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Desde la izquierda, Amado Ramírez, Agustín Jimeno, José Carlos Mingote y José Antonio Gil Verona.
‘Reivindicación del alma’ reúne los últimos textos de Gómez Bosque

‘Reivindicación del alma’ reúne los últimos textos de Gómez Bosque

Discípulos y amigos homenajean al profesor en la librería Margen

Victoria M. Niño

Viernes, 23 de enero 2015, 12:28

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Arropados por las aportaciones de sus colegas, ven la luz los últimos textos de Pedro Gómez Bosque, el profesor sabio, el investigador paciente, la autoridad moral en la Facultad de Medicina de Valladolid y también en los foros cívicos. Reivindicación del alma es una «obra coral» que recoge los apuntes de quien reflexionó hasta el final sobre el alma en relación con la mística, con las religiones orientales «hinduismo, confucionismo y budismo» y con el «sufismo y judaísmo». «Da gusto ver la sabiduría de Don Pedro que buscó el común denominador en todas esas creencias, respetar al dignidad humana. En estos momentos, tras los acontecimientos de las últimas semanas, parece más oportuno aún un texto que invita al diálogo interreligioso», explicaba José Carlos Mingote, psiquiatra. Este libro «cierra una trilogía que comenzó con XXI, otro siglo violento, coordinado por DonPedro, y El malestar de los jóvenes». Agustín Jimeno Valdés, ex profesor de psiquiatría en la UVA, tomó el relevo de Mingote.

Jimeno llegó a aquella facultad cuando Gómez Bosque era profesor adjunto, en los años cincuenta. «Formó una Academia de Psicología donde cabían las aportaciones de muchos conocimientos. Allí comenzamos a afrontar las lides de hablar, de estudiar, recopilar, exponer. La llevaba Don Pedro y Alejandro Díez Blanco, profesor de Psicología». Agustín Jimeno desarrolló su labor profesional por distintos lugares y volvió a Valladolid en 1979. «Organizamos seminarios de lógica, de lenguaje, de misticismo, de todo. En otro libro, Diálogos de fin de siglo mostramos nuestro pensamiento a través de varias sesiones».

Por encima de su «cuidado desaliño», de su «mirada incisiva», de su «afición por los chistes fáciles, destacó su temperamento. Era un apasionado en la búsqueda de la verdad y la justicia. Siempre tolerante, aunque estuviera convencido de su posición y no se dejara convencer». Aquel hombre, cuyas convicciones fueron puestas a prueba cruelmente por el destino, construyó su ideario a partir de una crisis a los 18 años con ladrillos de filosofía oriental, alemana del XVIII y alemana existencialista. «De Oriente le cautivó la renuncia a la violencia, la sacralización de la naturaleza, sus infinitos dioses y la aceptación de distintos caminos hacia el absoluto», desgranó Jimeno. «De la Alemania del XVIII, la filosofía de la naturaleza y cómo abordan el problema de la vida y la evolución. Tras la II Guerra Mundial, el existencialismo».

El catedrático de Anatomía José Antonio Gil Verona le admiró y consultó como profesor, siendo compañero de María Eugenia, hija del profesor. Ella murió durante una conferencia que compartía con Verona. «Después de aquella pérdida terrible, iba yo cada día a su casa a que me supervisara mi tesis». Verona esquinó la emoción para seguir hablando de lecturas. «Aél siempre le gustaba leer a los místicos y yo le destacaba Santa Teresa, quedamos en que era una epiléptica temporal, pero para mí la mejor por sus palabras tras un ataque, estoy engolfada de Dios».

Humildad y ciencia

Enlazó la suma de sus saberes de su maestro con la tendencia actual a sumar especialidades para abordar un asunto científico. «El comportamiento no se puede estudiar desde un solo punto de vista. Antes teníamos identificadas las funciones de cada parte del cerebro, en cambio ahora defendemos que todo en el cerebro sirve para todo». El que fuera director del Museo de la Ciencia, defendió la humildad predicada por Gómez Bosque para investigar, para avanzar en la ciencia,«reconocer que no sabemos».

Por su parte, el psicólogo clínico Amado Ramírez invocó a su amigo como otro «padre» más que le traía a la memoria palabras como «sencillez, amistad, amor, verdad y bondad». La belleza «como antídoto del sufrimiento», el «conocimiento más allá de la información» y la necesidad de «desvelar la realidad, suma de lo obvio y lo intuido» fueron otras de las ideas desarrolladas por quien le acompañó en sus últimos años en conversaciones y paseos.

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