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Las razones del violín-trompeta

Las razones del violín-trompeta

El músico y compositor Diego Galaz ofrece un concierto charla con sus instrumentos insólitos en la sesión que celebra hoy en el Aula de Cultura de El Norte en el Teatro Zorrilla

Victoria M. Niño

Jueves, 21 de enero 2016, 09:22

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Conoce bien la Sierra de Atapuerca, allí dormían flautas talladas en hueso hace 90.000 años. Ese deseo ancestral de hacer música le ha convencido a Diego Galaz (Burgos, 1976) más que todas las partituras estudiadas durante su carrera y su vida de músico de sesión de que el arte es el alimento del alma, de que antes incluso que satisfacer al estómago, el hombre percutió o rozó «buscando expresarse». Tañedor y disfrutador de instrumentos insólitos, la mitad de Fetén Fetén, el violinista de la Orquesta Mastretta, el compositor de jotas, ofrece un concierto charla en el Aula de Cultura de El Norte. Mañana, en la sala experimental del Teatro Zorrilla, a las 20:00, Concierto insólito.... y explicado, en una sesión que cuenta de nuevo con la colaboración de Caixabank.

Desde hace siete años dirige el Festival de Instrumentos Insólitos que se celebra en Burgos, cita musical y sociológica; «quienes los tocan suelen ser músicos insólitos también». Esas rarezas son de dos naturalezas; históricas unas y de nueva creación otras, a partir «de lo que se desecha, de la basura. Es un buen momento para volver a la esencia del oficio, a hacer música da igual con qué si conectas con la gente». Retomando las flautas, hay músicos que las hallan en una silla de camping o en una escalera. «Los aristas somos vanidosos, siempre queremos alimentar nuestra vanidad aunque sea de manera inverosímil, con la flauta más cara o la silla más barata. La gente es capaz de emocionarse con estos instrumentos. Los sacas y los defiendes artísticamente. Ves al público sonreír primero y luego emocionarse. Me gusta tocar el Ave María, de Schubert, con mi serrucho, es increíble lo que pasa en publico.La reacción es increíble. Cuando tocamos el dúo Fetén Fetén, lo que nos dice el público es que les encendemos algo dentro que llevaba tiempo apagado. Provocamos su capacidad de sorprenderse».

Por otro lado, el Galaz coleccionista busca las raíces históricas de los instrumentos que va encontrando. «Los que colecciono, los toco y si no lo hago, es porque son muy difíciles. Los instrumentos insólitos me conectan al principio siglo XX, a una música que me gusta, a los primeros tangos de Julio de Caro con el violín-trompeta. El sentido primigenio de este instrumento fue ayudar a dirigir el sonido hacia el único micrófono del estudio de grabación. Tiene un mecanismo idéntico al gramófono». Diego Galaz en seguida traza la recta que va de estos orígenes a su música hoy. «En Fetén Fetén no hacemos una recuperación de lo antiguo sino que reivindicamos que lo antiguo puede ser moderno; no es nostalgia sino que intentamos hacerlo contemporáneo». Quien estudió violín clásico y luego cuerda pulsada, toca indistintamente el violín caja de puros, la mandolata o el guimbrick. «En este tiempo de crisis, en el que la gente se tambalea porque no puede cambiar de tele o de coche, es momento de recordar que el ser humano, incluso cuando no ha tenido qué comer, ha hecho música con lo que tenía a mano, en casa, en la granja. El arte está por encima de todo, antes que comer».

El común de los mortales se enfrenta cada mañana al armario de ropa, a la elección de las prendas con las que taparse. «Cuando salgo de concierto, abro el armario y es como quien tiene el dilema de qué me pongo. ¿Qué instrumentos me llevo? La elección suele estar determinada por cómo me levante ese día», explica Galaz que ha unido a guitarras, violines y serruchos la zanfona. «La he conocido gracias a Germán Díaz y trabajo con ella desde hace meses».

Al igual que los «zapateros tenían un maestro para aprender, en música también es necesario hacer oficio. En el conservatorio nadie te enseña un blues, lo aprendes con músicos que lo tocan mejor que tú». Ese aprendizaje lo ha tenido Galaz siendo músico de sesión y de giras con La cabra Mecánica, Revólver, Drexler o los Celtas Cortos, entre otros muchos. «Estoy superagradecido, fue un trabajo temporal que me permitió vivir de la música. Si hubiera tenido que ganarme el pan trabajando por las mañanas en otras cosas, no hubiera podido hacer mi música. Estar conectado con música es lo más importante, da igual que sea mejor o peor. Tocar con Drexler o Pasión Vega ha sido un placer. Ahora me dedico a mis proyectos gracias a su confianza».

Valses, jotas, ruedas

Hace diez años, animado por su amigo Nacho Mastretta, de cuya orquesta es miembro, se centró en sus composiciones. «Hago mucha música para audiovisuales, para documentales, sintonías de radio. A veces tengo la suerte de oír cómo otros tocan mis piezas. El Pasadoble de patillas, que hice para La Musgaña, le interpreta la Escuela de Dulzaineros de Madrid. No hay nada más bonito que otros músicos toquen tu música, es un honor».

Melodías con la cuerda frotada y armonías, acordes, con mandolinas, buzukis y guitarras al servicio de una música que le lleva al baile. «Me inspira mucho mi compañero Jorge Arribas, toca mejor que yo, más virtuoso. Me inspiran los timbres, una zanfona o instrumentos más ajenos, me animan a arriesgarme. Me encanta el ritmo de la jota, tengo decenas de ellas. Yel 3/4 del vals, que como el de la jota, los tenemos interiorizado.Estoy haciendo un esfuerzo grande por componer ritmos castellanos, como la rueda de Burgos 10/8 irregulares. Es el objetivo de este semana».

Asegura que «lo maravilloso de la música popular es que se transforma constantemente y te transforma a ti, por eso siempre está viva». A ese universo es al que propone acercar al respetable mañana.

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