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Jaume Vallcorba, el último mohicano de los editores independientes

Fundó en 1979 Quaderns Crema, centrada en la edición en catalán, y veinte años después puso en marcha Editorial Acantilado para publicar en castellano

efe

Sábado, 23 de agosto 2014, 13:27

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Jaume Vallcorba, fallecido hoy a los 64 años, respondía a un perfil muy concreto de editor, y las circunstancias vividas en los últimos tiempos por sus colegas de Anagrama y Tusquets lo habían convertido en el último mohicano de los editores independientes españoles.

Profundamente intelectual, Vallcorba ya había apuntado maneras cuando tras estudiar Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Barcelona, se doctoró en la Universidad de Barcelona con una tesis sobre Josep Maria Junoy y las primeras vanguardias europeas. Había sido profesor de Literatura en las universidades de Burdeos, Lérida, Barcelona y la Pompeu Fabra y dejó la docencia universitaria en 2004.

Estudioso de la estética y la literatura medievales y de vanguardia, Vallcorba fundó en 1979 Quaderns Crema, centrada en la edición en catalán, y veinte años después puso en marcha Editorial Acantilado para publicar en castellano, editoriales que dirigió desde su fundación hasta su muerte.

Desde Quadern Crema, Vallcorba pasará a la historia por haber apostado por una generación de escritores catalanes, con nombres ilustres, hoy ya consagrados, como Quim Monzó, Sergi Pàmies o Empar Moliner. Al igual que en Quaderns Crema, Vallcorba publicó en Acantilado lo que le apetecía y en sus gustos convivían grandes clásicos del pasado que ayudó a redescubrir en nuevas ediciones como Chateaubriand, James Boswell o Montaigne, con un buen número de autores europeos, desde Pessoa a Imre Kertész, Stefan Zweig o Joseph Roth.

En los últimos tiempos, Vallcorba descubrió a los lectores españoles autores contemporáneos centroeuropeos, habitualmente olvidados por la edición local, que explica la Gran Orden al Mérito Cultural que le concedió la República de Polonia.

Talento reconocido

Al contrario que ha sucedido en otras ocasiones, Vallcorba recibió todos los reconocimientos posibles en vida, del sector, en la Feria de Libro de Guadalajara (México) que le concedió el reconocimiento al mérito editorial en 2010; y de las administraciones: Premio Nacional a la mejor labor editorial del Ministerio de Cultura (2002) y la Medalla de Oro al Mérito Cultural del Ayuntamiento de Barcelona. El pasado mes de mayo aún pudo recoger el Premio Nacional de Cultura de la Generalitat, ya mermado por la enfermedad, en un acto en el que la emoción no pudo evitar que se le rompiera la voz en su breve intervención.

La delicada salud le impidió participar personalmente el pasado 1 de julio en la lección final del máster de Edición de la Universidad Pompeu Fabra, pero su mujer, Sandra Ollo, leyó un texto del editor que tras su muerte puede ser considerado su testamento profesional. "El editor ha de saber callar y no hacerse demasiado visible. Debe hacer a menudo lo que en teatro se decía 'el mutis por el foro', porque la humildad es fundamental", advertía Vallcorba en esa lección a los editores del futuro.

Vallcorba, que se había hecho editor "por el placer de proponer a unos amigos" una lectura estimulante y enriquecedora, acabó marcando al rojo vivo en su ADN la triple actividad del editor, "la labor intelectual y la artesanal y el sentido empresarial". En ese testamento, Vallcorba reivindicaba el papel irrenunciable del editor en este entramado que llamamos mundo literario: "Simenon continuaría siendo un autor de quiosco si no fuera por que Gallimard lo situó en (el famoso sello) La Pléiade, a la altura de Proust". No es casual que Acantilado emprendiera en octubre de 2012 la publicación de la obra de Simenon.

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