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Maqueta de la Plaza Mayor de Madrid.
Ingenio concentrado

Ingenio concentrado

La exposición 'Ingeniería y construcción' recrea en 44 maquetas dos milenos de pericia técnica. Del Partenón y el Acueducto de Segovia al artificio de Juanelo o el transbordador del Niágara, la muestra recrea logros históricos

Miguel Lorenci

Miércoles, 7 de junio 2017, 03:08

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Como el vídeo mató a la estrella de la radio, «el diseño digital y los ordenadores acabaron con las maquetas». Lo admite Bernardo Revuelta, ingeniero y comisario de la muestra 'Ingeniería y construcción', que recorre dos milenios largos de ingeniería constructiva en España y Europa en el Centro Cultural Conde Duque. La exposición propone un instructivo y divertido paseo a través de 44 portentosas maquetas de ingenios y logros técnicos que sorprendieron al mundo. Modelos a escala elaborados entre los siglos XVIII y XX, que fueron una potente herramienta docente y empírica y que hoy atesoran los museos. Es la primera muestra de su tipo en Europa y muchas piezas son inéditas.

Revuelta es gerente de la Fundación Juanelo Turriano, que las reúne para cumplir su objetivo de promover y difundir el estudio histórico de patrimonio ingenieril, técnico y constructivo. De las miniaturas de iconos milenarias como el Partenón, el Acueducto de Segovia, o el puente de Alcántara salta a ingenios modernos como el transbordador del Niágara o las primeras líneas de metro bajo la Puerta del Sol.

Una de las maquetas estelares es el denominado artificio de Juanelo, o ingenio de Toledo, que en el siglo XVI logró llevar agua del Tajo a la ciudad imperial salvando un desnivel de más de 100 metros. Lo construyó Juanelo Turriano, relojero e ingeniero cremonés al servicio de Carlos V que ha fascinado con su diseño a muchas generaciones de ingenieros. Fue uno de los grandes inventos del Renacimiento y alcanzó popularidad universal. La maqueta, una reconstrucción ideal del aparato, difícil de ver en la Diputación de Toledo que la cede, fue creada entre 1965 y 1970 en madera, hierro y latón.

No menos prodigioso es el transbordador del Niágara, el 'Spanish Aerocar', un ingenio de hierro y acero que aún hoy sobrevuela las rugientes cataratas en su lado canadiense. El ingeniero español Leopoldo Torres Quevedo diseñó y construyó esta suerte de teleférico gigante que salva las bravas aguas y recorre 7,2 kilómetros para unir las dos orillas del río. Inaugurado en 1916, hoy es aún un atractivo turístico y cinematográfico muy popular. Su reproducción a escala, realizada en latón y acero en 1915, es otro de los hitos de la exposición.

También metálica es la maqueta a escala del Faro de Buda del delta del Ebro. Construido en hierro en 1865, con sus 53 metros de altura, fue original, osado e innovador para la época. La maqueta, que lo reproduce a escala 1:20, estuvo en la Exposición Universal de París de 1867 y se conserva en la Universidad Politécnica de Madrid.

La maqueta del puente de Alcántara, una de las más antiguas, sirvió de prueba testifical en 1772. En las academias militares y en las escuelas técnicas varias generaciones de ingenieros aprendieron a hacer puentes, diques, fábricas, canalizaciones y edificaciones con estas detalladas maquetas. «Sirvieron para el estudio de soluciones constructivas, para proponer desafíos técnicos y poner a prueba puentes, minas, puertos, trazados ferroviarios, depósitos y toda suerte de ingenios, pero hoy han perdido su función docente», reconoce Revuelta, comisario junto a Pedro Navascues.

Una escuela de ingeniería en sí misma es la enorme maqueta del desaparecido puente de Neully, en París, con el que el gran ingeniero Perronet revolucionó la técnica. Permitió aligerar el tablero, los arcos y los pilares, como se aprecia en maqueta. Una pieza única que desentraña las distintas fases de construcción.

La exposición incluye la excepcional colección Fouquet, diez modelos de arquitectura clásica griega y romana en poder de Patrimonio Nacional. Iconos como el Partenón, la Linterna de Lisícrates, el Templo de Vesta en Tívoli o el de Poseidón en Paestum. También el andamiaje de Agustín de Betancourt, ingeniero fichado por los zares, para la Catedral de San Isaac en San Petersburgo.

«Queremos devolver a estas obras el papel que desempeñaron en nuestra historia científica y técnica», dice Revuelta, destacando su importancia hasta finales del siglo XX, cuando el tsunami digital lo cambió todo. «Generaciones de ingenieros y arquitectos, de Grecia y Roma al siglo XX, de Palladio a Gaudí, se sirvieron de las maquetas», añade Revuelta, gerente de la Fundación Juanelo Turriano creada en 1987 por el ingeniero de caminos José Antonio García-Diego.

Las piezas, muchas nunca expuestas, las ceden instituciones como el Museo del Ejército y el Naval, la Academia de Ingenieros de Hoyo de Manzanares, la Universidad Politécnica de Madrid, la Confederación Hidrográfica del Ebro, el Archivo Histórico Nacional, Metro de Madrid y el Canal de Isabel II.

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