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Antonio Banderas, ayer en la presentación de la película
«Cuando las cosas no salen bien te pegan con un martillo, y eso me confunde»

«Cuando las cosas no salen bien te pegan con un martillo, y eso me confunde»

se estrena en el thriller futurista con 'Autómata', una producción búlgaro-española dirigida por Gabe Ibáñez

Rosario González

Miércoles, 21 de enero 2015, 06:56

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Antonio Banderas llega a la promoción de 'Autómata' un tanto chamuscado, que no pesimista. Aterriza con su nueva producción en un momento inmejorable para la industria cinematográfica española, que obtuvo en 2014 la mejor cuota de pantalla de los últimos 37 años. Una reconciliación necesaria entre el espectador español con su cine que sin embargo ha tocado solo de perfil al actor malagueño en su faceta como productor, después de que pinchara en taquilla su 'Justin y la espada del valor' (2013). Pero el cariño del público lo ha tenido siempre, y quizá le sirva a Banderas de combustible necesario para no desfallecer en una apuesta por el cine español, que, por justicia poética, debería resultar ganadora.

Su caballo de batalla en esta ocasión es un thriller futurista pergeñado como un ejercicio formal de ciencia ficción de tintes clásicos, abriendo la puerta a un género que apenas ha tenido recorrido en nuestro cine. Dirigida por Gabe Ibáñez, con capital 80% búlgaro y 20% español y protagonizada por Banderas en un papel de antihéroe al que no estamos acostumbrados, 'Autómata', que se estrena este viernes, retrata un futuro postapocalíptico marcado por la decadencia de la raza humana en el que los robots comienzan a tener conciencia de sí mismos.

Sorprende el nuevo registro de su personaje, un antihéroe.

Fue complicado. Es un ser que parte de una posición de pesimismo o resignación cínica sobre la realidad que está viviendo. Un hombre abatido que tiene el sueño recurrente de escapar a un lugar que probablemente ya no exista y que se resiste a traer a un nuevo ser humano a un mundo que considera que está herido de muerte, aunque va sufriendo un proceso a medida que avanza la historia. También es un personaje duro desde el punto de vista físico. Pero creo que el objetivo se ha conseguido: presentar una película insólita dentro de la cinematografía nacional que va a sorprender a determinados públicos que se salen de la caja de lo que se suele hacer por aquí.

¿Se había interesado por asuntos como la Teoría de la Evolución antes de rodar la cinta?

La Singularidad Tecnológica es la premisa fundamental de nuestra película, ese momento en el que la máquina pega un salto hacia adelante y sobrepasa al ser humano. He sido siempre curioso en ese territorio, en las posibilidades del ser humano para autodestruirse o para imponer un cierto criterio en la gestión y administración del planeta y me gusta imaginarme que ocurrirá dentro de 250 años, qué haremos, dónde estaremos e incluso cómo nos miraremos ahora.

Pero 2044 está a la vuelta de la esquina...

Yo hubiera planteado un futuro más lejano, pero son decisiones del director. Fui de los que vieron el estreno de 'Blade Runner' en el Madrid de los años 80 y ahora que nos acercamos al 2019 no hemos llegado a esa decadencia que planteaba la cinta, tampoco a esa tecnología. El mundo de la ficción tiene que encontrar un acuerdo tácito entre el espectador y el artista para creer en una realidad en la que no están presentes. De todas formas, la película establece una hiperrealidad muy creíble de aquí al 2044 y establece un conglomerado de situaciones que ya se cruzan entre lo que son los robots y los seres humanos. Con autómatas que han heredado de alguna manera lo que tenía de aspiracional el ser humano hacia lo positivo y que ya ha perdido. De hecho, la pérdida de valores es uno de los temas de la película.

Intento en tiempo de crisis

No se suele quejar, pero admite que le ha dolido la falta de apoyo en su faceta como productor

-Me produce confusión. He pagado mis impuestos y me puedo gastar mi dinero jugando al golf, y sin embargo, vienes a tu tierra y lo que haces es apostar y mantener en plena crisis a 150 chavales trabajando en Granada, las cosas no salen bien y encima te pegan con un martillo. Tampoco quiero que me regalen un ramo de flores ni que me aplaudan, pero es verdad que el Goya -recibirá el Goya de Honor en la gala del 7 de febrero- me da cierta esperanza de que hay gente que tiene ojos y oídos. Te da un estímulo para seguir con determinadas líneas y te hace pensar que no estás solo.

Las cifras de 2014, ¿son la prueba de la reconciliación del público con el cine español?

Va a costar porque se ha producido un divorcio extraño entre el cine español y los espectadores, pero necesitamos a nuestro público más que nunca. Créeme que lo que todo artista tiene en la cabeza no son los dineros o la fama, sino conectar con su propia gente. Yo que llevo muchos años en Hollywood, cuando termino una película siempre pienso qué van a pensar en mi casa de esto. Necesitamos reconciliarnos.

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