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Fito Cabrales, en un momento del concierto de anoche con sus Fitipaldis en el polideportivo Pisuerga de Valladolid.
La fórmula 'Fitipaldi' sigue conquistando a las multitudes

La fórmula 'Fitipaldi' sigue conquistando a las multitudes

Fito Cabrales y su banda repasaron su carrera en un vallisoletano polideportivo Pisuerga entregado a toda una ceremonia de rock and roll

ROBERTO TERNE

Sábado, 29 de noviembre 2014, 09:52

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Catorce años después de aquel concierto a puerta cerrada ante poco más de 200 personas en la desaparecida sala Subterfugio, Fito & Fitipaldis se pasaron anoche a tocarse unos temas al polideportivo Pisuerga. Lo de ayer también fue, en cierto modo, a puerta cerrada. Pero más que nada porque las entradas llevaban agotadas desde hacía semanas. En total, cerca de 5.000 almas fueron las que acudieron anoche a la nueva llamada de Fito y su banda. Por supuesto, hubo fiesta. De rock y solo rock. Bueno, con un montón de aliño de rockabilly, country-rock, medios tiempos de los de poner rojitas las orejas y, además, pop. Porque sí: Fito es el artista que ha logrado convencer a la comunidad rockera de que el pop no es sinónimo de flojeza... Sino de sensibilidad. Un ejemplo es Entre la espada y la pared, uno de los temas de su último trabajo que ayer sacó de la chistera poco después de presentarse en sociedad con varios temas de la época de Por la boca vive el pez.

Flanqueado por un montaje de primer nivel, Fito salió poco después de que Los Zigarros expusieran su rock actitud en su papel de humildes pero no achantados teloneros. Como era de esperar, la salida al escenario tuvo su toque espectacular. Evidentemente, los medios han aumentado, pero no el concepto popular de un Fito que anoche volvió a demostrar su debilidad por la animación y el cómic.

Bajo una estética fúnebre, las proyecciones optaron por una intro en la que Fito y los suyos volvían de las tumbas con nuevas historias de 4x4. Un guiño simpático para el inicio de una noche repleta de popularidad y de una espectacularidad contenida en guion pero no en medios. A destacar, por cierto, el buen sonido, que llegó incluso a ser decente en las zonas de referencias sensitivas más complejas. Nada que no logre el tener pantallas de sonido repartidas incluso por las zonas más altas de las gradas.

El quid de la cuestión

«Buenas noches Pingüinos». De esta manera, Fito saludaba a seguidores, que venían no solamente de distintos puntos de la región, sino incluso de Barcelona. Está claro que, en esta gira, Fito se lo toma con comodidad y soltura. Sobre el escenario, al jefe de los Fitipaldis le gusta correr, bajarse de las plataformas y saludar a la afición de las zonas laterales. Nada nuevo, claro. Pero gusta. Y es que este es el quid de la cuestión en el caso del Señor Cabrales. El hombre que supo dar en la diana de un público masivo sin necesidad ni de inventar ni de reinventar. Rock para todos... Que no es poco.

Por supuesto, anoche Fito no habría sido Fito sin «la pequeña ayuda de la amistad». Músicos de primer nivel para defender una de las trayectorias más exitosas del rock nacional. Hábil y versátil Carlos Raya, auténtico el saxo de Javier Aizola, precioso el Hammond de Joserra Senperena.

Además de repasar su carrera, Fito recordó también a Platero y Tú con Alucinante en acústico dentro del ecuador de una noche que para su segunda parte elevó la actitud del rock de garito a un nivel de multitudes implacable. Al cierre de edición, la noche de Fito todavía seguía siendo grande.

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