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Diego Galaz dedica la melodía de su violín-trompeta a su musa-sobrina, durante el concierto de ayer en el Teatro Zorrilla.
Galaz asombra al público con sus instrumentos insólitos

Galaz asombra al público con sus instrumentos insólitos

El músico burgalés mostró en el Teatro Zorrilla los sonidos y posibilidades de sus creaciones, en una sesión del Aula de Cultura patrocinada por CaixaBank

victoria m. niño

Viernes, 22 de enero 2016, 12:42

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Un viaje por los ritmos folclóricos castellanos y por las variantes de un instrumento tan popular en el mundo y con poca tradición en España como el violín fue la propuesta de Diego Galaz. El músico burgalés embelesó al público en una sesión del Aula de Cultura patrocinada por CaixaBank con la colaboración del Ayuntamiento de Valladolid y la Junta de Castilla y León.

Saludó con su estroviol, paseó el ingenio de Stroh, un ingeniero londinense que lo patentó en 1899. Es un violín cuyo sonido se amplifica con una bocina metálica, la trompeta. Galaz, media naranja de Fetén Fetén, director del Festival de Instrumentos Insólitos de Burgos, compositor e indagar de ritmos folk, caldeó el ambiente con una primera concesión a la concurrencia vallisoletana. Con su violín clásico tocó la Rogativa a la Virgen, que en su día grabó con La Musgaña y Joaquín Díaz. Pidió lluvia con su música y cosechó aplausos.

Probó la interacción, de su violín salieron volando gaviotas mientras el público hacía las veces de brisa. Galaz acostumbra a presentar a sus acompañantes, a explicar su existencia. Convencido de que el ser humano se diferencia del resto de bestias por su necesidad de expresarse, en el caso de su arte, comienza por lo que tiene a mano, ya sean conchas, huesos, serruchos o violines.

Entre los instrumentos de la pobreza el violín caja de puros. «Cuando los esclavos fueron capturados para trabajar en los campos de tabaco, les quitaron todo. Por eso se hacían con estas cajas sus violines». Con el suyo, delicadamente rematado por un amigo luthier, tocó Old time y una melodía de la Penguin Cafe Orchestra.

Le gustan los ritmos lugareños, esos que tanto ignoramos, a su parecer. Volvió al clásico para interpretar una famosa entradilla segoviana de Agapito Marazuela y después la Musgaña. «El 8/8 es un ritmo que está en el tango y en el heavy. La ventaja de la música popular es que no hay fundamentalismo alguno, se deja tocar de la manera más práctica en cada momento. Las gaitas también se tocaron aquí pero no se quedaron, se sustituyeron». El violinista rindió homenaje al instrumento de su amigo Jorge Arribas, al acordeón, «ese por el que estáis todos aquí, nos trajo el baile agarrao. Con el mismo instrumento ademas tienes ritmo y melodía».

Pliegues del tiempo

Atento observador, tañedor y pulsador de cuerdas, Galaz siente «que los instrumentos se transforman y te transforman». En el sentido histórico recordó la procedencia árabe de varios de los instrumentos contemporáneos, «de al chirimía, la dulzaina: del rebab, el violín». Los pliegues del tiempo guardan sorpresas como el «rabel, que es tan nuestro, heredero directo del rebab».

En otro golpe de manga-trompeta, Galaz sacó el fonoviolín, que con solo una cuerda dibujó tres películas en el aire. Apelando a la condición cinéfila de la ciudad, debida a la Seminci, probó el oído del público con tres bandas sonoras: El padrino, Mi tío y Amarcord.

Antes de cruzar el charco otro 10/8 regional, el de una rueda llamada La rueda del tiempo. Dedicado a Julio de Caro, el violinista argentino de tangos que elevó el género de música tabernera a burguesa, interpretó El cholo.

Breve parada en el sonido percutido con conchas, castañuelas y huesos, antes de la sofisticación de acero: el serrucho. «No es fácil que te entiendan tocando el serrucho», se reía de sí Galaz para dar el golpe de gracia, tocar el Ave María, de Schubert, con la sierra. Después creció el ritmo al 12/8, el de la jota, «que es común a toda la Península». Paseó de Galicia, al País Vasco y de allí a la Ribera del Duero. La mandolata y el gimbrik son instrumentos reciclados que soltaron el silbido de la concurrencia, antes de clausurar la sesión con el violín-bufanda y un foxtrot. Ganas de bailar entre el público que se expresaron en aplausos.

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