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Carlos Losilla, ayer, en la plaza de Santa Cruz.
Carlos Losilla insta a la crítica a evolucionar a la vez que el cine

Carlos Losilla insta a la crítica a evolucionar a la vez que el cine

«No se puede juzgar a las nuevas películas con parámetros antiguos», defiende el ensayista en el curso de la UVA

samuel regueira

Viernes, 21 de agosto 2015, 11:47

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¿Podemos abordar el cine contemporáneo con las mismas armas del cine clásico y moderno? Según el crítico y ensayista Carlos Losilla, la respuesta sería un no rotundo. El experto, para quien «no se puede juzgar a las nuevas películas con parámetros antiguos» abogó ayer por una amplitud de miras y el manejo de herramientas novedosas para las últimas propuestas fílmicas en el Curso de Cine, dentro de un seminario bautizado como Nueva cinefilia. Nueva crítica.

«Las nuevas prácticas cinematográficas exigen una nueva teoría», defiende Losilla. Si el cine moderno sustituyó a las películas clásicas en la década de los 60, el comienzo del nuevo siglo prefiguró una nueva oleada que devino en lo que hoy conocemos como cine contemporáneo, con un nuevo prevalecimiento de la cinematografía asiática con nombres de referencia como el de Wong Kar Wai o Tsai Ming Liang, así como ciertos realizadores en la línea del iraní Abbas Kiarostami, que «dinamitaron los cimientos de lo aceptado» y obligan al cinéfilo a preguntarse por los cánones establecidos hasta la fecha y replantearse su propia visión de lo que es cine.

«El concepto del tiempo, y del espacio, son muy distintos en las nuevas apuestas cinematográficas», explica el ensayista: «Una película como Gerry, de Gus Van Sant, no puede juzgarse bajo la óptica que aplicaríamos a El sueño eterno o a El eclipse de Antonioni, que en su momento fue lo más de lo más en el cine moderno».

La película de Van Sant que cita Losilla narra la historia de dos amigos (Matt Damon y Casey Affleck) perdidos en el desierto y que vagan sin apenas intercambiar palabra durante los 100 minutos de su metraje: «La tentación de la crítica especializada pasaría por decir que esta cinta no cuenta nada, pero es que la están valorando con un punto de vista obsoleto. Habría que preguntarse si hay que seguir contando las cosas como se ha estado haciendo hasta el día de hoy», plantea.

En cualquier arte

Y es que, para el crítico, parece que molesta más la transformación del cine que, por ejemplo, la de la misma literatura: «No se oye tanto decir que ya no se hacen novelas como antes. Durante el siglo XIX tuvimos a Flaubert y a Stendhal, y durante el XX a Kafka y a Joyce. La evolución en cualquier clase de arte es algo normal», afirma.

Por eso, Losilla solicita a las viejas y nuevas generaciones de críticos y especialistas en el séptimo arte ser más receptivos con los largometrajes que van llegando: «La actitud ha de ser de máxima capacidad para aceptar lo que viene», dice. Con todo, descarta que esto implique perder el ojo crítico ante las nuevas apuestas culturales que se brinda desde las diferentes industrias del celuloide.

«Naturalmente, no todo lo que aparece va a ser bueno, o justificable por el mero hecho de ser contemporáneo. Hay que permanecer vigilante ante lo que está ocurriendo, y se tiene que saber distinguir entre lo malo y lo aceptable», continúa. A causa de todo esto, Losilla cree que se aprende a discernir «solo desde el relato que cada uno mismo se marca a partir de su propio concepto de la historia del cine».

No estamos ante una situación radicalmente novedosa. Cuando el cine clásico sentó una serie de normas, movimientos como la Nouvelle Vague capitaneada por François Truffaut y Jean-Luc Godard recogieron y transformaron una herencia, una serie de conceptos que, al mismo tiempo, se vieron obligados a transgredir. «El cine contemporáneo trata de renovar y de hacer lo mismo con el cine moderno. ¿O acaso están muy alejados de estas pautas los realizadores asiáticos», se pregunta el ensayista.

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