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Antonio Giménez Rico, en la fuente de la plaza de Zorrilla.
«Cuando haces una película fuera de la moda está llamada a pervivir»

«Cuando haces una película fuera de la moda está llamada a pervivir»

Antonio Giménez Rico disertó en el Aula de Cultura sobre su experiencia cinematográfica con las novelas de Delibes

jesús bombín

Martes, 5 de abril 2016, 12:06

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Un viaje por la narrativa de Miguel Delibes que Antonio Giménez Rico llevó al cine, por los entresijos de guiones e historias de actores como Juan Luis Galiardo o Paco Rabal, que encarnaron personajes que concibió el escritor vallisoletano. De todo ello habló el director burgalés ayer en el coloquio titulado El disputado voto... El señor Cayo 30 años después en el Aula de Cultura, que se celebró en la sala Cajamar con el patrocinio de CaixaBank y la colaboración de la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Valladolid.

En la sesión participaron el biógrafo del escritor, Ramón García; la redactora jefe de Culturas de El Norte, Angélica Tanarro, y Fernando Conde, director del Aula de Cultura, que se encargó de recordar que se cumplen 30 años del estreno de El disputado voto del señor Cayo y 38 de su publicación.

Giménez Rico ha adaptado a la pantalla las obras de Miguel Delibes Mi idolatrado hijo Sisí que en el cine se tituló Retrato de familia (1976), El disputado voto del señor Cayo (1986) y Las ratas (1997). De ellas, la que más satisfacciones le sigue reportando es El disputado voto del señor Cayo, señaló al recordar el gran reconocimiento que tuvo entre la crítica así como el éxito comercial. «Esa película me dio tantas satisfacciones que estoy dispuesto a aceptar hasta la última crítica, es un filme que no ha envejecido; cuando haces una película fuera de la moda está llamada a pervivir en el tiempo, a ser recordada».

Lector apasionado de la narrativa de Delibes, Giménez Rico contó cómo en 1975 un ayudante de dirección, José Sámano, le propuso producir una película y el cineasta eligió Las ratas, pero cuando se lo comunicó al escritor le pareció un disparate. «Nos lo quitó de la cabeza, nos aconsejó que cogiéramos una novela con una estructura más narrativa como Mi idolatrado hijo Sisí, así que hicimos el guion pero la censura la prohibió íntegramente, y cuando murió Franco presentamos el nuevo guion, que pasó la censura con muchas advertencias y al final funcionó muy bien», relató.

Contó cómo se gestó El disputado voto del señor Cayo, filme al que Delibes dio el visto bueno aunque un tercio de la historia no pertenecía a la novela, y que contó con Juan Luis Galiardo en la producción y en el reparto actoral. Asegura que el filme ha resistido bien el paso del tiempo y recuerda que se rodó «un poco en contra de la moda». Contó también cómo la cinta añadió nuevos elementos al texto de Delibes al incluir una dimensión política, pues se rodó diez años después de la novela. «Eso nos permitió añadir una cosa nueva, que fue la perspectiva para contar qué pasó con esos personajes diez años después, lo que le proporcionó al filme una reflexión política».

Rememoró sus tiempos de estudiante de Derecho en Valladolid, cuando Miguel Delibes dirigía El Norte de Castilla. «Para los estudiantes era un referente moral y político, un hombre indomable, que se enfrentaba a la censura de la época y eso a los estudiantes nos parecía algo a tener en cuenta».

Uno de los aspectos que valoró al enfrentarse a las novelas del escritor vallisoletano para llevarlas al cine fue la austeridad narrativa. «Paco Rabal se enamoró del personaje del señor Cayo, le dije que el texto era muy conciso y tenía que decirlo como estaba escrito, pero la primera vez que le oí vi que había equivocado al personaje porque lo había estudiado como si fuese Azarías, el tonto del pueblo de Los santos inocentes; le dije que su personaje era un sabio y así lo tenía que transmitir», recuerda el cineasta, que no olvida la excursión que organizó por tabernas de pueblos de Burgos donde no hacían más que sentarse a escuchar a los lugareños para captar el alma del papel que debía interpretar. «Hizo un trabajo conmovedor», apreció.

Se definió como lector «fervoroso» del autor en cuya obra halla siempre tres ejes que las sustentan: la naturaleza, la infancia y la muerte, «materiales sobre los que cimenta sus historias. «Un ser humano, un paisaje y una pasión era lo que decía que precisaba para conseguir una buena novela», recordó.

En su charla habló también de su afición a la Seminci, y del año que invitó a Miguel Delibes a ver un filme en el Teatro Calderón a las cuatro de la tarde. «Le costó venir, pero al final acudió y salió conmocionado de la película, Ordet, de Dreyer; cuando acabó, no se movía de la butaca», contó.

Del éxito que tuvo Las ratas en festivales como el de Montreal aprendió que para hacer cine internacional es preciso rodar una película «auténticamente local», dijo el expresidente de la Academia de Cine al aludir a la sensación que produjo en el público la escena de la matanza del cerdo. Comentó también que en los guiones de las tres películas no intervino el escritor. «Yo se los mandaba y los devolvía con algunas anotaciones manuscritas al margen; son una pequeña joya que doné en su día a la Fundación Miguel Delibes».

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