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Viteri, en el Salón de los Espejos del Calderón.
«Hay que sacar el Calderón a la calle»

«Hay que sacar el Calderón a la calle»

El recién reelegido director del teatro municipal, José María Viteri, proyecta ampliar la actividad del centro cultural y llevarla a nuevos lugares y en otras épocas

Javier Aguiar

Martes, 24 de enero 2017, 12:21

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N o va a ser una revolución, ni mucho menos. De hecho, aunque José María Viteri Arrarte se muestra reacio ante la palabra continuidad, a nadie se le escapa que si ha sido reelegido como director artístico del teatro más importante de la comunidad después de siete años al frente, es porque el trabajo realizado hasta ahora ha recibido el beneplácito de las autoridades políticas de las que depende el Calderón. Sin embargo, el reciente ganador del concurso público convocado por el Ayuntamiento para ocupar tan goloso puesto prefiere hablar de futuro y de un nuevo proyecto.

Viteri fue, junto con Antonia Arranz, el único de los cuatro candidatos al cargo que se presentó a la entrevista definitiva con un proyecto en la mano, algo que no era necesario puesto que en las bases se aclaraba que la decisión se adoptaría en función del currículum y la trayectoria profesional.

Tuvo competidores de nivel. ¿Cómo ha vivido el proceso de selección?

Ante una convocatoria abierta lógicamente piensas que se va a presentar gente con tanta o más experiencia que tú. Una directora de un teatro de mucha solvencia y trayectoria; Luis Olmos, que ha sido siete años director del Teatro de la Zarzuela de Madrid; una gestora como Ana Zabalegui, que fue directora general de Educación y Cultura, y otra que estuvo muchos años dirigiendo el Juan Bravo de Segovia... me parece que cualquiera podría desarrollar una excelente labor al frente del Calderón. Es verdad que yo había iniciado un camino y partía de eso pero, por otra parte, alguien puede pensar que ya llevas unos años y es bueno que venga alguien nuevo, que pretenda renovar, como de hecho han defendido algunos miembros del Patronato. O sea que no lo he pasado estupendamente.

¿Y las sensaciones tras ser renovado en el cargo?

Ha sido diferente a la primera vez. Yo entiendo que por normativa había que abrir un proceso de selección, cosa que me parece muy lógica. Las sensaciones son distintas al llevar ya siete años. Igual de emocionante, pero con sentimientos distintos. Hemos puesto en pie unos proyectos nuevos y que se consolidaran y sigan adelante era una preocupación. Quieres consolidar el camino que ya has andado. Sí es otra posición con respecto al trabajo. Sientes más lo que es esta responsabilidad.

Sin duda ha salido reforzado...

El fallo a mi favor dice que se ha valorado mi labor, igual que si no me hubieran elegido habría significado lo contrario. También podía ser que un candiato hubiera deslumbrado, pero eso con los presupuestos que hay es muy difícil.

¿Qué ha perdido en el concurso?

Dejo der ser gerente de la Fundación Municipal de Cultura. Son quince años los que llevo ahí. Es mucho tiempo. Es y ha sido muy importante para mí, claro que pierdo algo. Pero entiendo que la situación no era sostenible. El teatro requiere un director y la Fundación, un gerente. No era factible que esa situación fuera eterna. La Fundación para mí lo es todo, es la que me hizo conocer la ciudad, las gentes y trabajar en la cultura y me ha enriquecido muchísimo. Espero que esa experiencia me sirva para el teatro. A veces los directores de teatro están metidos en su mundo. He visto poner en marcha muchos proyectos y muy diferentes.

¿Qué complejidades específicas presenta el Calderón a la hora de elaborar una programación?

Primero, ya hay un público al que hay que mantener y no volverle loco, es decir, cubrir esa expectativa que ya tiene y, naturalmente, al mismos tiempo ir innovando en las propuestas artísticas, que en eso ya hemos avanzado. Hay que tener en cuenta que el Calderón forma parte de los espacios de exhibición municipales y, en ese sentido, hay que saber dónde nos situamos.

Precisamente, hay quien echa en falta funciones más arriesgadas.

Hay gente que dice que el Calderón tiene que ser mucho más contemporáneo. A mí me gustaría que me explicaran qué se entiende por contemporáneo. Miguel del Arco, que ahora es quien es, Alfredo Sanzol, o Álex Rigola han estado en el Calderón. ¿Eso no es contemporáneo? Por otra parte, también es verdad que tenemos que estar muy coordinados con lo que ocurre en otros espacios. El LAVA, por su diseño, por el número de espectadores, es un espacio que siempre va a estar más abierto, pero no podemos estar enfrente a ver quién es más vanguardista. Hay que hacer un trabajo muy tête à tête para programar y eso está ahí. Hay una conexión estupenda entre Javier (Martínez) y yo.

Puestos a quejarse, otros demandan más teatro foráneo.

La parte internacional es algo que otras ciudades necesitan al tener un espacio único. Valladolid ha cambiado muchísimo en los últimos años y ahora hay una oferta mucho mayor. No digo que haya que traer cosas internacionales al Calderón, pero ahora tenemos un festival internacional...

¿Se refiere al nuevo TAC?

Sí, es un festival internacinal abierto, tanto de calle como de sala, para reivindicar aquella muestra que tantos añoran. Su ampliación ha sido una decisión muy inteligente, porque ya hay una imagen de marca y está muy bien que extienda su mirada. En otro sentido, no es que el Calderón desatienda a los nuevos creadores, sino que los mira en sintonía con el festival para completar un panorama de artes escénicas suficientemente importante.

No le gusta la palabra continuismo para hablar de su gestión...

No creo que haya sido una oferta continuista en el sentido de que se han puesto en marcha nuevos proyectos. Tiene una programación infantil en la sala Delibes que no había cuando había más presupuesto. Tampoco la programación para bebés en el Desván, en colaboración con Teloncillo. Y el intento de acercar a los jóvenes al teatro de una manera natural, como un simple entretenimiento, que es La Nave. También tenemos un premio de literatura dramática...

Ahora cuenta con un presupuesto de 2,8 millones, ¿cómo le ha afectado la crisis?

Yo llegué en plena crisis, cuando las entidades bancarias ya habían desaparecido. Pero antes todos los patronos aportaban 300.000 euros cada uno. Caja España, Caja Duero, el Ministerio y la Junta. De ese 1,2 millones quedan los 80.000 que pone la Junta, más unos 60.000 que conseguimos en subvenciones del INAEM, que hace años que no da cantidades nomitativas. O sea, como una cuarta parte menos.

¿Qué se puede hace para paliar la disminución de ingresos?

Parte del trabajo es buscar vías de financiación. Se ha comprobado estos siete años más duros de la crisis que el teatro es sostenible, porque la ha superado. Con el apoyo de los abonados y del público en general el Calderón es bastante sostenible. Muchas veces hay un equilibrio entre el coste de la obra y los ingresos de taquilla. Ahora hay que pensar que todos los proyectos nuevos tienen que venir financiados. No digo que con crowfounding, pero si un proyecto necesita 10.000 euros hay que conseguir esos 10.000 euros.

¿De qué manera han afectado esos recortes a la programación?

A la programación global no la ha afectado. Sumando todo hay más representaciones ahora de las que había entonces y la de la sala principal es similar. Salvo que la temporada lírica que antes era grande, en los momentos de mayor gloria financiera se hacían cuatro títulos, en estos momentos son dos. La ópera y la zarzuela son los más costoso que se puede programar.

¿Y al sector?

El mercado se ha resentido y se ha ajustado. También es verdad que ahora obras de siete u ocho actores difícilmente se ven. Hemos visto grandes montajes porque hay detrás un teatro nacional o son coproducciones. Se ha bajado el nivel de gasto de producción, los actores cobran menos, el caché de las compañías ha bajado... antes era frecuente que pidieran 18.000 euros por una producción y ahora es muy difícil que te hagan una propuesta así.

Y ahora muchas compañías van solo a taquilla. ¿No le chirría esta práctica en un teatro público?

Los 12 o 14 espectáculos de teatro de la temporada pueden ir así porque si a un productor le dices que está dentro del abono y saca lo mismo que el cachéo incluso más, es correcto.. Si el acuerdo es sostenible para el teatro y lo es para la compañía no hay ningún problema. Los porcentajes de taquilla son muy altos. Son mil localidades, los precios son adecuados y el público está casi asegurado.

¿Qué propuestas nuevas incluía su proyecto?

Lo primero son los proyectos que, no se trata de consolidar, sino que tienen más camino. El trabajo con jóvenes en La Nave tiene mucho más recorrido, hay que entrar en proyectos europeos, hay una idea de internacionalización que quiero poner en marcha. Y luego queremos más Calderón. Lo anterior es fantástico, pero queremos más vidilla y considero el Calderón como un centro para las artes escénicas, más que un teatro, no solamente una sala de exhibición, en el cual hay una programación para todos dentro de los parámetros que ha habido siempre en los teatros públicos, un nivel de calidad. La Nave es un proyecto muy a futuro que ellos mismos van a hacer múcho más grande. Hemos empezado la Nave Senior y espero que El festín de Babette (el montaje que estrenan en febrero) sea un acontecimiento.

¿Eso es todo?

Yo creo que el Calderón tiene que tener un protagonismo también con el tema de nuestros artistas. Sabemos todos los problemas que hay, la difícil sostenibilidad de las compañías porque no hay ni recursos ni trabajo. Tenemos que reubicarnos, hay artistas en esta ciudad con una trayectoria muy importante que si en estos momentos no pueden representar funciones tienen que encontrar un sitio dentro de nuestro tejido de artes escénicas para traspasar esa experiencia a la gente más joven. Seguiremos coproduciendo en la ciudad dentro de lo que se pueda e intentaremos distribuir por España los proyectos. También pueden dar talleres, formación y llevar proyectos por sí mismos en colaboración. Y quiero mejorar la comunicación a través de la web y, si se puede, de una app.

¿Como puede eso materializarse?

En una mesa de las artes escénicas que tenga el objetivo de poner a los agentes más visibles en contacto en unos encuentros periódicos en los que se trabaje también para prever otras enfermedades que nos puedan venir. Quiero que las experiencias que suceden en el Calderón se trasladen a toda la ciudad. Vamos a hacer actividades fuera porque el teatro también tiene que salir a la calle para dar a conocer lo que se está haciendo. Abrirlo un poco en ese aspecto.

¿Qué es la Factoría Calderón?

Es un proyecto que consiste en que el teatro asesore a profesionales que no tienen mucha experiencia, artistas jóvenes o nuevas compañías, a resolver ciertos problemas, incluso administrativos, para ponerse en marcha. Cuestiones que en la Escuela de Arte Dramático no se enseñan como la forma de armar o de presentar un montaje, hacer un dossier, un presupuesto de un montaje, o hasta el pago de impuestos o hacer contratos.

También propone algún otro tipo de programación ¿no?

Hay una idea de hacer una selección de algunas de las cosas que recibimos que pueden tener otros espacios y otras épocas y conformar una pequeña programación con identidad propia. Un poco de salir fuera. Hay públicos potenciales y debemos ir a buscarlos.

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