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Un diccionario lleno de palabras y polémicas

Un diccionario lleno de palabras y polémicas

Palabras como ‘judiada’, ‘sudaca’, ‘hacker’ o ‘marica’ mantienen acepciones que generan críticas en diferentes colectivos sociales

Javier Varela

Sábado, 8 de noviembre 2014, 07:21

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La Real Academia de la Lengua Española presentó hace dos semanas la última edición de su Diccionario, que, como suele ocurrir siempre que se actualiza, ha levantado polémicas entre algunos sectores, que se sienten ofendidos por la permanencia de algunos términos, definiciones y acepciones. La 23ª edición del Diccionario de la Lengua Española ha visto la luz tras trece años de espera, incluyendo en torno a 5.000 entradas nuevas y 22.000 modificaciones totales, entre las que destacan algunas por su significado llamativo. Como sus antecesores, este nuevo Diccionario no se ha librado de las críticas, y no sólo por la incorporación de algunos neologismos y vulgarismos que entran a formar parte de las palabras aceptadas por el organismo oficial.

"El Diccionario tiene que ser científicamente correcto y, si es posible, políticamente correcto, pero solo si es posible", suele repetir José Manuel Blecua, director de la Real Academia Española (RAE), ante la cuestión de la corrección política del DRAE. Una idea que comparte Pedro Álvarez de Miranda, el director de la nueva edición del Diccionario: "No debe plegarse de manera irreflexiva a los dictados de la corrección política. Debe estar atento a no herir sensibilidades gratuitamente. La Academia recibe demandas constantes de modificación. Las estudia y, si parece razonable, las introduce. Pero no siempre se da gusto a todo".

Algunos de los términos han sido criticados por ser demasiado vulgares como culamen, pepero, ugetista, beisbolero y okupa, mientras otros lo han sido por estar demasiado actualizados por las nuevas tecnologías, como la inclusión de tuit, tuitear, link, wifi, tunear, intranet y nube -en alusión al espacio de almacenamiento en la Red- o hacker. Precisamente la inclusión de este último término como "pirata informático" en el nuevo Diccionario de la lengua española ha levantado ampollas en un colectivo que se siente criminalizado por una definición que no se ajusta a la realidad de su labor profesional. Un caso similar ocurre con la quinta acepción de la palabra gitano, en la que aparece la palabra trapacero. Según la propia RAE, un trapacero es una persona que con astucias, falsedades y mentiras procura engañar a alguien en un asunto y claro, los gitanos han montado en cólera ante semejante definición.

Masculino y femenino

Una situación similar han provocado algunas de las acepciones de otras palabras como 'Alicantina' o 'Valenciano'. Según la nueva edición del Diccionario, alicantina se identifica con "treta, astucia o malicia con que se pretende engañar", mientras que valenciano se define, en una de sus acepciones, como "variedad del catalán": en junio de 2013, el grupo parlamentario popular presentó una proposición no de ley en Les Corts en la que solicitaba a la RAE que en la próxima edición del Diccionario "se reconociera al valenciano su categoría de lengua o idioma propio de los valencianos, que se habla en la mayor parte de la Comunidad".

Entre las acepciones más polémicas y retocadas en esta nueva edición del Diccionario se encuentran femenino y masculino. De la primera han desaparecido los adjetivos débil y endeble, mientras que en la segunda ya no aparecen términos como varonil y enérgico. Unas modificaciones que argumenta José Manuel Blecua: 2La mujer ha dejado de ser el género débil". Según Blecua, hasta ahora determinados usos de la lengua que muchas voces ciudadanas han calificado como machistas "estaban documentados". Ahora, "ha cambiado el uso de masculino y femenino" y esto se refleja en la nueva edición del DRAE. "La Academia vive en su sociedad y, como todo hablante que vive en la sociedad, escucha lo que la sociedad le dice", recalca. Pedro Álvarez de Miranda va más allá al afirmar que "la lengua va detrás de la realidad, y el diccionario detrás de la lengua. Es la escoba que recoge lo que los hablantes deciden".

Algunas voces como judiada, sudaca o marica siguen siendo palabras que no dejan satisfechos a muchos sectores. En la primera continúa apareciendo la acepción "mala pasada o acción que perjudica a alguien". Desde la RAE justifican que se mantenga en el DRAE porque «la palabra no ha muerto, y quien quiera es libre de usarla. Quien la considere hiriente para la comunidad judía, que no la utilice. Su presencia en el diccionario no obliga a usarla. Nos pidieron quitar la palabra sordomudo por falsa, inexacta e hiriente. ¿Cómo vamos a hacerlo?". Mientras, en sudaca se conserva la marca de despectivo, coloquial y España que tenía desde 2001 para referirse a los sudamericanos, y en el caso de marica se organizaron las acepciones, se cambiaron unas palabras por otras y se aclara que es malsonante y despectivo. Aun así, la polémica ha permanecido ya que en la anterior edición una de las acepciones decía que se trataba de "un hombre afeminado y de poco ánimo y esfuerzo". En la actual aparecen tres acepciones: "1. Femenino. 2. Dicho de un hombre: Apocado, falto de coraje, pusilánime o medroso. 3. Dicho de un hombre homosexual".

Pero más allá de polémicas concretas, en esta nueva edición del Diccionario de la Lengua Española destacan las voces coloquiales, como botellón, chupi, amigovio, gorrillas, papichulo, mileurismo, birra, plomizos o cagaprisas. Y es que está claro que actualizar el uso de la lengua no siempre va ligado con la realidad.

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