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Arnal Ballester.
«La burbuja editorial limita la vida del libro a ocho meses»

«La burbuja editorial limita la vida del libro a ocho meses»

Arnal Ballester imparte un taller sobre la caracterización de personajes en IlustraTour

Victoria M. Niño

Martes, 15 de julio 2014, 21:49

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Está a dieta de libros, aunque no para de trabajar. Arnal Ballester (Barcelona, 1955) hace cuatro años que no publica un álbum porque le gusta moverse y ahora dibuja en otros medios. Aún así, este profesor de la Escuela Massana sigue dando vueltas a los recursos ilustrativos. En su taller de IlustraTour titulado Mi vecino no es lo que parece propone a los alumnos pensar en la relación de ficción y realidad a través de los personajes. «El propósito es huir de los tópicos visuales estereotipados».

El reto es ambicioso porque «contar a la manera de uno es muy relativo. Nos movemos en unas matrices estilísticas aceptadas por todos, que nos facilitan el entendimiento, son reconocibles y acaban imponiéndose. Esos recursos que empiezan desvelando algo, siendo accesibles, acaban por ser emoticonos. Entiendes perfectamente lo que quieren decir pero no despiertan ninguna emoción. Cualquier creativo tiene que confrontar su mundo con lo que quiere decir, mirar de una manera más inocente y distanciarse de la manera de ver habitual para buscar las diferencias». Este Premio Nacional de Ilustración Infantil es un incansable buscador de lenguajes y formas nuevas por eso ve con preocupación la «metástasis de producción» en España.

Animación de bolsillo

«Vivimos en una burbuja editorial que de momento no pincha. Además de la dimensión económica tiene otra creativa que es la obsolescencia del producto. El libro tiene un recorrido muy corto y eso es un obstáculo para la maduración de propuestas, de lenguajes, de estilos. Si viviéramos en un momento menos glorioso quizá hubiera espacio para una creación sólida». Según su información «el ciclo de difusión de un libro desde que sale hasta que se tritura es de ocho meses, siempre con la excepción de algunos best-sellers. Pero se queda en la vida de las moscas del vinagre».

Todo ello le llevó a reconducir su trabajo y diversificarlo; animación, murales, cartelería, prensa. Desde 1998 tiene una cita semanal en los periódicos. «Comencé en El País y ahora sigo en El Mundo, El periódico de Cataluña y publicaciones americanas como el International Herald Tribune. En España se puede ser más metafórico, más conceptual. Sin embargo en Estados Unidos te exigen una relación más literal con el texto».

Le entusiasma como nueva posibilidad la animación digital, «lo hago a muy pequeña escala, muy artesanal para canales de televisión, fundaciones. En prensa lo hecho de menos, tenemos esa herramienta y la edición digital lo pide. Es más natural diferenciar la ilustración con el movimiento, que no sea un sello como un banner. No veo el sentido a que sean imágenes fijas cuando existen otras posibilidades. Pero ahí los periódicos españoles aún no han llegado».

La boca risueña

Su trazo claro, los colores simples, la estilización de sus líneas, la hipérbole, le han llevado a cosechar reconocimientos en Bolonia. En 1992 su obra La boca risueñafue seleccionada por el simposio de literatura infantil organizada por la FundaciónSánchez Ruipérez. En 1996 formó parte de la exposición El jardín secreto, que reunía el trabajo de los treinta mejores ilustradores del mundo en la Feria de Bolonia. En 2002 entró en la animación y ha firmado trabajos para Digital+, el festival de cortos Xinacittà y la Fundación La Caixa.

Reconoce que a pesar del boom editorial es difícil vivir de la ilustración pero no imposible y anima a sus alumnos a abrir su mirada en un mercado que ya no tiene fronteras. «Desde un correo electrónico puedes trabajar para todo el mundo».

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