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Cartel antifascista en el Madrid de la Guerra Civil.
Dos maneras de entender la lucha contra el fascismo

Dos maneras de entender la lucha contra el fascismo

El historiador Michael Seidman publica 'Antifascismos 1936-1945', donde distingue entre el antifascismo revolucionario, que se desarrolló en España, y el contrarrevolucionario, representado por Churchill y De Gaulle

Álvaro Soto

Domingo, 19 de marzo 2017, 00:09

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El historiador Michael Seidman ofrece en 'Antifascismos 1936-1945' (Alianza Editorial) una visión amplia del movimiento que trató de frenar los regímenes totalitarios en los convulsos años que transcurren desde el inicio de la Guerra Civil española hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. En una aproximación original, Seidman distingue el antifascismo revolucionario, que se desarrolló, por ejemplo, durante la Guerra Civil española, y el antifascismo contrarrevolucionario, que defendía los regímenes previos a la Guerra Mundial y que se identificaba con personajes diversos, como los imperialistas Winston Churchill y Charles de Gaulle o el socialdemócrata Franklin Roosevelt.

Además, Seidman, profesor de Historia en la University of North Carolina Wilmington, recuerda algunos rasgos particulares del antifascismo. Rechazaba las teorías conspirativas que culpaban a los judíos y a los plutócratas de los problemas sociales, económicos y políticos, y en particular, de los preparativos para una guerra antifascista, sostiene. Y a su juicio, el último rasgo distintivo del antifascismo es que rechazaba el pacifismo y creía que el poder estatal era necesario para frenar tanto a los fascismos domésticos como a la maquinaria de guerra del Eje; estaban dispuestos a librar una larga guerra global para frenar la expansión del fascismos, poniendo a sus propios imperios en riesgo.

La incursión en el antifascismo contrarrevolucionario es uno de los aspectos más interesantes del libro de Seidman. Los grandes países democráticos (Estados Unidos, Reino Unido, Francia) desarrollaron este nuevo tipo de antifascismo después del fin de la Guerra Civil española. Al final de 1939, en Reino Unido y Francia había unidad nacional entre la izquierda y la derecha para declarar la guerra contra el nazismo, la forma más peligrosa y radical del fascismo. Los británicos y los franceses decidieron no defender la República española por anticlerical y colectivizadora, pero sí la República de Polonia, que era católica y reaccionaria. Además, estos antifascistas conservadores no querían hacer excesivas concesiones a la Unión Soviética, la única potencia antifascista revolucionaria.

El autor, experto en la Guerra Civil española, establece grandes diferencias entre el antifascismo 'patriótico' de los años 30 y 40 y los antifascismos pacifistas y multiculturales de hoy en día. Los movimientos 'antifa' europeos contemporáneos se dirigen contra partidos políticos como el UKIP en Reino Unido y el Frente Nacional en Francia o contra Trump en Estados Unidos, pero poco tienen que ver con el antifascismo de la Segunda Guerra Mundial. Entonces, muchos antifascistas creían con fervor, en la cultura, la nación, la religión cristiana, la civilización, el género y en ocasiones, hasta en el racismo. El antifascismo contemporáneo ignora estas diferencias y se justifica combatiendo lo que concibe como la continuación del fascismo del periodo de entreguerras, explica Seidman, que es autor de obras como 'A ras de suelo, Historia social de la República durante la Guerra Civil' o 'La victoria nacional. La eficacia contrarrevolucionaria en la Guerra Civil'.

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