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El poeta Jaime Gil de Biedma,
En los márgenes de la leyenda de Gil de Biedma

En los márgenes de la leyenda de Gil de Biedma

Amigos y escritores que compartieron correspondencia y conversaciones con el poeta hablan sobre su vida y su escritura

chema rubio

Lunes, 18 de enero 2016, 11:01

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La leyenda que fue forjando Jaime Gil de Biedma como personaje público no tiene fin. Su poesía, sus ensayos y diarios constituyen libros de cabecera para eruditos y para jóvenes poetas. Tres lados de un triángulo de carne y huesos que protegen al ojo que casi todo lo vio. Tratado casi como un dios en La Nava de la Asunción, ese lugar castellano donde se fraguaron los versos «un pequeño rincón en el mapa de España que me sé de memoria, porque fue mi reino» como un isleño en Manila donde la poesía no levantaba pasiones y donde conoció a un niño llamado Luis Eduardo Aute, y como un ejecutivo en Barcelona, donde dos mujeres cuidaron de apagar la luz de la última noche de su vida: Joaquina Marsé y Ana María Moix.

Cataluña, Filipinas y Castilla son los tres lados que marcaron la geografía de su piel. Un hombre que se llenó de amor en «cuatrocientas noches / con cuatrocientos cuerpos diferentes» y fue vaciado de vida en otras tantas noches, en otros tantos cuerpos, amados, soñados, imaginados.

Jaime Gil de Biedma además de cantar a la vida había nacido para ser cantado después de su muerte. He ahí el quid de la cuestión, que él descubrió un día. Cuando se preguntó para qué esforzarse en algo ya repetido, si serían otros los que abundarían en la idea de su mito, como dejó señalado tantas veces en sus correspondencias, en sus entrevistas, y le vino a decir un día a su otro yo. Al bohemio. Al cacaseno. Al diabólico y tierno Jaime Gil de Biedma contra sí mismo.

Por eso hemos hablado con sus amigos y con escritores que compartieron charla y correspondencia con él. Entre otras cuestiones les hemos preguntado. ¿Cómo lo conocieron?, ¿Qué opinaría sobre el independentismo en Cataluña?, ¿Cuál es la causa de que nunca le concedieran un premio de poesía?, ¿Piensa que Pandémica y celeste debe algo a Cavafis?, ¿Qué opina de la película sobre su vida? Los encuestados contestaron por teléfono y correo electrónico. Luis Javier Moreno, desgraciadamente, murió antes de ver publicadas estas líneas.

uLuis Eduardo Aute ( Manila, 1943). «Oí hablar de él por primera vez a principios de los setenta. Fue un amigo que me recomendó leer En favor de Venus por ser un poemario absolutamente imprescindible. Mi padre trabajaba en la Compañía de Tabacos de Filipinas, Gil de Biedma fue su jefe. No creo que estuviera de acuerdo con la declaración de guerra de Hollande a Daesh, era radicalmente antibelicista. Tampoco creo que apoyara el independentismo catalán, aunque creo probable que estuviera de acuerdo con el referéndum. Lo veía en Barcelona, casi siempre en la sala Bocaccio, donde hablábamos de poesía y de Filipinas. Gil de Biedma tuvo el deseo de que Pepa Flores (Marisol) le cantara unos poemas con música compuesta por mí. Conservo los manuscritos de esos poemas».

uMiguel dOrs (La Coruña, 1946). «La poesía de Gil de Biedma me ha servido mucho. No creo que se pueda saber qué haría, pero, dado que era catalán y escribía en español, supongo que el independentismo le resultaría ridículo. A mi modo de ver, antes que nada era poeta. Las poesías de contenido político son un sector pequeño en el conjunto de su obra, y ninguna de ellas, a mi juicio, está entre las mejores suyas. No había observado que Pandémica y celeste debiera algo a Cavafis. Pudiera ser o pudiera no ser. No conozco La Nava. Me gustaría, pero no tanto como para hacer el viaje». 

uOuka Leele ( Bárbara Allende Gil de Biedma. Madrid, 1957). «Jaime Gil de Biedma era mi tío. Recuerdo que cuando me fui a vivir a Barcelona, vivía con más artistas y gracias a conocer esa vida con un sabor un tanto jipi mi madre venía muy preocupada por su jovencísima hija escapada de un ambiente familiar, pero encontraba similitud, empatía y apoyo, en su querido primo Jaime. Venían juntos a la casa en la que vivía en Montjuic y mi madre no paraba de preguntarle a Jaime si creía que yo no estaba echada a perder. Jaime se partía de risa con ella y la tranquilizaba y le decía que no se preocupara, que me veía muy buena artista y en el buen camino. Luego la madre de Jaime y sus hermanas me invitaban a comer, supongo que para que mi madre supiera que su hija de vez en cuando comía caliente y bien, como en casa, y que estuviera tranquila. La verdad es que fueron encantadores conmigo, una de mis primeras obras de fotografía pintada la compró el padre de Jaime, de modelo de esa foto estaba un sobrino suyo, primo mío. Sobre la película... Le pregunté al director que en qué se había basado y me dijo que no conocía a Jaime, que lo había reconstruido a partir de lo que había leído. Pero nunca preguntó a nadie de la familia. Conozco muy bien la casa de La Nava, he ido muchas veces. Asocio mis recuerdos del apellido Gil de Biedma al placer de la palabra, a escucharles. Eran grandes conversadores, con muchísima gracia y humor, con un lenguaje muy rico, empleaban muchas más palabras de las que utiliza la gente normalmente. Conversaciones interminables alrededor de la chimenea. Creo que mi vena literaria me viene de mi lado materno».

uMiguel Losada (Pontevedra). «Lo conocí, a través de un amigo muy íntimo suyo, en una discoteca de Barcelona, rayando ya la madrugada. Solo recuerdo que irradiaba fuerza y personalidad. He coincidido luego con mucha gente que lo trató y siempre me queda la sensación de que era muy difícil conocerlo de verdad. Conservo algún manuscrito suyo totalmente inédito. Y además no han aparecido poemas póstumos después de su desaparición, aquellos serán lo que dice el autor. Tremenda lucidez».

uLuis Javier Moreno. (Segovia, 1946-2015). «Yo admiraba su poesía pero no me decidía a enviarle mi libro, y un amigo común me dijo que era un hombre muy accesible, campechano y buen conversador. Entonces se lo envié desde Segovia. Y él a su vez me envió uno suyo por correo certificado, y me invitó a ir a Nava de la Asunción, cosa que nunca pude hacer, por unas cosas u otras. Donde le veía era en Barcelona. Yo aprovechaba para ir a ver a unos familiares que tenía allí. Nos encontramos unas siete u ocho veces. Nos tomábamos algo, y también recuerdo que en alguna ocasión me invitó a cenar. Nos escribimos unas diez cartas, de las cuales solo conservo dos. Andreu Jaume me las pidió para publicarlas en sus Diarios, pero no quise quedarme sin ellas como me pasó con las otras. Casi toda nuestra correspondencia parte de Segovia a Barcelona, excepto alguna vez, en que le escribí desde Estados Unidos, donde estuve trabajando con una beca cuatro años. De su obra me interesa sobre todo su poesía, por conmovedora, por su musicalidad. Todo lo demás , siendo importante, solo es una parte que, además, nos conduce a la poesía».

uAlberto Olmos ( Segovia, 1975). «Lo conocí gracias a esa cita que pusieron en lo alto del Metro de Ciudad Universitaria, cuatro versos de su poema No volveré a ser joven. Si no existieran sus poemas, no creo que nadie leyera o reeditara el resto de su obra. Yo no creo que Gil de Biedma tuviera ningún problema en vida para alcanzar reconocimiento. A fin de cuentas, él era el poder. Basta leer sus Diarios para darse cuenta de que pocas cosas se movían en España sin el concurso de algún amigo o familiar suyo. En sus Diarios o en alguna parte he leído que no era inusual que tomara un poema que le gustaba (de T. S. Eliot, por ejemplo) y le pusiera a su música palabras nuevas; creo que esto se nota lo de Eliot en aquel que dice «imagínate ahora que tú y yo». Soy de un pueblo cercano, Fuentepelayo, y he estado casi siempre trabajando varias veces en Nava de la Asunción. Visité una vez su tumba, también me llevaron a la ribera de los alisos. Los diarios originales, los del artista seriamente enfermo, son fabulosos, mayormente la sección escrita en La Nava. Los inéditos que ahora conocemos no me han interesado mucho».

uJaime Siles ( Valencia 1951). «Lo conocí personalmente en diciembre de 1976 en su casa de Barcelona. Jaime había sido uno de los principales defensores de mi libro Canon. Como yo vivía en Salamanca, donde estaba estudiando entonces, y luego en Alemania, no pude hasta tres años después agradecerle su apoo. Volví a coincidir con él en varias ocasiones. La última vez que lo vi fue en febrero de 1986 en Barcelona: daba yo allí una conferencia sobre Poesía e identidad y él, que se había enterado, asistió al acto. Al día siguiente daba yo otra conferencia en Valladolid y Jaime me acompañó hasta el aeropuerto de Barcelona. Conozco el lugar, La Nava, pero lo visité cuando Jaime todavía vivía y no he vuelto a ir».

uAndrés Sorel (Segovia, 1937). «Conocí a Jaime Gil de Biedma en la majestuosa sede de la Compañía Internacional de Tabacos de Filipinas en las Ramblas barcelonesas, cuando en la década de los 60 yo acudía para pedir firmas de documentos contra el régimen a los intelectuales del grupo Barral. Era un hombre tan amable como culto, entrañable. Después estuve con él en Ámsterdam, donde fuimos a un congreso de escritores europeos y en la noche me llevó a recorrer algunos de los emblemáticos clubes gais de la ciudad. Decenas de jóvenes llenaban los locales. Recuerdo unas palabras que me dijo en aquella ocasión: Todo se compra con dinero, menos el amor. No creía en el movimiento independentista catalán. Él quería una Barcelona universal y provinciana, amaba sus calles y sus gentes, pero despreciaba a los Pujol de la corrupción y la pequeña Cataluña endogámica. Era por encima de todo poeta, sensible, y nada que fuera humano le era ajeno, y siempre estaría antes con las víctimas que con los triunfadores, pese a sus orígenes y nivel de vida, y a sus antepasados. Yo, si tengo que situarlo al lado de alguien similar a él, aparte de su querida Ana María Moix, lo haría junto a Juan Goytisolo, pero más íntimo en su compromiso y alejado del compromiso cotidiano y público de Juan. En cuanto a los Diarios, toda palabra nueva que de él se publique será bienvenida».

uLuis Antonio de Villena (Madrid, 1951). «Lo conocí en 1976 en Madrid, en un local que se llamaba Puente Cultural. La primera vez que le vi fue para hacer una introducción de la lectura que iba a dar allí mismo Jaime Gil de Biedma. Estuve con él muchas veces en la noche de Madrid, adonde el venía con frecuencia por cuestiones de su empleo de alto ejecutivo de la Compañía de Tabacos de Filipinas. No creo que Jaime hubiera votado a nadie en las elecciones generales, ni en las catalanas, y mucho menos a Podemos. Quizá la primera vez sí votó en la Transición. Y puestos a decir, seguramente lo hiciera al PSC (Partit dels Socialistes de Catalunya) porque además de ser de izquierdas, tenía amigos como Salvador Clotas o Joan Reventós, que optaban al parlamento catalán por primera vez. Gil de Biedma me citó un día en su despacho de la Compañía General de Tabacos de Filipinas, bebimos unos whiskys y nos fuimos a su casa de Ultramort en el Ampurdán. También puedo decir que una vez durmió en mi casa. Como otro amigo cualquiera. Lo explico bien en el libro Retratos (con Flash) Lo vi por última vez en 1987. Era más un amigo que un maestro. Ya vamos quedando pocos. Por todo esto no lo consideré nunca como un mito».

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