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Jordi Gracia, durante la conferencia en la Casa de Cervantes. A. Mingueza

Jordi Gracia: «Cervantes aprendió a medir los valores

de la condición humana

desde la ironía»

El escritor disertó en la Casa de Cervantes sobre la doble vida del autor de ‘El Quijote’

jESÚS BOMBÍN

Viernes, 6 de octubre 2017, 11:17

Entre el Cervantes convencido de los valores del imperio de la fe y del Rey Felipe II, y el que despliega un espíritu burlón, irónico, resabiado y escarmentado de ilusiones y grandes ideales media toda una vida que ayer desentrañó el escritor Jordi Gracia en una conferencia en la Casa de Cervantes.

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El catedrático de literatura española en la Universidad de Barcelona recorrió el periplo biográfico del escritor desde los veinte años de un joven defensor de las ideas políticas y religiosas de su tiempo al desengaño de la madurez a partir de los cincuenta años. «Sin ese Cervantes militar creyente entregado a los valores de la época no habría manera de entender de dónde nace el Cervantes maduro y escéptico, capaz de escribir ‘El Quijote’ a los sesenta años ».

En ‘La galatea’ y en las primeras obras de teatro que escribe despliega, en opinión del escritor, «su complicidad con el orden sistémico de la corte de Felipe II y su estrategia política y religiosa». Como contrapunto citó obras creadas a partir de los cincuenta años como ‘El coloquio de los perros’, en la que Gracia aprecia síntomas y detalles «de que ahí ha pasado algo ya, que el escritor ha dejado de ser crédulo y militante obstinado y dogmático defensor del imperio; a partir de ahí empieza a leer el mundo y la condición humana desde una perspectiva más radicalmente moderna, desde la ironía. Y no porque descrea de la fe o del rey, sino porque cree de otra forma ya, de un modo más equilibrado, con una distancia crítica que el joven soldado no aprendió a tener, ni tampoco el joven escritor».

Para el autor del ensayo ‘La resistencia silenciosa’ la ironía actúa en Cervantes como una suerte de mecanismo mental «que permite afirmar a la vez dos cosas contradictorias, de manera que la condición humana misma puede ser vista desde una perspectiva trágica y cómica, admirable y deplorable, como el mismo don Quijote, figura patética, ridícula y, al mismo tiempo, conmovedora e irresistible. Cervantes aprendió a medir de otro modo los valores de la condición humana desde una irrenunciable posición irónica, cómica, p ara desprender a lo real de la solemnidad, de la trascendencia y la pretensión absoluta; en definitiva, dejó de ser dogmático para enseñarnos qué es ser moderno», apuntó.

Jordi Gracia es autor de una biografía sobre José Ortega y Gasset y de otra sobre Cervantes, y también un profundo conocedor de la vida y la obra de Dionisio Ridruejo (Burgo de Osma, Soria, 1912-Madrid, 1975) que ha resumido en cuatro volúmenes. «De este personaje me atrajo el enigma monstruoso de cómo puede alguien por razones idealistas ser el primer y más convencido fascista español y, en la madurez, reeducarse de tal modo que fue capaz de impugnarse a sí mismo y afrontar las consecuencias de sus errores para hacerse frontalmente antifranquista y socialdemócrata».

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Encuentra similitudes en la peripecia vital evolutiva del autor de ‘El Quijote’ y el arrepentido falangista soriano. «En la transformación de ambos hay una misma estructura de fondo que les lleva a evolucionar desde el dogmatismo más absoluto a una visión más matizada de lo real, donde todo cobra diversos puntos de vista y es capaz de ser visto con un escepticismo irónico que no equivale al relativismo ni al nihilismo, pero sí a la renuncia aposeeer ninguna verdad absoluta».

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