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Cercados de construcción tradicional sobre un yacimiento arqueológico de minería romana, afectados por el incendio de julio en Pino del oro (Zamora). Ugrecyl
Los ángeles de la guarda del patrimonio en Castilla y León

Los ángeles de la guarda del patrimonio en Castilla y León

La Unidad de Emergencias Ugrecyl cumple su primer año analizando la incidencia de los fuegos en yacimientos y monumentos y el modo de minimizar su impacto

Jesús Bombín

Valladolid

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Martes, 5 de diciembre 2017, 08:24

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Las llamas no solo se llevan por delante vidas y naturaleza. El patrimonio es otro damnificado que suele pasar más desapercibido, aunque concita cada vez más atención. Buena parte de él en Castilla y León se halla enclavado en el medio rural o en entornos de difícil acceso. Por no hablar de los 23.000 yacimientos arqueológicos que salpican el territorio de las nueve provincias, susceptible de sufrir daños en los incendios si arrasa la cubierta vegetal que los protege o afecta el calor a la integridad de las piezas enterradas.

Para intervenir en situaciones de catástrofes se creó hace un año la Unidad de Gestión de Riesgos y Emergencias del Patrimonio Cultural de Castilla y León (Ugrecyl), la segunda de España tras la de Murcia, constituida a raíz del terremoto en la localidad de Lorca en 2011, que destruyó o causó graves daños en seis iglesias y un convento.

A raíz del seísmo, el Ministerio de Educación y Cultura diseñó el primer Plan de Emergencias del Patrimonio que ha servido como base para crear estas unidades específicas. «Nos hemos especializado en articular cómo hay que actuar en los momentos posteriores a una catástrofe con el fin de evitar daños sobre el patrimonio y recuperarlo lo antes posible, siempre en coordinación con bomberos, fuerzas de seguridad y la Unidad Militar de Emergencias», describe Cristina Escudero, coordinadora de la Ugrecyl. Trabajar compartiendo bases de datos con las fuerzas de seguridad sobre los Bienes de Interés Cultural (BIC) y estar interconectados en una situación de alerta es la baza de esta unidad a la que no le ha faltado trabajo en su estreno. «Ha sido un año muy intenso a causa de los incendios», explica Escudero. «La campaña empezó pronto y a finales de noviembre aún no se daba por cerrada del todo a causa de la sequía y las altas temperaturas».

Una técnico de Ugrecyl toma imágenes del muro de la plaza de toros de piedra junto a la ermita de Medinilla, en la provincia de Ávila.
Una técnico de Ugrecyl toma imágenes del muro de la plaza de toros de piedra junto a la ermita de Medinilla, en la provincia de Ávila. El Norte

Por primera vez se ha hecho un seguimiento pormenorizado de qué es lo que sucede cuando un fuego afecta a un bien patrimonial. «Los incendios forestales son hoy un riesgo real para el patrimonio cultural porque se producen cada año en Castilla y León; en cambio, una inundación o un terremoto se dan en lapsos de tiempo más grandes», aduce la responsable de Ugrecyl, entidad que integran esta restauradora de bienes culturales junto a otra compañera de la misma especialidad, un arqueólogo, un arquitecto y dos asesores técnicos más un exjefe de bomberos.

En Castilla y León se han declarado en lo que va de año 2.570 incendios. De ellos, en 17 se han visto amenazados elementos del patrimonio cultural en las provincias de León, Zamora, Salamanca y Ávila. «Gracias a la coordinación con la Unidad Militar de Emergencias y al Servicio de Defensa de Medio Ambiente hemos podido valorar las decisiones a tomar en unos siniestros que han causado daños diversos», se expone desde Ugrecyl.

Uno de estos incendios tuvo lugar el 21 de agosto en el sitio histórico de Arapiles (Salamanca). Ardió una zona de rastrojo en la que el nivel de afectación fue mínimo al no haber patrimonio construido. En cambio, en el término de Pino del Oro, en Zamora, se registró uno de los incendios intencionados más virulentos. Se quemaron más de 3.000 hectáreas de encinas, matorral, pasto y terreno agrícola y las llamas afectaron a un área con gran dispersión de evidencias arqueológicas de minería romana. «Fue una grata sorpresa que la afectación fuera menor de la esperada», explica María Jesús Cabezudo, colaboradora de Ugrecyl. «El foco se inició donde había evidencias arqueológicas y al ser punto de inicio no se generaron altas temperaturas; además, cada año se hacen desbroces en esa zona, lo que aminoró el desastre».

En Hoyocasero el fuego arrasó la techumbre de los corrales de Navalosa, testimonio etnográfico singular en Ávila y recurso turístico

En esta zona zamorana una empresa de restauración está realizando un estudio sobre el impacto de las llamas en los cercados graníticos en un terreno con restos arqueológicos de época romana. Rotura de elementos pétreos, cambios de coloración de la roca y daños en elementos de señalización son los efectos más visibles.

Especial preocupación han causado los seis incendios intencionados de este verano en Las Médulas, zona Patrimonio de la Humanidad. Desde Ugrecyl se ha establecido un protocolo específico de actuación en sitios Patrimonio de la Humanidad con el fin de evitar daños en las operaciones de extinción, por ejemplo en el caso de que haya que abrir cortafuegos, cómo hacerlos y en qué lugares. «Para ello resulta esencial la colaboración con los agentes de Medio Ambiente, bomberos, UME y las fuerzas de seguridad», alega María Jesús Cabezudo.

El incendio que ha tenido mayor incidencia en el patrimonio este año ha sido el de Hoyo Casero, donde se vieron afectados los corrales de Navalosa, testimonio etnográfico único en la provincia de Ávila que refleja la vida y cultura de los pastores de la sierra. Construidos en roca granítica, la carpintería interior y la techumbre de escobas de retama resultó la más dañada en una comarca donde estos corrales son un recurso turístico de primer orden, por lo que se están estudiando fórmulas para su recuperación. La Ugrecyl se estrena en un año devastador en incendios y a partir de ahora actuará para recordar que el patrimonio es otra de las víctimas que sucumben al humo y las llamaradas.

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