Secciones
Servicios
Destacamos
elena g. castañón
Lunes, 2 de junio 2014, 17:29
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
Ignacio Ferrando (Trubia, Asturias, 1972) combina la docencia, dando clases de arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid, con la pasión por la escritura, fruto de la cual nace La oscuridad, su última novela. Con forma de thriller psicológico, más adelante se convierte en un diálogo entre el lector y el escritor en el que se narra la historia de un director de cine experimental que pierde a su mujer en un aparente suicidio, pero al volver del velatorio la encuentra viva en el salón de su casa. El protagonista de La oscuridad intentará descubrir si se trata de un fantasma o si su esposa, actriz frustrada, lo está engañando con una última representación. «A lo largo de la obra cobra peso la idea principal, que es la de hasta qué punto interpretamos el papel que los demás quieren y hasta qué punto eso es lícito», explica Ferrando, que relaciona la noche ártica de Noruega, espacio temporal durante el que transcurre la obra, con «la oscuridad metafórica del protagonista, que no sabe lo que sucede».
Es en el campo de la narrativa breve donde el escritor asturiano ha obtenido un mayor reconocimiento, recibiendo galardones como el Premio Internacional Juan Rulfo, el Gabriel Aresti, el NH Mario Vargas Llosa o el Setenil, entre otros. No solo en el ámbito del relato consigue Ignacio Ferrando alzarse con recompensas, sino que su primera novela, Un centímetro de mar (Alberdania, 2011) fue premiada con el Ojo Crítico de Radio Nacional de España y con el Ciudad de Irún. «A pesar de la sombra de sospecha que los rodea, los premios son importantes, no dejan de ser un refrendo del trabajo que haces en soledad, sobre todo premios como el Ojo Crítico o el Setenil, ya que te presentan los editores», asegura el autor, que agradece estos galardones «promocionales» que permiten a los escritores «publicar sus obras y salir del anonimato».
Ignacio Ferrando publica La oscuridad después de toda una vida en la que la escritura siempre jugó un «papel importante», desde que su padre llevó una máquina de escribir a casa. En principio aquella afición no tenía visos de transformarse en un oficio rentable, pero «a partir de cierto momento se convirtió en una disciplina». «Nunca me planteé vivir de esto. Pero aquí estoy y no me he arrepentido ni un segundo de las decisiones que he tomado al respecto», apunta Ferrando, que aún mantiene intacta su pasión por la escritura.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.