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Juan Diego Flórez.
Juan Diego Flórez, del rock a Rossini

Juan Diego Flórez, del rock a Rossini

"Podía haber sido otro Enrique Iglesias" ironiza el peruano, considerado el mejor tenor lírico ligero del mundo

Miguel Lorenci

Lunes, 3 de octubre 2016, 18:42

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Con quince años Juan Diego Flórez vagabundeaba por los piano-bares de Lima pidiendo cancha para demostrar su talento como cantante de rock y pop. Con 23 se le abrirían las puertas de la Scala de Mián. Hoy, con 43, está considerado como el mejor tenor lírico ligero del mundo. Tratará de demostrarlo en el concierto benéfico que ofrece en el Teatro Real de Madrid este martes bajo el amparo de Telefónica. La multinacional española le ha designado embajador, una distinción y una responsabilidad que comparte con el cocinero Ferran Adrià o el tenista Rafa Nadal.

Juan Diego Flórez (Lima, 1973) que repasará en el Real dos décadas de éxitos resumió en la víspera su carrera. Contó como fue descubierto por casualidad en Pésaro como un talento 'rossiniano', y como la figura del prolífico compositor italiano le acompaña e ilumina desde entonces. "Algunas veces me he subido a la escultura de Rossini que hay en su ciudad, entre dos palmeras, y le he contado mis cosas. Siento que está muy vivo, que se mueve, y que lo conozco como a cualquier otra persona" asegura.

"Pienso seguir al menos otros veinte años. Esto no es un trabajo, es un placer equiparable al mejor champán", dice el cantante al que la Scala se rindió y a quien consagró reclamándole un bis en 'La hija del regimiento' de Gaetano Donizetti.

La música estaba en su ADN pero el joven Juan Diego soñaba con ser una estrella del pop o del rock. De bar en bar, demostraba ya su talento, hasta que decidió formarse en solfeo, armonía y guitarra "para mejorar mis composiciones". Quería ser un cantautor al estilo de su compatriota Gianmarco, "aunque puede que hubiese acabado como otro Enrique Iglesias" bromea.

Un profesor aficionado a la zarzuela le descubrió el mal llamado género chico y le invitó a matricularse en el gratuito conservatorio de Lima, y aquella decisión cambiaría su vida. Pasó por el coro nacional peruano, descubrió "la magia" de la música clásica y disfrutó de una beca de tres años en Filadelfia.

En 1996 tenía un papelito secundario en 'Ricciardo e Zoraide' en el festival de Pésaro. El tenor titular, Bruce Ford, enfermó y "cometí la temeridad de asumir la sustitución de un rol endiablado". Lo que preveía como un catástrofe fue un triunfo. "Allí estaban los responsables de la Scala y me llamaron poco después para una audición". Siguió la cadena de buena suerte. En la audición estaba Ricardo Muti, el exigente director de orquesta que bendijo con una caricia el talento de Flórez.

"A partir del bis en la Scala en 2007 me volví el cantante de los bises", dice divertido ahora explicando como le han exigido bises en teatros legendarios como el Metropolitan de Nueva York. Pero no se arrepiente "de nada" de lo que ha hecho en estos 20 años de carrera. "Cometí tonterías, pero me ayudaron a crecer" se felicita. Buscará, eso sí, un futuro "menos turbulento" y con un repertorio más limitado y cercano al romanticismo francés. Y quiere que su radio de acción sea el más cercano posible a Viena, donde reside con su familia a la que quiere dedicar más tiempo.

También quiere estar cerca de su fundación 'Sinfonía por el Perú' para la que irá la recaudación del concierto. Espera contar a finales de año con 20 escuelas y unos 6.000 niños en esta organización sin ánimo de lucro que busca la integración social y la formación en valores de niños y jóvenes de escasos recursos. "Ojalá que en 2020 fuesen 20.000", dijo Flórez de una iniciativa que aproxima la música a uno críos "que a veces han de caminar más de una hora a pie para participar en las actividades musicales". Pero los resultados son esperanzadores: "eleva su autoestima, mejorar sus notas en la escuela y reducir la tasa de violencia doméstica en los hogares".

Con la Orquesta Sinfónica de las Islas Baleares en el foso y Pablo Mielgo a la batuta, Flórez repasará su carrera, con una primera parte dedica a Rossini y con algunos dúos junto a la valenciana Marina Monzó y la francesa Karine Deshayes. En la segunda parte habrá arias de Christoph Willibald Gluck, Jules Massenet, Jacques Offenbach y Gaetano Donizetti. No faltarán páginas icónicas de su repertorio como el aria de 'La hija del regimiento' o 'L'Orfeo' de Monteverdi, que intepretó en el Teatro Real, coliseo que afronta su bicentenario y que el tenor también quiere celebrar.

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