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Javier Cercas.
«La novela es un banquete con muchos platos»

«La novela es un banquete con muchos platos»

"Las víctimas no tienen obligación de entender al verdugo" dice el autor de 'El impostor', recreación de las falacias de Enric Marco

Miguel Lorenci

Domingo, 16 de noviembre 2014, 07:24

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"Ha sido un parto feliz tras un embarazo de diez años". Javier Cercas, (Ibahernando, 1962) está "muy satisfecho" con su nueva novela, 'El impostor' (Random House). Es una novela puramente "cerquiana", un libro "raro", sin fronteras entre el ensayo, la memoria, la biografía, la autoficción, la fábula, o el documental. Verdad y mentira, real y novelesca, se alían para recrear la falaz peripecia de Enric Marco (1921), un tramposo patológico que se hizo pasar por víctima del holocausto, prisionero imaginario de los campos de exterminio y llegó la cúpula de la CNT. Cercas investiga fondo, habla largo y tendido de y con Marco, y chapotea en el fango de un mentiroso "que jamás se quitaría la careta por sí mismo".

Una feliz e irónica "condena"

  • -¿Está Cercas felizmente "condenado" a su "cerquiano" modelo de novela?

  • - Me temo que sí. Es lo que sé hacer, novelas frikis. No se escribe lo que quieres, si no lo que puedes, lo que la realidad te entrega y se te va imponiendo. He imaginado una novela sobre un catedrático de la Universidad Pontificia de Comillas enamorado de una actriz porno a la que va pedirle matrimonio a buscar a Budapest. Mis libro son fruto de mi fracaso en la ficción pura.

  • -¿Por qué define 'El impostor' como un libro irónico?

  • -La novela es ironía, y la ironía es un instrumento de conocimiento. Es otro invento genial de Cervantes y significa que algo puede ser una coa y su contrario. Don Quijote es héroe y payaso, loco y sensato. La verdad es poliédrica, múltiple. Tiene mil facetas. Por eso este libro tan raro es una novela. Un género que no da respuestas claras; formula preguntas complejas que responde de modo ambiguo, equívoco y contradictorio. Por eso es esencialmente una ironía, que es de las grandes vías de conocimiento de la humanidad. La ironía es el corazón de la novela como género. No explica la realidad, la muestra en toda su complejidad.

-¿Quién dijo que la novela debía ser ficción?

-Es una idea aceptada que pongo en duda. La maravilla de la novela, como la entendía Cervantes, es que vale y cabe todo. La asumo y aprovecho sus infinitas posibilidades.

-¿Hasta ensancharla como un acordeón y dinamitar la convención del género?

-Es lo que más me gustaría. Estaba en su origen, pero la hemos reducido a una ficción que, como una carrera de bólidos, cuenta un drama a toda velocidad. Pero ni para Cervantes ni para Sterne era eso. Es un banquete con muchos platos, un gran guiso que no excluye nada y que admite todos los ingredientes que intensifiquen y mejoren el sabor.

-¿Es la clave del género misceláneo en el que abunda?

-Básicamente se trata de ampliar el campo de operaciones. Pero sabiendo que toda novedad no es más que olvido. Lo que hago está en la tradición y la utilizo a mi antojo. Quiero el gran banquete sin renunciar a la carrera de bólidos.

-'Soldados de Salamina' no habla de Sánchez Mazas, 'Anatomía de un instante' no habla de Suárez. ¿De qué habla 'El impostor'?.

-De nuestra angustiosa y humillante necesidad de ser aceptados, queridos y admirados. De la incapacidad de conformarnos con la realidad y la necesidad de inventarnos una ficción. De cómo todos somos novelistas de nosotros mismos, impostores. De cómo inventamos ficciones de vidas que no soportamos. De nuestra infinita y cobarde capacidad para decir sí a todo.

-¿A través de Marco un impostor mayúsculo?

-Un tipo normal y extraordinario a la vez. Algo que somos todos y que Marco es a lo bestia, de forma monstruosa. Tomo una lupa la pongo sobre la naturaleza humana y todo se agiganta. Vemos como Marco lleva a límites perversos lo que somos todos.

-¿Nadie soporta su imagen en el espejo?

-Nadie. No queremos ver como somos. Por eso nos maquillamos y adornamos. El impostor del impostor no es Marco; somos todos, el escritor, el lector y los personajes.

-La realidad mata, la ficción salva. ¿Ese mantra es la esencia del libro?

-Es un leitmotiv. Necesitamos la ficción para vivir. La realidad es dura, pobre y triste. Nos mata. Pero la paradoja es que al final, sólo la realidad nos salvará. Podemos aplazar mirar a la verdad, pero será indispensable. Cabe ver el libro como una lectura de 'El Quijote', la mejor novela del mundo. Alonso Quijano es como Marco, se pasa la vida encerrado hasta que dice "se acabó". Se inventa una vida, una identidad fantástica para vivir aventuras. Marco hace lo propio. Pero Sansón Carrasco le obliga a volver a casa y se reconoce como es en un pasaje supremo y conmovedor de la literatura universal. Muere reconciliado consigo mismo y en paz. Cervantes le salva con la realidad y aquí pasa lo mismo.

-¿A Marco le ocurre lo mismo?

-Es un Picasso, un Messi de los impostores, se reinventa a través de la ficción para sobrevivir durante años. Tras pasar media vida encerrado en un taller, se inventa una vida de héroe de guerra y víctima del nazismo. Nueva vida, nuevo nombre, como Don Quijote. Llega ser secretario general de la CNT, punta de lanza de la revolución. Pero al final, como a Alonso Quijano, solo la realidad nos salva.

-De no ser descubierto ¿habría seguido con sus patrañas hasta morir?

-Nadie es capaz de afrontar la realidad si no le obligan a hacerlo. Como Sansón Carrasco obliga a Don Quijote al derrotarlo. Ni Don Quijote ni Marco se creen farsantes. Son actores metidos en su papel hasta las cachas.

-¿Le juzga?

-Al novelista le está prohibido juzgar. Le corresponde al lector. Formulo las preguntas de la manara más compleja posible y será el lector quien juzgue, si quiere, como cumple a la novela. Sí tato de entender al hombre y su mentira, pero entender es lo contrario de justificar.

-Primo Levi, víctima real del nazismo dice que entender es el primer paso para justificar.

-Es falso. El mismo se refuta. El gran narrador del holocausto, lo que hace es tratar de entenderlo. De no ser así no hubiera escrito esos libros. Creo, además que las víctimas no tienen la obligación de entender al verdugo. Eso las destruiría. Nosotros sí estamos obligado a entender las claves del verdugo para evitar que repita su tropelias. Y entender es lo contrario de justificar

-El joven Cercas, cuenta, mintió a su novia haciéndose pasar por escritor

-La seducción es una forma de impostura. No digo que se como Marco. Presentamos nuestra mejor cara a los demás y es una impostura legítima y tolerada. La de Marco es monstruosa e intolerable, y por eso es más interesante. De algún modo es un espejo en el que todo podemos mirarnos y vernos con claridad. Se trata de ver que hay en Marco de todos nosotros. Y eso es literatura, hacer lo particular universal. Es mi objetivo en este y en todos mis libros. Y no hace ninguna gracia saber que eres parte del monstruo, del gran maldito.

-¿Como es Marco sin careta?

-Es un seductor total, un encantador de serpientes. Una vez descubierto no cambió el chip. Siguió diciendo que era Don Quijote y se reveló contra Alonso Quijano. Benito Bermejo descubrió que no estuvo en Felsenberg, pero no fue desenmascarado le todo. Este libro le quita otras máscaras. Ahora puede reconocer que es Alonso Quijano.

-Es un tópico que escribir cura y su relato confirma que su caso ha sido cierto.

-En efecto. Los tópicos son verdades fosilizadas. Yo se que si no escribiera seria un tipo peligroso, si es que no lo soy. Me equilibra y me alivia de todo lo malo.

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