoz, directora del Conservatorio. Esta contrabajista se felicita por la insonorización de las aulas, pero tan magnífico logro acústico topa con el problema de la temperatura y la ventilación de nuevo. «No se tuvo en cuenta la orientación. Cada sección del edificio depende de una máquina que suministra aire y a veces para solucionar el frío de unos se calienta demasiado a otros. El otro gran hándicap es que no tenemos auditorio y las asignaturas de banda u orquesta no hay dónde impartirlas. Nos dejan la sala de cámara, siempre que no haya nada ese día. Por supuesto que esto es maravilloso comparado con dónde estaba antes el conservatorio pero en el diseño no tuvo en cuenta el fin eucativo». Carlos Marchena, director de la Escuela de Artes Escénicas, se suma a la queja de la ventilación aunque su alumnado es el menos numeroso y el que mejor se adapta. «Estamos preparando un máster y se buscará la dotación necesaria para impartirlo dentro del edificio».

Todos ellos celebran tener un lugar convergente en el que todas estas enseñanzas artísticas pueden funcionar en vasos comunicantes, aunque hasta ahora ha sido más una potencialidad que una realidad. Laura de la Hoz recuerda sentir cierta rubor al ver venir a los conciertos de la OSCyL a los alumnos de Astorga o de Ávila «y los nuestros, estando al lado, no iban. Así que la temporada pasada compramos abonos para que fueran 25 alumnos con el profesor. Este curso lo hemos vuelto a hacer y ha tenido una gran respuesta».

El Delibes comenzó a tener pronto otra vida, la de congresos y reuniones. Partidos, sindicatos, laboratorios, empresas, ferias, llenaron el foyer de carteles y stands ajenos a la música. La integración de SOTUR en la Fundación Siglo permitió que ese personal se dedicara a la contratación externa, al alquiler de espacios. Bisbal, Pantoja o Mocedades abarrotaron la sinfónica por esa vía. Un congreso de UGT, al que acudió Cándido Méndez, se vio saboteado por un problema con la luz. El foyer fue el improvisado lugar de encuentro. Ese pasillo tan propicio para la exhibición artística luce en cambio virgen la pintura roja elegida por Bofill. La del interior está en perfecto estado mientras que la exterior sucumbió a los cambios de temperatura el primer año.

Desde que la OSCyL tiene sede propia, la final del concurso internacional de piano Frechilla-Zuloaga se celebra allí. En 2007 ganó una jovencísima Judith Jáuregui, que luego ha vuelto en varias ocasiones. Otros músicos de largo alcance cuyos inicios se desarrollaron en el CCMD han sido Lionel Bringuier (al frente de la Tonhalle Orchester de Zurich ahora), David Afkham (director titular de la ONE) o Roberto González (concertino y director de la Orquesta de la Accademia Nazionale di Santa Cecilia de Roma). El actual gerente del Auditorio Nacional, Félix Alcaraz, ganó la plaza con un proyecto que fraguado aquí. También Francisco Lorenzo salió del Ondas para trabajar en el Centro Nacional de Difusión Musical.

Chueca en el auditorio

El podio del CCMD ha sido ocupado en tres ocasiones por mujeres: Virginia Martínez, al frente de la Wiener Kammerorchester, Emmanuelle Häim, con Le Concert DAstrée, y Natalie Stutzman dirigió a la OSCyL. Asimismo Inma Shara blandió su batuta, aunque en otro orden musical y con mareo incluido.

Entre los grandes directores que han probado la alabada acústica de la sala sinfónica se cuentan Zubin Metha, Lorin Maazel, Gustavo Dudamel, Alberto Zedda, Kurt Masur o Gergiev, entre otros. Por cierto este último, que vino con la Orquesta del Mariinsky, quedó prendado de los caldos del Duero hasta el punto de acostarse con las ventanas de la habitación del Santa Ana abiertas para dejarse mecer por esas aguas que tan buen vino producían. Nadie le aclaró que era el Pisuerga. También se mimetizó con la tierra el japonés Eiji Oue, enfundándose la camiseta del Real Valladolid al frente de la OSCyL.

La gran sala del Delibes vivió otra jornada reseñable con el concierto de Rufus Wainwright, el músico y militante gay logró atraer a todo el barrio de Chueca para escuchar su versión sinfónica de los sonetos de Shakespeare. En 2009 se celebró el ciclo Philarmagical en el que OSCyL acompañó a nombres del pop y el soul como Roger Hogson, Gloria Gaynor o Noa. Esta última fue recibida con pitidos por manifestantes propalestinos. Atraer públicos a la música sinfónica desde otros estilos se ha convertido en costumbre con la participación de Celtas Cortos, Juan Perro o Raphael, entre otros. Poco a poco el Delibes suma melómanos, hasta en el reino animal aunque sin pasar por taquilla.

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