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Wellington Dos Santos
Carlos Frühbeck traduce en versos el dolor por la muerte de su padre

Carlos Frühbeck traduce en versos el dolor por la muerte de su padre

Los profesores de la UVA José Ramón González y David Pujante apadrinan la presentación de ‘Coro de invierno’, último poemario del burgalés

virginia t. fernández

Viernes, 2 de enero 2015, 21:10

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«Uno necesita mantener la identidad. Cuando se vive en tantos sitios las raíces se vuelven frágiles». Carlos Frühbeck Moreno (Burgos, 1977) ha sido profesor de español en China, Vietnam o Italia. Es en la península itálica donde ha detenido sus pasos. Actualmente imparte clases de Lengua y Literatura españolas en la Universidad degli Studi di Enna Kore (Sicilia), pero no olvida la tierra que le vio nacer. Ha aprovechado el regreso por Navidad para presentar su último proyecto editorial, Coro de invierno (Amargord, 2014). Un poemario que gira precisamente en torno a la identidad, sacudida durante los últimos cuatro años por el dolor que le produjo la muerte de su padre, el también poeta Carlos Frühbeck, hermano del prestigioso director de orquesta Rafael Frühbeck, fallecido este año.

Coro de invierno, gestado en el interior del poeta a lo largo de años pero escrito febrilmente en muy pocas semanas, es un poemario pergeñado de dolor y de ausencias. Los profesores de literatura de la UVA José Ramón González y David Pujante apadrinaron ayer en la librería Sandoval de Valladolid la presentación de una obra que para su autor ha sido una «búsqueda de la aceptación de la ausencia».

Esa indagación queda patente «a través de un proceso de fragmentación de la propia subjetividad del escritor mediante varias voces de personajes que se caracterizan por no estar ya presentes. Intento aceptar la desaparición de los demás y de todo lo que nos rodea tomando sus voces una vez que se han ido», cuenta el burgalés. Es una técnica recurrente en su obra, que ya utilizó explícitamente en Retratos de alquiler (Premio Juan Alcaide 2002). «Es una de las mejores formas para hablar de uno mismo y para esconderse; fingir que es otro el que habla, ser un poco ventrílocuo», sostiene Frühbeck Moreno, quien entiende la poesía «como un ejercicio de autoficción, un juego con las convenciones del género. Se piensa que es el género confesional por excelencia pero es una manera de redescubrirse, de conocerse a uno mismo», apunta.

«Con la palabra intento entenderme y decir cosas de mí y del mundo a las que solo se puede llegar de forma bastante imperfecta con el lenguaje poético. Uno escribe poesía porque no hay otra forma de decir ciertas cosas», sentencia el autor castellano y leonés.

Los poemas de Coro de invierno transitan entre el mundo terrenal y el más allá, lo intangible. El escritor crea en su páginas un «juego de espejos». «El lenguaje en el poemario intenta plantear la realidad como si fuera un trampantojo. Con la metáfora se muestra lo que nos rodea como si fuera solamente un decorado. La poesía crea una realidad alternativa para explicar tanto esto que vivimos como lo inexplicable», apunta el autor de Primera claridad (1994).

Para construir esa barrera frente al plano de lo irreal se ha ayudado del surrealismo. Acaba de publicar el ensayo Palabra y poética en Francisco Pino (Editorial Academia del Hispanismo), nacido del proceso de documentación y escritura de su tesis doctoral. «Mis lecturas intensivas de Francisco Pino me han permitido establecer un diálogo muy especial con sus planteamientos de la poesía. Él cambió mi forma de escribir y el modo de entender la literatura». Frühbeck Moreno se siente identificado con la voluntad de Pino de «experimentar por un lado, pero evitar ser visto en el poema por otra parte, comportarse de un modo un poco fantasmal».

Sin convencionalismos

Pese a recurrir al endecasílabo, tampoco en lo formal se adscribe Coro de invierno a convencionalismos, aunque el poeta burgalés tenga muy en cuenta la tradición. Y vuelve a Pino para explicarse: «Hasta en sus poemas más vanguardistas de los años 30, aunque eran composiciones surrealistas salidas de una matriz en teoría de escritura automática, respetaban la métrica clásica. La poesía necesita siempre de un cierto tipo de música, de métrica, que puede ser semántica o relacionada con la fonética, como el endecasílabo. En este caso los poemas lo necesitaban. Es un tipo de música en el que yo me encuentro muy cómodo. En el libro la sintaxis dialoga con la métrica del endecasílabo haciéndola saltar. Juego mucho con la sintaxis y el encabalgamiento», detalla el poeta. Junto a Pino habla el burgalés de El niño que bebió agua de brújula, obra de un autor desconocido para él, Julio Mas Alcaraz, que le emocionó hasta el extremo de motivar la rápida escritura del poemario.

Algo nuevo bulle en la cabeza del escritor; una novela influida por Thomas Bernhard, uno de los autores que ha cambiado su prisma vital, porque en su trayectoria «lo que parece un monólogo autobiográfico es en realidad un juego literario delicadísimo», explica. De nuevo, la cuestión de la identidad se torna motor creativo.

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