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Desde la izquierda, Manuel Gorjón, Ricardo Martín de la Guardia, Gonzalo Serrats y Fernando Conde.
El amigo español de Wellington

El amigo español de Wellington

Gonzalo Serrats glosa la figura de su antepasado el general Álava en el Aula de Cultura celebrada en el Palacio Real y patrocinada por Caixabank

Victoria M. Niño

Jueves, 10 de diciembre 2015, 13:55

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Por pasión ha echado 17.000 horas al libro del general Álava. Gonzalo Serrats se apellida de segundo Urrecha y en su familia a estos empeños desproporcionados se les llama urrechadas. Esta acabó en la obra El general Álava y Wellington, de Trafalgar a Waterloo, de la que habló ayer en el Palacio Real, en una nueva sesión del Aula de Cultura de El Norte, con el patrocinio de Caixabank.

Marco militar e histórico para un personaje que admite ambos adjetivos. Pero también el de diplomático, el de hombre honesto, el de audaz negociador, el de liberal europeísta. Serrats ya demostró su tenacidad cuando comenzó a correr y acabó fundando un club de triatlón y haciendo 40 o cuando se interesó por el trabajo social y terminó por pasar un año en la selva de Colombia. En este caso, el economista, especialista en consultoría, se transmutó en historiador. Primero buceó en los baúles de documentos, después los comenzó a transcribir para pasar después siete años dedicando sus noches al general Álava. Horario espartano de 22:30 a 2:30 h. hasta que el cuerpo le obligó a levantar el pie del acelerador.

Para hablar del caballero, le acompañaron el historiador Ricardo Martín de la Guardia y el general Manuel Gorjón. La amistad de Álava con Wellington es la clave para entender la vida del vitoriano. Gorjón inquirió a Serrats sobre lo que admiraba el duque inglés del vitoriano. El conferenciante, que pidió hablar de pie, destacó que «Álava no tenía pelos en la lengua, hablaba cuando le preguntaban pero decía lo que pensaba». También apreció de él que era un militar de buena cuna, de honor, en quien podía confiar «y tenía fácil conversación además de humor, como el propio duque».

Mirada supranacional

Con Wellington unirá las fuerzas aliadas portugueses, ingleses y guerrillas contra la ocupación francesa. Antes de su encuentro, el general alavés había estado en Trafalgar y después ayudará a Wellington en Waterloo, «solo se tienen noticias de una persona que estuviera en ambas batallas, el general Álava».

Ambos amigos y militares tienen conciencia de estar librando una guerra de dimensiones europeas, con implicaciones más allá de los Pirineos, «algo que los de Cádiz, encerrados en las Cortes, no veían así». El freno a las ambiciones imperialistas francesas le une primero con los portugueses, luego con los prusianos. Esa visión supranacional les llevará a ambos a la carrera diplomática. «Hay un momento en el que Wellington le invita a su casa en Londres cuando él estaba allí de embajador, pero lo dejó porque el clima le iba mal. Marchó a Francia», explicaba un entusiasta Serrats. Define al general Álava como un liberal, en una España dividida entre absolutistas y constitucionalistas. «A pesar de que Wellington es un conservador, ambos coinciden en la obediencia debida al poder político. Aunque Wellington no estaba de acuerdo con la constitución de Cádiz porque le parecía que produciría más perjuicio que beneficio, la hacía jurar cada vez que tomaba una ciudad o un pueblo». En un país depauperado por la Guerra de la Independencia, con el desastre «Goya no inventó nada, solo plasmó lo que veía» conquistándolo todo, era fácil «achacar a Wellington la quema de mi ciudad, San Sebastián. Ysin embargo, con lo fácil que sería para mí odiarle, he descubierto la grandeza del personaje. Él admite el saqueo pero no la quema».

Déficit español de memoria

Los méritos militares, los diplomáticos y los civiles Álava recuperó buena parte de los cuadros sustraídos por los franceses y guardados en el Louvre le valieron al vitoriano el ofrecimiento de un marquesado por parte de la reina, que rechazó. «Le dijo a su mujer que ya era conocido como general, que a su edad para qué quería un título».

El Serrats apasionado ahora por la historia ha descubierto la diferente relación que los británicos mantienen con su pasado, cuidándolo, y el «déficit de memoria que tenemos en España». Pero como buen «enamorado» de su personaje, espera seguir con él un tiempo, escribiendo sobre sus últimos años.

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