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El rey Felipe VI.
Cervantes en Palacio

Cervantes en Palacio

Los Reyes de España clausuran el cuarto centenario de la muerte del escritor llamando "a un mundo más cervantino en el que se conjuguen siempre diálogo y libertad"

Francisco Apaolaza

Lunes, 30 de enero 2017, 14:15

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A veces, a determinadas personas les aguarda una vida inesperada después de la muerte. Hay que ver a Miguel de Cervantes en la primavera de 1616 pasando sus últimos días, viejo, chocho y empobrecido a la luz de las velas, viviendo de todo lo que podía salvo de los libros y mírenle hoy, hecho fantasma 400 años después, llenando con la crema de la sociedad española el salón de Columnas del Palacio Real. Allí, entre esos mismos tapices y bajo la luz de esas lámparas doradas cuajadas de bombillas, en el espacio que concibió Sacchetti para la gloria borbónica, donde se veló a Alfonso XII, se firmó el tratado de adhesión de España a la UE, allí mismo donde abdicó Juan Carlos I, también se ha recordado la memoria del que murió siendo un pobre escritor. En esas cuatro paredes, que son el sancta santorum de la España institucional, se ha invocado su espíritu para cerrar el cuarto centenario de su muerte en presencia de lo más granado de las artes, los Reyes de España, la vicepresidenta del Gobierno, los ministros de Cultura y de Hacienda y varios presidentes autonómicos.

La maestra de ceremonias ha sido Concha Velasco que delante de esa primera fila de la Champions del Estado ha recordado cuando Don Quijote le dio a Sancho los consejos para su puesto de gobernador de la prometida Ínsula Barataria, y le advirtió de que la política no era otra cosa que un mar profundo de confusiones. Esto, además de prohibirle comer ajos y cebollas, eructar que es la manera en que la gente educada dice regoldar- y ordenarle vestir limpio. Come poco y cena más poco, Sancho. Los invitados han sonreído.

La compañía de Teatro Clásico Ron Lalá ha tomado el relevo de la ceremonia. La obra representada arranca con el soldado Miguel soñando con ser escritor en la batalla de Lepanto. A Cervantes se le aparece la musa, que siempre es puñetera- y más tarde, en el lecho de muerte le dice cuatro verdades: lucirás en el salón de toda la población española que después encenderá la televisión y la consola, serás en los colegios lectura obligada y los que te lean no entenderán nada, conmemorarán tu figura en el Palacio Real en un salón en el que hay gente que no te ha leído y, por último, venderás todas tus obras, aunque no quedarán ni las sobras porque no hay derechos de autor. La obra ha sido muy aplaudida por Soraya Sáenz de Santamaría, que a la clausura del acto ha felicitado profusamente a los actores.

«Vive más que nunca»

El poeta Antonio Colinas ha leído un poema inédito: Miguel de Cervantes interroga a su noche final, antes del discurso de Felipe VI, unas palabras en la que ha proclamado que Cervantes vive más que nunca y en las que ha defendido que Cervantes ha definido como nadie la esencia de lo que significa ser español, desde la gallardía a la ingenuidad, desde el sentido del humor a un cierto fatalismo, desde lo pícaro a lo noble, desde el sentimentalismo a la capacidad para afrontar y superar los más complejos retos. El Rey de España ha apuntado también que recordar a Cervantes es recordar quiénes somos de dónde venimos y cómo debemos esforzarnos para hacer del mundo un lugar más cervantino en el que se conjuguen siempre el diálogo y la libertad. El dramaturgo José Luis Gómez ha leído el testamento Don Quijote vivir como un loco, morir como un cuerdo- escrito en la conciencia de que Las cosas de los hombres no son eternas. Tal vez se equivocara.

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