Borrar
Rodrigo Jiménez

Colón recupera su casa de leyenda en Valladolid

El 22 de mayo de 1968 fue inaugurado como museo el inmueble donde la tradición situab a la muerte del almirante, tras una intensa campaña impulsada por El Norte

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Domingo, 20 de mayo 2018, 13:43

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

«Si el nacimiento de Colón es un arcano, su muerte no lo es». La famosa frase, repetida en más de una ocasión para contraponer la certeza histórica del lugar donde falleció el almirante a las incógnitas que aún rodean la localización exacta de su nacimiento, sonó distinta, más impactante y emotiva, aquel 22 de mayo de 1968, hace ahora 50 años. Ese día, en efecto, Valladolid asistió a la «extraordinaria jornada colombina» de inauguración de la actual Casa-Museo de Colón, que contó con la presencia de una nutrida representación de personalidades de la cultura y numerosas autoridades, incluidos altos cargos institucionales procedentes de Hispanoamérica.

La portada entera y dos páginas de El Norte de Castilla del día siguiente dieron cuenta de lo que aquel evento significaba para la ciudad y para el propio decano de la prensa, impulsor del proyecto desde aquella víspera del Día de la Hispanidad de 1959 en la que Miguel Delibes, director del rotativo, lanzó la idea de recuperar como museo la derruida morada donde la tradición había recreado el óbito de Colón el 20 de mayo de 1506. Cierto es que la iniciativa había partido de su primo, Jaime Alba Delibes, en ese momento ministro plenipotenciario de España en Washington y consejero de El Norte, auténtico muñidor de los primeros apoyos para materializar la ambiciosa empresa. Entre los convencidos de primera hora destacaron los alcaldes José Luis Gutiérrez Semprún y Santiago López González; el director del Instituto de Cultura Hispánica, Blas Piñar; el delegado de Turismo, Antolín de Santiago-Juárez; el director del Museo Naval, el almirante Julio Guillén; la Dirección General de Bellas Artes, que contó con la asesoría de Gratiniano Nieto; y eminentes personalidades de la cultura, como Francisco de Cossío.

La campaña de El Norte de Castilla, desarrollada por Delibes y Ángel Lera de Isla, confluyó en un concurso de proyectos arquitectónicos que ganaron los señores Barroso, padre e hijo, consistente en la reconstrucción de la vieja casa de la calle de la Magdalena y, adosada a ella, una reproducción del Palacio de don Diego de Colón en Santo Domingo como sede del Museo. A la altura de 1968, sin embargo, la historiografía especializada ya había despejado las dudas sobre el verdadero lugar de la muerte del almirante, descartando que esta se hubiera producido en aquella histórica morada y ubicándola, por el contrario, en el desaparecido convento de San Francisco, frente al Ayuntamiento actual. Pero, como señalaba Jaime Alba Delibes en el acto del 22 de mayo de 1968, «si no podemos aceptar la localización del óbito como un hecho histórico, aceptemos la leyenda. Colón sería el primero en no oponerse a ella».

En efecto, el objetivo primordial de aquella reconstrucción museística consistía en aprovechar dicha tradición legendaria para convertir Valladolid en gran referente turístico colombino, aprovechando, eso sí, la certeza histórica de que fue en esta ciudad donde expiró el almirante. Así de tajante se mostró Alba Delibes al recordar cómo en el siglo XIX, esto es, «en los albores de lo que pudiéramos llamar turismo internacional», viajeros de varios países visitaron nuestra ciudad para conocer «aquella casa de la calle de la Magdalena, a la que luego se designó con el nombre de Colón», costumbre que, lamentablemente, había terminado perdiéndose. La leyenda de la muerte colombina en aquel lugar, que suele achacarse a una frase del historiador Matías Sangrador en su 'Historia de la muy noble y leal ciudad de Valladolid', la reprodujeron desde los franceses Antonio de Latour y Charles Davidier hasta el británico Albert F. Calvert, sin olvidar la conocida anécdota atribuida al italiano Edmundo de Amicis, que, ya de camino a Madrid, se habría dado una gran palmada en la frente al darse cuenta de que había olvidado visitar la morada colombina.

En 1855, el Ayuntamiento bautizó dicha calle con el nombre del descubridor, y once años después colocó en la fachada una lápida conmemorativa, con la leyenda: «Aquí murió Colón». Y aunque todavía a finales de siglo, al calor del cuarto centenario del Descubrimiento de América, siguieron publicándose biografías que reproducían la supuesta muerte del almirante en esa casa, ya se sabía la verdad: documentación municipal fechada en 1865 acreditaba la pertenencia del inmueble al mayorazgo de los Rivadeneira, que solo a partir de 1780 había pasado a propiedad de los Colón merced al matrimonio entre José Joaquín Colón de Toledo y Larreategui y Josefa de Sierra y Sarria Salcedo y Rivadeneira. Ya entonces (finales del XIX), la vieja morada había sido adquirida por la comunidad religiosa de Las Salesas y encerrada, tras una polémica reforma urbanística, en su convento de clausura.

Una vez constituido el Patronato promotor de la Casa Museo, afianzados los apoyos institucionales y recibidas las primeras –y muy significativas– aportaciones económicas (de la poetisa norteamericana Susana V. Mitchel, del industrial mejicano Carlos Prieto y de Jaime del Amo a través de la Fundación creada por su padre en Estados Unidos), el Ayuntamiento, presidido por Santiago López, adquirió el solar por 900.000 pesetas y adjudicó las obras al contratista Cleofé Villaverde Villa, representante de Construcciones Villaverde, S.L. El 22 de julio de 1965 se verificó la recepción de las obras, que ascendieron a cinco millones de pesetas.

Tres años después, el 22 de mayo de 1968, la inauguración de la Casa-Museo de Colón, con Martín Santos Romero al frente de la alcaldía, contó con la presencia de numerosas autoridades y con los discursos de Gregorio Marañón Moya, director del Instituto de Cultura Hispánica; Jaime Alba, entonces embajador de España en Bélgica; el catedrático de Historia Antonio Romeu de Armas; y el embajador del Perú, Nicolás Lindley, quien elogió la labor de Colón por ser «el iniciador de aquel gran proceso de llevar la civilización cristiana de Occidente a fusionarse con la aborigen de nuestros pueblos para crear ese promisor conjunto de nacionales mestizas» que era, en palabras de Marañón Moya, «la esperanza de nuestro tiempo».

La última reforma del inmueble se llevó a cabo en 2006, con motivo del quinto centenario de la muerte de Colón, y consistió en la ampliación del edificio y del espacio expositivo a través de un anexo que recrea una embarcación de la época.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios