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César Pérez Gellida en la presentación del libro.
«Hay novelas que en Internet valen un euro y todavía se piratean»

«Hay novelas que en Internet valen un euro y todavía se piratean»

El autor vallisoletano culminará su segunda trilogía en marzo de 2017 con ‘A grandes males’

SAMUEL REGUEIRA

Jueves, 8 de diciembre 2016, 19:05

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Tanto para lo que significa su nombre en el género negro a nivel local, como la importancia que dicha literatura va ganando en el panorama literario nacional (no por nada ha sido Dolores Redondo, autora de tal tipo de novelas, la última ganadora del Premio Planeta), César Pérez Gellida sigue disfrutando de un éxito criminal con su segunda trilogía, Refranes, canciones y rastros de sangre. Este año su público más fiel ya ha podido hacerse con la segunda entrega de esta saga, Cuchillo de palo, que el autor firma hoy en una cita en el Zero Café a partir de las 20:00 horas. Como la que tuvo lugar ayer en El Corte Inglés y volverá a desarrollarse mañana en Oletvm a partir de las 17:15.

«Cuchillo de palo empieza donde termina Sarna con gusto», explicó Gellida. «El final de aquella novela condicionará al personaje de Ramiro Sancho, quien experimentará una serie de cambios y dejará Valladolid, será un Sancho al que el lector le costará reconocer, pues se sale de aquel manual de valores que siempre solía seguir».

El héroe coherente y ordenado de la anterior trilogía, Versos, canciones y trocitos de carne (compuesta por Memento mori, debut del autor; Dies irae y Consummatum est) quiere romper con su presente y con todas sus normas; se enfrentará a un mundo de juego, drogas, alcohol y prostitución de mafias nigerianas en la comarca gallega de Val Miñor un lugar donde también pueden llegar a descubrirse viejos secretos del inspector.

Otra línea argumental de este trabajo se vertebra en torno a Erika Lopategui y Ólafur Olaffson, dos viejos conocidos del universo Gellida que continúan tras la pista de la Congregación de los Hombres Puros, la organización criminal de corte masónico ya presente en la entrega anterior y que aquí gana en profundidad y protagonismo: «Con el peso que adquiere van encajando sus piezas y el lector entenderá ciertos indicios en el anterior libro», explica el autor. Como en Dies irae, la segunda entrega de la anterior trilogía, Cuchillo de palo abandona Valladolid por otros escenarios, desde los municipios vigueses de Bayona y Gondomar hasta la misma Budapest: «Aunque la ciudad aquí funciona como un eje gravitatorio con más importancia que en otras novelas donde el escenario es apenas un ingrediente de segundo orden, ambientar todas las historias en Valladolid, como el Fjällbacka de Camilla Lackberg o el Cabot Cove de la señora Fletcher terminaría resultando claustrofóbico», consideró.

Tras publicar sus dos últimos libros con menos de siete meses de diferencia, confesó su autor no seguir un método establecido y simplemente «volver a empezar un libro conforme se termina de escribir el anterior», como ya hiciera con Sarna con gusto y Cuchillo de palo, escrita esta en unos nueve meses, según estimaciones del escritor vallisoletano.

Pese a que sobre el género Gellida asume no seguir reglas, el creador apreció una dinámica que cristaliza con sus «diez horas diarias» escribiendo desde finales de 2011, más deudora con el mundo audiovisual que con el estrictamente literario: «A la hora de crear visualizo una escena y lo vuelco en el papel, luego me encargo de hacer que toda la estructura cuadre».

Reconocido admirador de Dolores Redondo, Juan Gómez Jurado o Arturo Pérez-Reverte, Gellida también toma nota, como tantos otros de su generación, de las claves narrativas en distintas producciones de ficción de la pequeña pantalla, desde True detective, «brillante desde el punto de vista narrativo y en distintos logros de ejecución», o The bridge, cuya «construcción soberbia de guiones» le tiene «completamente enganchado».

Tomarle pulso al mercado

El autor también ha querido evaluar el estado de salud de la industria editorial en general, y al género negro en particular, el cual hoy «ostenta una hornada muy importante con nombres como los de Benito Olmo, Esteban Navarro o Víctor del Árbol». Sin embargo, tampoco escatima en críticas a la situación actual del mercado español, «que está como está por motivos tanto externos como internos».

Entre los primeros señala cómo ha decrecido el consumo del país en libros y el descenso en ventas de los ejemplares publicados; «con un Gobierno que no ayuda con su IVA cultural o que no brinda apoyos para que las editoriales inviertan en nuevos valores», lo que impide que despunten autores emergentes y, en su lugar, solo se apueste por los escritores ya reconocidos. Por otra parte, las causas internas incluyen «dejar de ver al formato electrónico como el enemigo, pues el consumidor pide nuevas formas y se hará con ellas, por vía legal o no. Y aquí también entra, claro, su educación: «Hay novelas que en Internet valen un euro y todavía se piratean». De ahí que la solución pase por un consenso «entre todos los actores de este vodevil»: autores, lectores, editoriales y Gobierno. César Pérez Gellida concluirá esta última trilogía con el título A grandes males el nueve de marzo de 2017.

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