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Los actores Juan Echanove y Óscar de la Fuente, en una escena de la obra 'Sueños'.
Cuando el IVA cultural deje de ahogar

Cuando el IVA cultural deje de ahogar

Los profesionales del teatro se muestran prudentes ante el nuevo escenario que se presentará en 2018 con la rebaja del IVA al 10 por ciento. Coinciden en que llega demasiado tarde por las muchas compañías y empresas que se han quedado en el camino

Luis Miguel de Pablos

Domingo, 16 de abril 2017, 19:54

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Si nada ni nadie lo remedia, en 2018 el IVA cultural para todos los espectáculos en directo, entre ellos el teatro, despedirá cinco años después el impopular 21 por ciento para abrazarse al 10%. Una buena noticia para las artes escénicas que, si bien dejan atrás una batalla, aún tienen que librar otras cuantitativas como la ansiada ley de mecenazgo y alguna menos tangible como encontrar el reconocimiento que merece la cultura. Mientras unos y otros reinician la calculadora para evaluar el impacto que supondrá la medida en sus cuentas, el sector en general encaja la medida con cierta prudencia. «Ahora hace falta creerse que es verdad», apunta Daniel Pérez, autor y director también del Teatro Principal de Zamora.

El Norte ha reunido (de forma virtual) a una representación de los distintos estamentos que conforman el teatro en torno a la misma pregunta. ¿Un IVA al 10% curará todos los males que persiguen al teatro o la medida se queda a mitad de camino?

«Estamos de acuerdo al cien por cien en que es una buena medida», explica José Luis Alonso de Santos, presidente de la Academia de las Artes Escénicas, quien habla de recuperar la normalidad. «Cuando se hacen mal las cosas protestamos, con lo que ahora tenemos que reconocer que es un avance», señala, sin olvidar que la tasa impositiva que se soportaba era «disparatada».

«La cuestión principal no era si el IVA se subía al 21 o al 15%, sino si había ese margen para bajarlo. Esta medida esté claro que no resuelve los problemas de los espectáculos de danza o teatro, pero por lo menos no los agrava. El problema es que antes las cosas estaban tan justas que con el 21 por ciento se terminó de estropear», añade.

Lola Herrera, fiel a su carácter optimista, asiente. «Supone un gran paso. Llevamos suspirando mucho tiempo por esa bajada, y me parece que es una manera de poder seguir andando», comenta, sin dejar pasar de largo lo que ha supuesto durante estos cinco largos años. «No podemos olvidar la gente y las compañías que se han quedado por el camino. Porque, ¿cuánta gente se ha quedado en el camino en esta crisis?», se pregunta la actriz vallisoletana.

Responde muy cerca Fernando Cayo, actor pero también productor y empresario. «Han caído muchas compañías, y muchos profesionales han tenido que buscarse la vida por otros cauces -apunta-. La bajada del IVA me parece una buena noticia, pero desde luego insuficiente porque el daño hecho ya es irreparable», lamenta Cayo, que confia en que con esta medida «cambie también la actitud del Gobierno y volvamos a levantar cabeza».

Precisamente las compañías más humildes han sido las grandes perjudicadas en estos cinco últimos años. Yde ello dan buena cuenta tanto Rayuela como Teatro Corsario. «El IVA es un tema que veníamos reclamando desde el sector, que afectaba al precio de la entrada y que por lo tanto no había sufrido en sus bolsillos el espectador. No hay que olvidar que en este país se sigue trabajando en facturación y esa facturación sigue siendo del 21%. La bajada llega bastante tarde porque el daño ya está hecho», sostiene Jacinto Gómez, gerente de la compañía Rayuela, que pide más medidas que acompañen a la bajada del IVA al 10%. «Estamos en el camino, pero esta medida tiene que formar parte de un proceso más detallado y más a fondo de revisión de lo que debe el sector de la cultura en España. No es posible que carguemos con unos impuestos como el que se compra un Ferrari. Vendemos en Europa que la cultura es un motor económico importante, pero en España nuestros políticos no se lo creen», añade.

Luis Miguel García, presidente de Artesa y miembro de Corsario, es más pesimista al respecto. «Nos mandaron al averno y esto lo aceptamos pero no va a arreglar las cosas porque la situación continúa siendo angustiosa en esta comunidad», señala, cansado de exponer y arriesgar sin nada a cambio. «Ahora nosotros mismos nos decimos: Vamos a ver si no perdemos más».

La tentación, según apunta, «es que ahora haya empresarios que nos quieran bajar el caché por el hecho de ahorrarnos un 11 por ciento», advierte Luis Miguel García, que pide una visión más global.

Un peldaño por debajo encontramos a una compañía como los salmantinos Spasmo Teatro, habituados a trabajar a taquilla en las cerca de setenta funciones que progaman cada año desde 2002. «Nos ha tocado adaptarnos a las condiciones en nuestro caso de los ayuntamientos, y en este sentido ha pesado casi más la crisis y los recortes que la subida del IVA», apunta Vicente Martín, que confía en que la reducción al 10 por ciento sea buena para el sector en particular y la cultura en general.

En este punto entran en juego los productores y empresarios implicados en el sector. Es el caso de Enrique Cornejo, gestor de los teatros Muñoz Seca y Zorrilla y del auditorio El Batel. «Creo que es una medida que llega tarde porque todo este tiempo ha sido un verdadero calvario que ha dejado en el camino a 600 empresas vinculadas al teatro», señala, recién renovado su contrato con el Zorrilla por dos años más. «Aún así, hay que felicitarse porque el IVA nos ha empujado a tener muchos más créditos bancarios y a una huída hacia adelante que no nos llevaba a ninguna parte», apunta, lamentándose porque el IVA no haya bajado aún más, «al 8 por ciento, pensaba yo».

En idénticos términos se manifiesta su hijo Alain Cornejo, gestor del Teatro Carrión, que sí considera la bajada una buena medida para que se arriesgue un poco más en el sector. «Después de años sufriendo una subida desproporcionada que nos ha afectado muchísimo, esto nos permitirá un equilibrio antes de dar un paso adelante. Va a suponer un cambio porque va a permitir a las compañías arriesgar e ir a taquilla, que es como debería ser», señala rotundo.

Desde Zamora, Daniel Pérez apunta que la bajada afectará positivamente a las programaciones. «Repercutirá porque las propias compañías podrán destinar más a invertir y a propuestas. Desde luego que es una excelente noticia porque el 21 por ciento era una auténtica masacre», asegura como autor pero también como director del Teatro Principal.

En este debate asoma también la cabeza Fernando Cayo, dueño de Producciones Pachamama desde 1997. «La medida tiene muchos recovecos y por eso prefiero ser prudente. Confío, eso sí, que suponga un cambio de mentalidad. Es difícil hacerse rico como productor. Ahora mismo con produccines como la nuestra de Páncreas se cubren gastos, y desde luego que si la bajada hubiese llegado antes, tendríamos un remanente para seguir produciendo», explica.

Aunque con prudencia, todos coinciden en lo positivo de una medida que les permite sacar la cabeza para tomar aire antes de zambullirse en una nueva pelea. «Es cierto que estábamos en una declaración de guerra y ahora la hemos retirado. Se ha ganado una mini batalla, porque seríamos injustos si no reconociéramos que es una medida acertada, pero ahora iremos a por otras batallas más importantes porque la guerra de la cultura en España está perdida y ahora tendremos que empezar a librarla desde todos los frentes», asegura desde la Academia de las Artes Escénicas Alonso de Santos, que desconfía de las cifras anunciadas por el Gobierno en cuestión de presupuesto para cultura en 2018. «Se anuncian 235 millones para artes escénicas, pero no es un dinero que se destine a la gente de teatro. El 90 por ciento se destina al mantenimiento de los centros dramáticos de la propia administración», explica.

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